La mente le pone obstáculos al pensamiento creativo

Elaine Dundon, profesora de gestión de la innovación de la Universidad de Toronto, desmenuza su tema en su nuevo libro “Las semillas de la innovación: cultivar la sinergia que genera ideas nuevas”.Lo que sigue es breve síntesis de su contenido.

22 octubre, 2002

La mayoría de las barreras con que tropieza el pensamiento creativo son autoimpuestas.

El primero de los obstáculos mentales es la indecisión a probar cosas nuevas. El temor a cometer errores, o a lo que otros puedan pensar, tienen el poder de encerrar a una persona en una prisión de pensamiento. Los niños, que no le tienen miedo a lo nuevo porque casi todo es nuevo para ellos, actúan sin miedo y se aventuran. El pensamiento infantil es de una creatividad increíble. A medida que el niño crece, sin embargo, el mundo de los adultos se encarga de ir recortando progresivamente esa creatividad hasta que encaje en los moldes que la sociedad ya ha aceptado y usa corrientemente.

Los adultos, en cambio, sólo prueban cosas nuevas si creen que las pueden hacer bien.

Todas las personas están, por naturaleza, llenas de creatividad, pero las riendas del carro las lleva el “juicio crítico”. Esa voz – que advierte que no podemos, que nos va a salir mal, que no va a funcionar, que vamos a fracasar – crea temor y destruye la confianza en nuestros propios talentos creativos y nuestra capacidad para sobresalir.

Otro de los obstáculos es de buscar “lo correcto”. La respuesta correcta, el método correcto. Tanto tiempo se gasta en esa búsqueda que no queda tiempo para buscar mejores y nuevas formas de hacer las cosas. Detener el pensamiento en cuanto se encuentra una respuesta correcta impide profundizar la exploración de mejores soluciones posibles. Si se repite la costumbre de pararse ante la primera respuesta correcta, el repertorio de respuestas pronto debilita la capacidad de abrir nuevos caminos o patrones de pensamiento.

Para liderar con un fuerte componente de innovación, hay que invitar a la gente a que piense en nuevas formas de hacer cosas, que busque fuera de los parámetros de lo que ya se ha hecho antes de buscar nuevas posibilidades.

El tercer gran obstáculo es la eterna búsqueda del control. A la gente le gustan las rutinas previsibles y las respuestas que encajan en moldes ya usados y comprobados sobre el mundo y las cosas. Pero la realidad nos grita todos los días que el mundo no tiene nada de previsible. Todas las cosas en el mundo están en permanente estado de cambio. El mundo es naturalmente caótico porque es un sistema vivo y complejo. Está permanentemente cambiándose a sí mismo. Y lo mismo ocurre en el mundo de los negocios.

Se acabaron los tiempos en que las organizaciones podían garantizar que existirían 30, 40, 50 años más y que todos sus empleados tendrían trabajo en ella para siempre.

Hoy las organizaciones tratan de lograr estabilidad en medio del cambio caótico. Una mejor estrategia sería dedicar la energía del equipo a encontrar procesos nuevos y más eficaces y a crear habilidades de pensamiento creativo.

“Seeds of Innovation”
Elaine Dundon

La mayoría de las barreras con que tropieza el pensamiento creativo son autoimpuestas.

El primero de los obstáculos mentales es la indecisión a probar cosas nuevas. El temor a cometer errores, o a lo que otros puedan pensar, tienen el poder de encerrar a una persona en una prisión de pensamiento. Los niños, que no le tienen miedo a lo nuevo porque casi todo es nuevo para ellos, actúan sin miedo y se aventuran. El pensamiento infantil es de una creatividad increíble. A medida que el niño crece, sin embargo, el mundo de los adultos se encarga de ir recortando progresivamente esa creatividad hasta que encaje en los moldes que la sociedad ya ha aceptado y usa corrientemente.

Los adultos, en cambio, sólo prueban cosas nuevas si creen que las pueden hacer bien.

Todas las personas están, por naturaleza, llenas de creatividad, pero las riendas del carro las lleva el “juicio crítico”. Esa voz – que advierte que no podemos, que nos va a salir mal, que no va a funcionar, que vamos a fracasar – crea temor y destruye la confianza en nuestros propios talentos creativos y nuestra capacidad para sobresalir.

Otro de los obstáculos es de buscar “lo correcto”. La respuesta correcta, el método correcto. Tanto tiempo se gasta en esa búsqueda que no queda tiempo para buscar mejores y nuevas formas de hacer las cosas. Detener el pensamiento en cuanto se encuentra una respuesta correcta impide profundizar la exploración de mejores soluciones posibles. Si se repite la costumbre de pararse ante la primera respuesta correcta, el repertorio de respuestas pronto debilita la capacidad de abrir nuevos caminos o patrones de pensamiento.

Para liderar con un fuerte componente de innovación, hay que invitar a la gente a que piense en nuevas formas de hacer cosas, que busque fuera de los parámetros de lo que ya se ha hecho antes de buscar nuevas posibilidades.

El tercer gran obstáculo es la eterna búsqueda del control. A la gente le gustan las rutinas previsibles y las respuestas que encajan en moldes ya usados y comprobados sobre el mundo y las cosas. Pero la realidad nos grita todos los días que el mundo no tiene nada de previsible. Todas las cosas en el mundo están en permanente estado de cambio. El mundo es naturalmente caótico porque es un sistema vivo y complejo. Está permanentemente cambiándose a sí mismo. Y lo mismo ocurre en el mundo de los negocios.

Se acabaron los tiempos en que las organizaciones podían garantizar que existirían 30, 40, 50 años más y que todos sus empleados tendrían trabajo en ella para siempre.

Hoy las organizaciones tratan de lograr estabilidad en medio del cambio caótico. Una mejor estrategia sería dedicar la energía del equipo a encontrar procesos nuevos y más eficaces y a crear habilidades de pensamiento creativo.

“Seeds of Innovation”
Elaine Dundon

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