Cuando un ejecutivo se pasa a la competencia

En la industria automotriz – especialmente en Detroit – se acabó la lealtad de los altos directivos hacia las empresas para las que trabajan. Van y vienen de una empresa a la otra sin muchos problemas de conciencia.

25 junio, 2001

La industria siempre experimentó algunos movimientos de ejecutivos, “pero nunca con este frenesí”, afirma Jim Sanfilippo, vicepresidente ejecutivo de la consultora automotriz AMCI. “El índice de pases crece a la velocidad de la luz”, confirma el ejecutivo, quien, hasta marzo de 2000, ocupó el puesto de vicepresidente de marketing en Kia Motors America.

Mark LaNeve es el más reciente desertor. Renunció al cargo de presidente y CEO de Volvo Cars para América del Norte de Ford Motor Co., a principios de mayo, para volver a integrar el plantel de General Motors Corp. Hoy es gerente general de marketing de la división Cadillac, pero había dedicado 16 años a GM antes de unirse a Volvo en 1997 como vicepresidente de marketing.

Ocupa el puesto de Mike O’Malley, quien abandonó GM la semana del 23 de abril para incorporarse a J. Walter Thompson USA de WPP Group, Detroit, como director de negocios globales de la cuenta Ford Motor Co.
Según los expertos de la industria, O’Malley se sentía insatisfecho ante la falta de estímulos.

Liz Vanzura, directora de publicidad de Volkswagen para América, desde marzo de 1997 a fines de 2000, también volvió a integrar GM. En febrero, la ejecutiva de 36 años fue nombrada directora publicitaria de la marca Hummer de GM, a tan sólo un año de lanzar su primer Hummer, tras adquirir los derechos del nombre a fines de 1999.

Cuando renunció a GM hace cuatro años, Vanzura ocupaba el puesto de gerente adjunto de marca del pequeño Sunfire de Pontiac. “Una de las ventajas que tiene Hummer consiste en que es una suerte de división piloto y que GM me permite experimentar y probar cosas nuevas”, señala. La ejecutiva, madre de dos pequeños, subraya que también aprovecha la flexibilidad de su nuevo trabajo. Ocasionalmente, trabaja desde su casa y tiene que viajar menos al exterior.

En el pasado, “estaba prohibido” que los ejecutivos del sector dejaran una empresa para unirse a la competencia, y luego regresaran con el antiguo empleador, comenta Gordon Wangers, socio gerente de AMCI.

A fines del año pasado, Mike Wright dejó GM después de 15 años, para incorporarse a Ford como gerente de marketing de marca de confianza, cargo que supone la compra de medios globales para todas las marcas de Ford. Su antecesor, Michelle Cervantez, fue ascendido dentro de Ford como vicepresidente de marketing de Jaguar Cars para América del Norte.
El anterior jefe de Cervantez en Ford, Jim Schroer, renunció al cargo de vicepresidente de marketing global el pasado febrero, para sumarse a Chrysler Group como vicepresidente ejecutivo de marketing y ventas. Al mismo tiempo, Chrysler Group contrató a George Murphy, como vicepresidente senior de marketing de marca global, de la división Ford, donde había sido gerente general de marketing.

Los dos hombres forman parte del equipo de Chrysler que arrastró a la empresa matriz DaimlerChrysler AG a una pérdida neta de US$ 2.100 millones.

Los currículums de los ex ejecutivos de Ford difieren bastante de los de sus antecesores en Chrysler, quienes por mucho tiempo trabajaron en la industria. Murphy ingresó a la industria automotriz a principio de 1999, cuando dejó la sección iluminación de GE para sumarse a Ford; en 1996, Schroer renunció a la consultora Booz-Allen & Hamilton para formar parte de la industria automotriz.

Schroer señala que la mayor diferencia entre Chrysler y Ford es “la velocidad con que consigo hacer las cosas”, en referencia a la lenta burocracia que caracteriza a Ford. Tradicionalmente, Chrsyler ha sido menos burocrático que el resto de las automotrices de Detroit.

Si bien las empresas exigen contratos de confidencialidad, los desertores retienen gran parte de la información confidencial en la memoria, como planes de productos futuros, márgenes de ganancias y presupuestos publicitarios, indica Wes Brown, analista de la consultora Nextrend. A raíz del reciente aumento de desertores en la industria, “es posible que de ahora en adelante haya que reforzar los mecanismos de seguridad corporativa”, observa.

Sanfilippo coincide en que los desertores renuncian llevándose consigo una importante masa de conocimiento. Claro que no “pueden ser tan evidentes como Ignacio Lopez, que renunció a GM (en 1993) y se llevó cajas repletas de archivos” cuando se incorporó a Volkswagen AG.

