British Petroleum: escándalos y retiro del presidente ejecutivo

John Browne abandonará a mediados de año BP, desgastado por asuntos como el derrame de crudos en Alaska, un accidente fatal en la refinería de Tejas y maniobras en el mercado de futuros. Pero lo reemplaza un incondicional, Anthony Hayward.

15 enero, 2007

En realidad, lo de Browne no es diferente a lo hecho por otros protagonistas en el negocio de hidrocarburos: aprovechar una firme demanda y sus fases de precios en alza para aumentar ingresos, utilidades y dividendos. Por supuesto, medios y expertos sectoriales lo definen como “legendario”, calificativo por demás usado en el management actual.

Sea como fuere, el CEO dejará BP año y medio antes de lo previsto. Pero pocos creen que las cosas cambien mucho. pues lo substituye un hombre de su propia hechura y segundo suyo desde 1995. En otras palabras, Hayward comparte con Browne responsabilidades por Alaska, la refinería (quince muertos en 2005) y, particularmente, las irregularidades comerciales en la plaza de futuros, que ambos continúan negando.

Resulta llamativo que, por un lado, el CEO saliente designe al entrante y, por el otro, el directorio intente frenar un deterioro “potencialmente catastrófico” que lleva más de dos años. Hasta 2004 una de las compañías mejor reputadas, hoy muestra déficit de conducción. Algunos analistas independientes se preguntan cómo la junta le permite a Browne poner a Hayward.

En realidad, a fines de 2006 existía un plan sucesorio donde figuraba el lugarteniente del CEO actual. A principios de enero, no obstante, se advirtió que una transición de dieciocho meses sería imposible de soportar, especialmente con precios, ingresos y utilidades en descenso. “Lo que ha sucedido es simple –presume un experto holandés- y consiste en mantener esa transición, pero con otro CEO al mando”. Después, llegaría el momento de designar a alguien no vinculado al equipo Browne-Hayward.

Los admiradores de ambos se ven felices. “Hayward es la opción perfecta. Tiene diez años menos que Browne pero ha copiado en todo al jefe”, señala la consultoría financiera Oppenheimer & Co. Todavía mas optimistas suenan los directivos de Apax Partners, seguranente porque –tras dejar BP- Browne ingresará a este fondo especulativo dedicado a compras apalancadas.

El retiro de Browne, empero, es un signo poco grato para la industria. En poco tiempo más, lo seguirán otros dos CEO que cambiaron el negocio en los años 90: Lee Raymond (Exxon Mobil) y Thierry Desmarest (Total). La lista de deudos inconsolables la encabeza John Robinson West, presidente de la consultoría PFC Energy, muy vinculado con el cabildeo petrolero de Washington. Curiosamente, pesimista sobre el futuro de las reservas mundiales de hidrocarburos.

En realidad, lo de Browne no es diferente a lo hecho por otros protagonistas en el negocio de hidrocarburos: aprovechar una firme demanda y sus fases de precios en alza para aumentar ingresos, utilidades y dividendos. Por supuesto, medios y expertos sectoriales lo definen como “legendario”, calificativo por demás usado en el management actual.

Sea como fuere, el CEO dejará BP año y medio antes de lo previsto. Pero pocos creen que las cosas cambien mucho. pues lo substituye un hombre de su propia hechura y segundo suyo desde 1995. En otras palabras, Hayward comparte con Browne responsabilidades por Alaska, la refinería (quince muertos en 2005) y, particularmente, las irregularidades comerciales en la plaza de futuros, que ambos continúan negando.

Resulta llamativo que, por un lado, el CEO saliente designe al entrante y, por el otro, el directorio intente frenar un deterioro “potencialmente catastrófico” que lleva más de dos años. Hasta 2004 una de las compañías mejor reputadas, hoy muestra déficit de conducción. Algunos analistas independientes se preguntan cómo la junta le permite a Browne poner a Hayward.

En realidad, a fines de 2006 existía un plan sucesorio donde figuraba el lugarteniente del CEO actual. A principios de enero, no obstante, se advirtió que una transición de dieciocho meses sería imposible de soportar, especialmente con precios, ingresos y utilidades en descenso. “Lo que ha sucedido es simple –presume un experto holandés- y consiste en mantener esa transición, pero con otro CEO al mando”. Después, llegaría el momento de designar a alguien no vinculado al equipo Browne-Hayward.

Los admiradores de ambos se ven felices. “Hayward es la opción perfecta. Tiene diez años menos que Browne pero ha copiado en todo al jefe”, señala la consultoría financiera Oppenheimer & Co. Todavía mas optimistas suenan los directivos de Apax Partners, seguranente porque –tras dejar BP- Browne ingresará a este fondo especulativo dedicado a compras apalancadas.

El retiro de Browne, empero, es un signo poco grato para la industria. En poco tiempo más, lo seguirán otros dos CEO que cambiaron el negocio en los años 90: Lee Raymond (Exxon Mobil) y Thierry Desmarest (Total). La lista de deudos inconsolables la encabeza John Robinson West, presidente de la consultoría PFC Energy, muy vinculado con el cabildeo petrolero de Washington. Curiosamente, pesimista sobre el futuro de las reservas mundiales de hidrocarburos.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades