El fin de la privacidad

Los celulares con cámara fotográfica han dado origen al “periodismo ciudadano”, o sea particulares que sacan fotos ocasionales que luego envían a los diarios. Peligran lindos y famosos.

17 agosto, 2006

Algunos días antes del famoso cabezazo en el pecho del jugador italiano Marco Materazzi durante el mundial, Zinédine Zidane salió al balcón de su hotel en Berlín y se fumó un cigarrillo. Desde un edificio de oficinas cercano, alguien sacó su teléfono-cámara y le sacó una foto. A los pocos días, la instantánea estaba en las páginas de Bild, el tabloide de mayor circulación en Alemania.

Según explica Christoph Simon, editor del Bild, ésa es la nueva manera en que los lectores interactúan con el diario. “antes, veían algo interesante en la calle y llamaban al diario. Ahora, sacan su celular, toman la foto y la envían por mail al diario. Los tiempos han cambiado. El diario tiene varias páginas que destina para las fotos enviados por los lectores-reporteros, a quienes paga, según el caso entre 500 y 1000 euros. En los días del mundial, le llegaban más de 1.000 fotografías diarias.

Bild no es el único. Hay gran cantidad de publicaciones europeas que aprovechan las ventajas de la tecnología de los celulares para aumentar el grado de interactividad con sus lectores. Esto significa, como es evidente en el caso de Zidane, una invasión más a la privacidad.

La CNN y The Guardian usan fotos generadas por los lectores desde el tsunami asiático en diciembre 2004, pero el tabloide noruego VG y el regional alemán Saarbrücker Zeitung fueron pioneros en movilizar a los lectores con secciones especiales para letores-reporteros. Luego les siguieron Bild y el tabloide suizo Blick, y eso significó el nacimiento del “periodismo ciudadano”, que atrae a millones de personas.

“Los acontecimientos importantes del futuro serán documentados por fotógrafos aficionados”, opina Nicolaus Fest, miembro del consejo editorial del Bild.

La mejor resolución de las cámaras en los teléfonos permite ahora imprimir fotos mejores y más grandes y no está lejos el día en que alguna de esas instantáneas tomadas al paso se publique en la primera página de algún diario.

Lo más interesante de esto es que los fotógrafos amateurs están en todas partes, para bien o para mal. Abogados de nobleza, famosos y adinerados, como Christian Schertz, ven esto como una amenaza. Desde que Bild sacó sus páginas, ya ha representado a tres famosos: el ex primer ministro Joschka Fischer de Alemania y dos jugadores de la selección de fútbol: David Odonkor y Lukas Podolski. A Odonokor se lo veía como si estuviera orinando en un estacionamiento, y su abogado convenció al juez que exigiera al diario eliminar esa foto de sus archivos. Espera el mismo resultado con los deportistas. Según Schertz, la restricción en le vida privada de los famosos ya está en el punto en que se puede hablar de violación de derechos humanos.

Por cierto, abogados como Schertz cuentan con el respaldo de la Corte Europea de Derechos Humanos en su intento por proteger la vida privada de sus clientes. En 2004, los jueces de la corte fallaron a favor de la princesa Carolina de Hanover, quien radicó una denuncia contra publicaciones alemanas que habían difundido fotos no autorizadas de ella y sus hijos. Pero meses más tarde una corte constitucional alemana acotó el alcance de la corte europea. Para embarrar el tema todavía más, están las diferentes disposiciones según el país, para preservar la privacidad de sus celebridades.

Pero lo que se un lado se llama “calculadas violaciones de la ley” del otro se llama libertad de prensa.

Algunos días antes del famoso cabezazo en el pecho del jugador italiano Marco Materazzi durante el mundial, Zinédine Zidane salió al balcón de su hotel en Berlín y se fumó un cigarrillo. Desde un edificio de oficinas cercano, alguien sacó su teléfono-cámara y le sacó una foto. A los pocos días, la instantánea estaba en las páginas de Bild, el tabloide de mayor circulación en Alemania.

Según explica Christoph Simon, editor del Bild, ésa es la nueva manera en que los lectores interactúan con el diario. “antes, veían algo interesante en la calle y llamaban al diario. Ahora, sacan su celular, toman la foto y la envían por mail al diario. Los tiempos han cambiado. El diario tiene varias páginas que destina para las fotos enviados por los lectores-reporteros, a quienes paga, según el caso entre 500 y 1000 euros. En los días del mundial, le llegaban más de 1.000 fotografías diarias.

Bild no es el único. Hay gran cantidad de publicaciones europeas que aprovechan las ventajas de la tecnología de los celulares para aumentar el grado de interactividad con sus lectores. Esto significa, como es evidente en el caso de Zidane, una invasión más a la privacidad.

La CNN y The Guardian usan fotos generadas por los lectores desde el tsunami asiático en diciembre 2004, pero el tabloide noruego VG y el regional alemán Saarbrücker Zeitung fueron pioneros en movilizar a los lectores con secciones especiales para letores-reporteros. Luego les siguieron Bild y el tabloide suizo Blick, y eso significó el nacimiento del “periodismo ciudadano”, que atrae a millones de personas.

“Los acontecimientos importantes del futuro serán documentados por fotógrafos aficionados”, opina Nicolaus Fest, miembro del consejo editorial del Bild.

La mejor resolución de las cámaras en los teléfonos permite ahora imprimir fotos mejores y más grandes y no está lejos el día en que alguna de esas instantáneas tomadas al paso se publique en la primera página de algún diario.

Lo más interesante de esto es que los fotógrafos amateurs están en todas partes, para bien o para mal. Abogados de nobleza, famosos y adinerados, como Christian Schertz, ven esto como una amenaza. Desde que Bild sacó sus páginas, ya ha representado a tres famosos: el ex primer ministro Joschka Fischer de Alemania y dos jugadores de la selección de fútbol: David Odonkor y Lukas Podolski. A Odonokor se lo veía como si estuviera orinando en un estacionamiento, y su abogado convenció al juez que exigiera al diario eliminar esa foto de sus archivos. Espera el mismo resultado con los deportistas. Según Schertz, la restricción en le vida privada de los famosos ya está en el punto en que se puede hablar de violación de derechos humanos.

Por cierto, abogados como Schertz cuentan con el respaldo de la Corte Europea de Derechos Humanos en su intento por proteger la vida privada de sus clientes. En 2004, los jueces de la corte fallaron a favor de la princesa Carolina de Hanover, quien radicó una denuncia contra publicaciones alemanas que habían difundido fotos no autorizadas de ella y sus hijos. Pero meses más tarde una corte constitucional alemana acotó el alcance de la corte europea. Para embarrar el tema todavía más, están las diferentes disposiciones según el país, para preservar la privacidad de sus celebridades.

Pero lo que se un lado se llama “calculadas violaciones de la ley” del otro se llama libertad de prensa.

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