GM demandó a su ex zar de compras por espionaje corporativo y extorsión. Finalmente, Lopez abandonó Volkswagen. El departamento de justicia de Estados Unidos y el gran jurado federal de Detroit procesó a Lopez hace un año.

Detroit comenzó a fomentar la alternancia de puestos porque cambió las reglas de juego. En otras palabras, aumentó la búsqueda de personal externo para ocupar cargos que antes hubiera ocupado personal interno. Durante décadas, los ejecutivos de la industria automotriz de Detroit tuvieron que adquirir experiencia y ocupar puestos de campo para tener contacto con el sector de ventas de la empresa. Un puesto de marketing era una simple parada para cargos más altos, más importantes, explica Sanfilippo. “La idea de que alguien pudiera dirigir una división sin la debida experiencia de campo o de otra industria resultaba inconcebible.”

Este mecanismo comenzó a modificarse a medidos de los años noventa, cuando GM y Ford incursionaron en el manejo de marca y empezaron a contratar gente de otras industrias para ocupar puestos clave de marketing. Una de las contrataciones de más alto perfil fue la de Ron Zarrella, presidente y COO de Baush & Lomb Corp., que ingresó a GM a fines de 1994 como vicepresidente de marketing y servicio, ventas y grupo ejecutivo para América del Norte, un puesto deseado por el personal interno de la empresa. A fines de 1998, Zarrella fue ascendido a presidente de la división de América del Norte.

Ciertamente, el cambio de puestos ocurrió durante décadas en Detroit. Semon “Bunkie” Knudsen saltó de vicepresidente ejecutivo de GM a presidente de Ford en 1968. Lee Iacocca, expulsado como presidente de Ford en 1978, se incorporó como presidente de Chrysler, y trajo con él un puñado de fieles seguidores. Pero lo cierto es que hoy la diferencia está en el volumen de desertores y la cantidad de empleados que reciben una invitación para volver.

Jim Hall, vicepresidente y analista de la industria de la consultora AutoPacific, define el incremento de desertores como algo poco usual, sólo si se piensa en el sector automotor de los años ‘50, ‘60, ‘70 y ‘80”. La industria simplemente se pone al día con las demás empresas del mundo. Hall coincide con Brown en que los fabricantes automotores asiáticos en Estados Unidos no han experimentado el mismo aumento en la cantidad de desertores que sus pares de Detroit. Las automotrices japonesas y coreanas con sede en Estados Unidos están pobladas de varios veteranos de GM, Ford y Chrysler. Y, en definitiva, todo sigue andando sobre ruedas.

Por Jean Halliday
©Advertising Age / MERCADO

La industria siempre experimentó algunos movimientos de ejecutivos, “pero nunca con este frenesí”, afirma Jim Sanfilippo, vicepresidente ejecutivo de la consultora automotriz AMCI. “El índice de pases crece a la velocidad de la luz”, confirma el ejecutivo, quien, hasta marzo de 2000, ocupó el puesto de vicepresidente de marketing en Kia Motors America.

Mark LaNeve es el más reciente desertor. Renunció al cargo de presidente y CEO de Volvo Cars para América del Norte de Ford Motor Co., a principios de mayo, para volver a integrar el plantel de General Motors Corp. Hoy es gerente general de marketing de la división Cadillac, pero había dedicado 16 años a GM antes de unirse a Volvo en 1997 como vicepresidente de marketing.

Ocupa el puesto de Mike O’Malley, quien abandonó GM la semana del 23 de abril para incorporarse a J. Walter Thompson USA de WPP Group, Detroit, como director de negocios globales de la cuenta Ford Motor Co.
Según los expertos de la industria, O’Malley se sentía insatisfecho ante la falta de estímulos.

Liz Vanzura, directora de publicidad de Volkswagen para América, desde marzo de 1997 a fines de 2000, también volvió a integrar GM. En febrero, la ejecutiva de 36 años fue nombrada directora publicitaria de la marca Hummer de GM, a tan sólo un año de lanzar su primer Hummer, tras adquirir los derechos del nombre a fines de 1999.

Cuando renunció a GM hace cuatro años, Vanzura ocupaba el puesto de gerente adjunto de marca del pequeño Sunfire de Pontiac. “Una de las ventajas que tiene Hummer consiste en que es una suerte de división piloto y que GM me permite experimentar y probar cosas nuevas”, señala. La ejecutiva, madre de dos pequeños, subraya que también aprovecha la flexibilidad de su nuevo trabajo. Ocasionalmente, trabaja desde su casa y tiene que viajar menos al exterior.

En el pasado, “estaba prohibido” que los ejecutivos del sector dejaran una empresa para unirse a la competencia, y luego regresaran con el antiguo empleador, comenta Gordon Wangers, socio gerente de AMCI.

