El gerenciamiento flexible
La flexibilidad, dice Jim Schell, es una técnica que ha dado ya sobradas pruebas de ser la que mejor se amolda a los cambiantes mercados actuales. Debe aplicarse con empleados, clientes, objetivos, estrategias, visión y misión.
Los sistemas gerenciales, como los legales, son más un esqueleto que un verdadero sistema. Y usar la palabra esqueleto es estirar el concepto, porque nunca va a haber un esqueleto capaz de abarcar la amplísima gama de estados de ánimo, de idiosincrasias y emociones que exhiben los seres humanos.
Pero que un esqueleto sea bueno o malo depende de la persona que lo dirige. En la ley, es la Corte Suprema. En la empresa, esa persona es usted.
Un esquema de represión
Los que tratan de respetar el esqueleto al pie de la letra tienen problemas. Imaginemos un organigrama. Si usted trata de mantener a la gente encasillada en esos estrechos casilleros, deja de ser un organigrama, para convertirse en un esquema de represión.
Su negocio gana o pierde según usted se las ingenie para manipular y hasta a veces circunvalar las estrechas reglas y reglamentos.
Lo mejor es la flexibilidad
Pierde o gana según la flexibilidad de la política que adopte con sus empleados. Para decirlo con más claridad: Pierde o gana según lo flexible que sea usted. Sólo las personas tienen la flexibilidad suficiente para manejar personas.
Si usted es flexible su sistema gerencial dejará de ser un sistema. Las reglas y los reglamentos no estarán grabados a fuego. Serán sólo lineamientos.
Usted necesita esa libertad. Si le ha prometido a un cliente enviarle lo que pidió dentro de las 24 horas pero su sistema de administración de despachos no puede procesar ese pedido en menos de una semana, usted circunvala a su propio sistema y lo hace enviar inmediatamente.
Si su reglamento establece que las vacaciones son de dos semanas, pero una de sus empleadas tiene una emergencia familiar, usted le concede tres, y sin pestañear.
Si su estrategia necesita X, pero de pronto aparece una oportunidad de Y, usted cambia la dirección y va tras Y.
Extractado de
Jim Schell
Small Business Management Guide
ISBN 0-8050-3399-8
Los sistemas gerenciales, como los legales, son más un esqueleto que un verdadero sistema. Y usar la palabra esqueleto es estirar el concepto, porque nunca va a haber un esqueleto capaz de abarcar la amplísima gama de estados de ánimo, de idiosincrasias y emociones que exhiben los seres humanos.
Pero que un esqueleto sea bueno o malo depende de la persona que lo dirige. En la ley, es la Corte Suprema. En la empresa, esa persona es usted.
Un esquema de represión
Los que tratan de respetar el esqueleto al pie de la letra tienen problemas. Imaginemos un organigrama. Si usted trata de mantener a la gente encasillada en esos estrechos casilleros, deja de ser un organigrama, para convertirse en un esquema de represión.
Su negocio gana o pierde según usted se las ingenie para manipular y hasta a veces circunvalar las estrechas reglas y reglamentos.
Lo mejor es la flexibilidad
Pierde o gana según la flexibilidad de la política que adopte con sus empleados. Para decirlo con más claridad: Pierde o gana según lo flexible que sea usted. Sólo las personas tienen la flexibilidad suficiente para manejar personas.
Si usted es flexible su sistema gerencial dejará de ser un sistema. Las reglas y los reglamentos no estarán grabados a fuego. Serán sólo lineamientos.
Usted necesita esa libertad. Si le ha prometido a un cliente enviarle lo que pidió dentro de las 24 horas pero su sistema de administración de despachos no puede procesar ese pedido en menos de una semana, usted circunvala a su propio sistema y lo hace enviar inmediatamente.
Si su reglamento establece que las vacaciones son de dos semanas, pero una de sus empleadas tiene una emergencia familiar, usted le concede tres, y sin pestañear.
Si su estrategia necesita X, pero de pronto aparece una oportunidad de Y, usted cambia la dirección y va tras Y.
Extractado de
Jim Schell
Small Business Management Guide
ISBN 0-8050-3399-8
