Aprendizaje y educación en la década 2020

¿Los estudiantes obtendrán las habilidades que requieren los empleos nacidos de los avances científicos y tecnológicos? ¿La educación nos permitirá operar en un futuro que exige colaboración, resiliencia y entusiasmo de emprendedores?

17 enero, 2020

Estas preguntas encontrarán respuesta según la forma en que sean educados los líderes futuros y la sociedad entera. El artículo que explora la Universidad del Futuro y Mercado condensa aquí lleva la firma de Knut Haanaes, Decano del Global Leadership Institute del World Economic Forum.

La universidad necesita adaptarse

La educación cambiará totalmente en la próxima década porque la competitividad depende cada vez más del aprendizaje. Muchos sistemas de educación superior fueron diseñados para las necesidades del siglo pasado y todavía no están preparados para brindar las habilidades que requerirán las futuras disrupciones.

Mientras va quedando obsoleto el entorno laboral de dar órdenes y controlar, el futuro necesitará liderazgo de colaboración y manejo de sistemas. Además de experiencia, los futuros líderes van a tener que alimentar y practicar agilidad, disposición al aprendizaje y empuje de emprendedores. Deberán ser capaces de identificar y compartir propósitos y demostrar resiliencia para manejar positivamente las frustraciones y los desafíos.

Las universidades deben evolucionar de cuatro maneras para cubrir las demandas que necesitan los futuros líderes.

  1. Aceptar la tecnología

La Cuarta Revolución Industrial está cambiando la forma de la sociedad. Tiene la posibilidad de ofrecer un crecimiento económico más inclusivo, innovación social, desarrollo y bienestar humano a través de tecnologías como inteligencia artificial e internet de las cosas. Los futuros líderes deben familiarizarse con la codificación, con IA, con robótica y con la analítica avanzada.

En el contexto de la Cuarta Revolución Industrial el valor de cualquier habilidad declina rápidamente, por eso cada vez hay más espacio para el emprendedorismo. Una visión superficial de la tecnología no alcanza para navegar a través de las disrupciones y para aprovechar la enormes oportunidades de conectar tecnologías con capital humano. Las organizaciones deben competir en velocidad y en aprendizaje, innovando y creando nuevas capacidades cada vez más rápido. La innovación debe subir de abajo a arriba.

Al igual que una startup tecnológica, las escuelas deben innovar directamente, experimentar sin miedo y premiar ideas originales. Las universidades deben ayudar a los estudiantes a aprender cómo usar y aplicar las nuevas tecnologías. Esto significa crear espacios donde los estudiantes estén expuestos a aplicaciones y usos prácticos, que los lleven mucho más allá de “conocer las tecnologías”.

  1. Crear más modelos de aprendizaje basados en la acción

El modelo tradicional de investigar, aprender y difundir ya quedó obsoleto. Hoy, debemos exponer a los estudiantes a las aplicaciones que necesitan aprender. Muchas escuelas están pasando rápido al aprendizaje basado en acciones. En términos de liderazgo, esto quiere decir pasar “del aula al laboratorio”.

El aprendizaje basado en la acción se propone resolver problemas de la vida real. Fundamentalmente, debemos pensar en aprender más como un proceso repetitivo, no solo basado en el modelo “investigación, desarrollo y enseñanza” que es el basamento de la educación tradicional. El aprendizaje basado en la acción activa la motivación por su relevancia, creando soluciones tangibles y mostrando su impacto.

Hay muchos tipos: las escuelas de medicina siempre han permitido a sus alumnos acceder a clínicas y pacientes. Esa modalidad debería incorporarse al desarrollo de futuros líderes. Pueden ser proyectos reales de consultoría, laboratorios, tareas de emprendedorismo y hasta ayudar a liderar el cambio. El aprendizaje de acción es más que hacer cosas, necesita la reflexión deliberada: es un proceso repetitivo de hacer y reflexionar. Lo que tienen en común todas las iniciativas de aprendizaje de acción es el trabajo en equipo y su condición de interdisciplinarias.

  1. Entender el rol amplio de la empresa en la sociedad

Para ser más competitivas las empresas están adoptando una visión más sistémica de su rol en la sociedad; reconocen su responsabilidad sobre un amplio grupo de stakeholders y no solamente accionistas. Las empresas deben ser una parte importante de la solución en áreas cruciales como cambio climático, inequidad social y creciente populismo.

Esto necesita que las universidades formen líderes que puedan trabajar en forma efectiva con sistemas donde los stakeholders son variables y donde las responsabilidad empresarial es una prioridad. Es necesario desarrollar algo así como un capitalismo de stakecholders, donde las empresas privadas actúen como administradoras de la sociedad.

Las universidades deberían procurar no formar líderes con una visión estrecha de capitalismo. Así como las compañías excelentes deben poder combinar la búsqueda de propósito con la de ganancias, las universidades deben desarrollar gente talentosa que pueda manejar la responsabilidad empresarial, la sustentabilidad y los nuevos roles de la empresa en la sociedad. Están en una posición ideal no solo para enseñar esto sino para hacer un aporte a la creación de impacto social porque pueden hacer que los estudiantes desarrollen el criterio y las habilidades para combinar ganancias y propósito.

  1. Fomentar el aprendizaje vitalicio

Aprender ya no es algo que se hace una vez y ya está. Los estudiantes en cualquier programa deberían pertenecer automáticamente a una red de aprendizaje continuo. Esta es la tendencia. Las escuelas deben ser relevantes durante todo el transcurso de una vida laboral en lugar de ofrecer plataformas solamente para alumnos jóvenes.

Según el informe 2018 del World Economic Forum Future of Jobs, los cambios que surgen de la Cuarta Revolución Industrial van a desplazar 75 millones empleos para 2022 en 20 economías importantes. Pero al mismo tiempo los avances tecnológicos y las nuevas formas de trabajar podrían crear 133 millones de roles nuevos. Eso va a necesitar esfuerzos de re-capacitación

La re-capacitación puede tener un fuerte impacto social. La investigación realizada por Haanae demuestra la conveniencia económica de recapacitar a la gente. En Estados Unidos, la colaboración puede reducir los costos de re-capacitación en 30% y ese ahorro permitiría la re-capacitación de 50% en lugar de 30% si cada firma lo hiciera por su cuenta. Las universidades pueden permitir esos esfuerzos de re-entrenamiento a través de programas de educación continua y educación ejecutiva.

Los sistemas educativos del futuro

Para lograr esos cuatro imperativos, las universidades futuras van a necesitar estrategias de colaboración. Pero son las empresas las que están más acostumbradas a colaborar en sistemas amplios. Las ganadoras en la era del aprendizaje que se inicia no ganan solas; tendrán que hacerlo juntándose entre sí. Sólo así podremos contar con una generación de líderes preparados para crear un impacto positivo duradero.

 

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