A fines del año pasado, Mike Wright dejó GM después de 15 años, para incorporarse a Ford como gerente de marketing de marca de confianza, cargo que supone la compra de medios globales para todas las marcas de Ford. Su antecesor, Michelle Cervantez, fue ascendido dentro de Ford como vicepresidente de marketing de Jaguar Cars para América del Norte.
El anterior jefe de Cervantez en Ford, Jim Schroer, renunció al cargo de vicepresidente de marketing global el pasado febrero, para sumarse a Chrysler Group como vicepresidente ejecutivo de marketing y ventas. Al mismo tiempo, Chrysler Group contrató a George Murphy, como vicepresidente senior de marketing de marca global, de la división Ford, donde había sido gerente general de marketing.

Los dos hombres forman parte del equipo de Chrysler que arrastró a la empresa matriz DaimlerChrysler AG a una pérdida neta de US$ 2.100 millones.

Los currículums de los ex ejecutivos de Ford difieren bastante de los de sus antecesores en Chrysler, quienes por mucho tiempo trabajaron en la industria. Murphy ingresó a la industria automotriz a principio de 1999, cuando dejó la sección iluminación de GE para sumarse a Ford; en 1996, Schroer renunció a la consultora Booz-Allen & Hamilton para formar parte de la industria automotriz.

Schroer señala que la mayor diferencia entre Chrysler y Ford es “la velocidad con que consigo hacer las cosas”, en referencia a la lenta burocracia que caracteriza a Ford. Tradicionalmente, Chrsyler ha sido menos burocrático que el resto de las automotrices de Detroit.

Si bien las empresas exigen contratos de confidencialidad, los desertores retienen gran parte de la información confidencial en la memoria, como planes de productos futuros, márgenes de ganancias y presupuestos publicitarios, indica Wes Brown, analista de la consultora Nextrend. A raíz del reciente aumento de desertores en la industria, “es posible que de ahora en adelante haya que reforzar los mecanismos de seguridad corporativa”, observa.

Sanfilippo coincide en que los desertores renuncian llevándose consigo una importante masa de conocimiento. Claro que no “pueden ser tan evidentes como Ignacio Lopez, que renunció a GM (en 1993) y se llevó cajas repletas de archivos” cuando se incorporó a Volkswagen AG.

GM demandó a su ex zar de compras por espionaje corporativo y extorsión. Finalmente, Lopez abandonó Volkswagen. El departamento de justicia de Estados Unidos y el gran jurado federal de Detroit procesó a Lopez hace un año.

Detroit comenzó a fomentar la alternancia de puestos porque cambió las reglas de juego. En otras palabras, aumentó la búsqueda de personal externo para ocupar cargos que antes hubiera ocupado personal interno. Durante décadas, los ejecutivos de la industria automotriz de Detroit tuvieron que adquirir experiencia y ocupar puestos de campo para tener contacto con el sector de ventas de la empresa. Un puesto de marketing era una simple parada para cargos más altos, más importantes, explica Sanfilippo. “La idea de que alguien pudiera dirigir una división sin la debida experiencia de campo o de otra industria resultaba inconcebible.”

Este mecanismo comenzó a modificarse a medidos de los años noventa, cuando GM y Ford incursionaron en el manejo de marca y empezaron a contratar gente de otras industrias para ocupar puestos clave de marketing. Una de las contrataciones de más alto perfil fue la de Ron Zarrella, presidente y COO de Baush & Lomb Corp., que ingresó a GM a fines de 1994 como vicepresidente de marketing y servicio, ventas y grupo ejecutivo para América del Norte, un puesto deseado por el personal interno de la empresa. A fines de 1998, Zarrella fue ascendido a presidente de la división de América del Norte.

Ciertamente, el cambio de puestos ocurrió durante décadas en Detroit. Semon “Bunkie” Knudsen saltó de vicepresidente ejecutivo de GM a presidente de Ford en 1968. Lee Iacocca, expulsado como presidente de Ford en 1978, se incorporó como presidente de Chrysler, y trajo con él un puñado de fieles seguidores. Pero lo cierto es que hoy la diferencia está en el volumen de desertores y la cantidad de empleados que reciben una invitación para volver.

Jim Hall, vicepresidente y analista de la industria de la consultora AutoPacific, define el incremento de desertores como algo poco usual, sólo si se piensa en el sector automotor de los años ‘50, ‘60, ‘70 y ‘80”. La industria simplemente se pone al día con las demás empresas del mundo. Hall coincide con Brown en que los fabricantes automotores asiáticos en Estados Unidos no han experimentado el mismo aumento en la cantidad de desertores que sus pares de Detroit. Las automotrices japonesas y coreanas con sede en Estados Unidos están pobladas de varios veteranos de GM, Ford y Chrysler. Y, en definitiva, todo sigue andando sobre ruedas.

Por Jean Halliday
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