Corrupción corporativa (IV)

Los casos de corrupción más resonantes suelen ser los vinculados con el poder político. La ética empresaria sigue esperando definiciones.

16 mayo, 2000

Los códigos de ética

En parte, el debate más reciente se originó en la decisión del Presidente Bill Clinton que propicia con todo entusiasmo un código de ética, de aplicación voluntaria, para las empresas estadounidenses que operen en el exterior.

Son muchas ya las compañías que han adoptado normas o reglas de este tipo y que las cumplen a rajatabla. Pero también están las que dicen adherir a estas guías de comportamiento, pero que en verdad no están dispuestas a perder negocios frente a otros competidores. Aunque ello obligue a caminar sobre el filo de la navaja.

Hay muchos síntomas de que existe, en el mundo de los negocios, una gran inquietud por estos temas. Una reciente investigación del Centro de Recursos Eticos de Washington, reveló que 60% de las empresas del país opera con un código ético o con orientaciones o guías similares. Un porcentaje superior al de las empresas europeas con iguales preocupaciones.

Un tercio de las empresas relevadas, declaró contar con una oficina de Asuntos Eticos o con el auxilio de un ombudsman especialmente designado. Otro tercio sostuvo que mantiene cursos internos permanentes sobre etica empresarial.

Las universidades no han quedado al margen de este entusiasmo por los problemas éticos. Más de 500 cursos en ética empresarial se enseñan actualmente en las universidades de Estados Unidos; 90% de las escuelas empresariales ahora ofrecen algún tipo de preparación sobre el tema. Hay más de 25 libros de texto y 3 publicaciones académicas dedicadas al tema. Por lo menos están funcionando 16 centros de investigación y la cátedra de ética empresarial goza ya de prestigio en casi todas las universidades del país.

¿Cómo se recibe toda esta oferta desde el plano gerencial? Con dudas y alguna confusión. Todavía el campo de ética empresarial es bastante irrelevante para los gerentes en actividad. No es que ellos sean “hostiles” a la idea de la ética en los negocios.

Los gerentes recibirían con aplausos cualquier ayuda concreta que se les brindara sobre dos de los principales desafíos que enfrentan: identificar cursos éticos de acción para situaciones ubicadas en esa amplia y difícil zona gris de las conductas que no son nítidamente correctas ni incorrectas; y segundo, cómo navegar a través de situaciones donde el curso correcto es claro, pero las presiones institucionales y competitivas del mundo real desvían a muchos gerentes bien intencionados.

Los códigos de ética

En parte, el debate más reciente se originó en la decisión del Presidente Bill Clinton que propicia con todo entusiasmo un código de ética, de aplicación voluntaria, para las empresas estadounidenses que operen en el exterior.

Son muchas ya las compañías que han adoptado normas o reglas de este tipo y que las cumplen a rajatabla. Pero también están las que dicen adherir a estas guías de comportamiento, pero que en verdad no están dispuestas a perder negocios frente a otros competidores. Aunque ello obligue a caminar sobre el filo de la navaja.

Hay muchos síntomas de que existe, en el mundo de los negocios, una gran inquietud por estos temas. Una reciente investigación del Centro de Recursos Eticos de Washington, reveló que 60% de las empresas del país opera con un código ético o con orientaciones o guías similares. Un porcentaje superior al de las empresas europeas con iguales preocupaciones.

Un tercio de las empresas relevadas, declaró contar con una oficina de Asuntos Eticos o con el auxilio de un ombudsman especialmente designado. Otro tercio sostuvo que mantiene cursos internos permanentes sobre etica empresarial.

Las universidades no han quedado al margen de este entusiasmo por los problemas éticos. Más de 500 cursos en ética empresarial se enseñan actualmente en las universidades de Estados Unidos; 90% de las escuelas empresariales ahora ofrecen algún tipo de preparación sobre el tema. Hay más de 25 libros de texto y 3 publicaciones académicas dedicadas al tema. Por lo menos están funcionando 16 centros de investigación y la cátedra de ética empresarial goza ya de prestigio en casi todas las universidades del país.

¿Cómo se recibe toda esta oferta desde el plano gerencial? Con dudas y alguna confusión. Todavía el campo de ética empresarial es bastante irrelevante para los gerentes en actividad. No es que ellos sean “hostiles” a la idea de la ética en los negocios.

Los gerentes recibirían con aplausos cualquier ayuda concreta que se les brindara sobre dos de los principales desafíos que enfrentan: identificar cursos éticos de acción para situaciones ubicadas en esa amplia y difícil zona gris de las conductas que no son nítidamente correctas ni incorrectas; y segundo, cómo navegar a través de situaciones donde el curso correcto es claro, pero las presiones institucionales y competitivas del mundo real desvían a muchos gerentes bien intencionados.

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