CEO de Wal-Mart preocupado por el impacto ambiental

Produjo estupor la promesa de Wal-Mart de vender solamente pescado sostenible. The Wall Street Journal ironizaba ayer sobre qué diría el legendario fundador Sam Walton si supiera que su criatura ahora vende pescado sostenible, o sea, más caro.

10 febrero, 2006

Lee Scott, CEO de Walt-Mart, es un convencido ambientalista. Maneja un Lexus híbrido,
recomienda productos que reducen los gases de invernadero y es un verdadero propagandista
del pescado “sostenible”. La compañía ha decidido que
el pescado fresco que venda en sus locales nacionales – exceptuando el de criadero
— llevará una etiqueta de certificación emitida por la ONG Marine
Stewardship Council
, un grupo conservacionista que trabaja para impedir la
pesca excesiva en los océanos.

Una de dos: o es un verdadero convencido – razona el Wall Street Journal – o es
otro CEO con problemas de imagen. Su compañía ha sido acusada de
pagar sueldos de hambre, de no dar cobertura de salud a sus empleados, de contratar
a inmigrantes ilegales y de destruir comunidades. Un reciente libro de Charles
Fishman titulado “The Wal-Mart Effect,” la acusa incluso de contaminar
las aguas chilenas al comprar salmón en las atestados criaderos sudamericanos.

Wal-Mart se ha convertido en uno de los grandes temas que dividen a la política
nacional. La senadora por Nueva York Hillary Clinton, quien integró el
directorio de Wal-Mart durante ocho años, devolvió hace poco una
contribución de US$ 5.000 del comité de acción política
de la gran cadena, alegando “serias diferencias con las actuales prácticas
de la compañía”.

Ante semejante impopularidad, Scott ha debido asumir el rol de “jefe de reputación”.
Según dice, pasa la mitad de su tiempo en una campaña para convencer
al mundo de que Wal-Mart es una fuerza para el bien. Tiene un comité de
respuesta rápida y hace periódicas encuestas entre líderes
de opinión sobre la reputación de Wal-Mart.

La teoría de Scott para explicar el efecto benéfico de su compañía
en la sociedad es sencilla: Wal-Mart ha mejorado la vida de la gente bajando el
costo de vida y creando empleo. Cada vez que se abre un local, se forman larguísimas
colas de personas que buscan trabajo. Con eso responde a quienes protestan por
los “malos” empleos.

Además, ha revisado el programa sanitario de la compañía,
implementó incentivos para aumentar la diversidad en el empleo y diseñó
programas para paliar el impacto ambiental de Wal-Mart . Pidió al Congreso
que eleve el nivel del sueldo mínimo de los trabajadores e intervino para
ayudar a las víctimas del huracán Katrina.

El problema que ha creado todo esto es una pérdida de foco. Wal-Mart quiere
ser todo para todos, opina el Wall Street Journal. Con todas estas políticas
en bien de la comunidad, ¿cuánto tiempo podrá seguir haciendo
aquello que lo hizo grande? En la mentalidad del fundador Walton, sólo
cabía un parámetro: el de los costos, que únicamente se movía
hacia abajo. En cambio, la agenda de Scott es bastante más complicada.
Si comienza a preocuparse por la pesca abusiva en los océanos, ¿qué
cosas no lo ocuparán en el futuro?

Interrogado, admite que en algunas cosas tendrá que transar, y que habrá
ocasiones en que estas decisiones significarán precios más altos,
pero no deja de insistir en que las concesiones no son ni tantas ni tan grandes
como imaginaba.

Lee Scott, CEO de Walt-Mart, es un convencido ambientalista. Maneja un Lexus híbrido,
recomienda productos que reducen los gases de invernadero y es un verdadero propagandista
del pescado “sostenible”. La compañía ha decidido que
el pescado fresco que venda en sus locales nacionales – exceptuando el de criadero
— llevará una etiqueta de certificación emitida por la ONG Marine
Stewardship Council
, un grupo conservacionista que trabaja para impedir la
pesca excesiva en los océanos.

Una de dos: o es un verdadero convencido – razona el Wall Street Journal – o es
otro CEO con problemas de imagen. Su compañía ha sido acusada de
pagar sueldos de hambre, de no dar cobertura de salud a sus empleados, de contratar
a inmigrantes ilegales y de destruir comunidades. Un reciente libro de Charles
Fishman titulado “The Wal-Mart Effect,” la acusa incluso de contaminar
las aguas chilenas al comprar salmón en las atestados criaderos sudamericanos.

Wal-Mart se ha convertido en uno de los grandes temas que dividen a la política
nacional. La senadora por Nueva York Hillary Clinton, quien integró el
directorio de Wal-Mart durante ocho años, devolvió hace poco una
contribución de US$ 5.000 del comité de acción política
de la gran cadena, alegando “serias diferencias con las actuales prácticas
de la compañía”.

Ante semejante impopularidad, Scott ha debido asumir el rol de “jefe de reputación”.
Según dice, pasa la mitad de su tiempo en una campaña para convencer
al mundo de que Wal-Mart es una fuerza para el bien. Tiene un comité de
respuesta rápida y hace periódicas encuestas entre líderes
de opinión sobre la reputación de Wal-Mart.

La teoría de Scott para explicar el efecto benéfico de su compañía
en la sociedad es sencilla: Wal-Mart ha mejorado la vida de la gente bajando el
costo de vida y creando empleo. Cada vez que se abre un local, se forman larguísimas
colas de personas que buscan trabajo. Con eso responde a quienes protestan por
los “malos” empleos.

Además, ha revisado el programa sanitario de la compañía,
implementó incentivos para aumentar la diversidad en el empleo y diseñó
programas para paliar el impacto ambiental de Wal-Mart . Pidió al Congreso
que eleve el nivel del sueldo mínimo de los trabajadores e intervino para
ayudar a las víctimas del huracán Katrina.

El problema que ha creado todo esto es una pérdida de foco. Wal-Mart quiere
ser todo para todos, opina el Wall Street Journal. Con todas estas políticas
en bien de la comunidad, ¿cuánto tiempo podrá seguir haciendo
aquello que lo hizo grande? En la mentalidad del fundador Walton, sólo
cabía un parámetro: el de los costos, que únicamente se movía
hacia abajo. En cambio, la agenda de Scott es bastante más complicada.
Si comienza a preocuparse por la pesca abusiva en los océanos, ¿qué
cosas no lo ocuparán en el futuro?

Interrogado, admite que en algunas cosas tendrá que transar, y que habrá
ocasiones en que estas decisiones significarán precios más altos,
pero no deja de insistir en que las concesiones no son ni tantas ni tan grandes
como imaginaba.

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