Alianzas y matrimonios

Las alianzas suelen nacer de la amistad entre los fundadores de dos empresas. Cuando se termina el amor, se separan por las buenas o hacen una guerra similar a la de los Roses. Un ejemplo es el divorcio del vínculo centenario entre Ford y Firestone.

27 marzo, 2003

La crisis estalló cuando las camionetas Explorer 4×4 de Ford tuvieron accidentes
en autopistas (en Estados Unidos y Europa) que provocaron la muerte de 148 personas.
Ford puso la culpa en los neumáticos Firestone y Firestone se defendió
acusando al diseño de la carrocería que provocó el recalentamiento
de los neumáticos. Ford era el principal cliente de Firestone.

John Lampe, CEO de Bridgestone/Firestone de Estados Unidos, dijo en una carta:
"Las relaciones comerciales, al igual que las personales, se construyen a
partir del respeto mutuo". "En vista de que los cimientos de nuestro
vínculo se han desgastado, llegamos a la conclusión de que no podremos
continuar suministrándole más neumáticos." El tono de
la carta de Lampe parece referirse más a una relación matrimonial
que comercial.

Y sí hablaba de matrimonio o, mejor dicho, una suerte de matrimonio, aclara
Nancy Koehn, autora de un libro sobre empresas y lealtad (Brand New: How Entrepreneurs
Earned Consumers Trust from Wedgwood to Dell, Harvard Business School Press (2001).

Suele interpretarse que el divorcio Ford/Firestone es una consecuencia directa
de la responsabilidad por los cuestionados accidentes de las camionetas 4×4, comenta
Koehn. Pero, en realidad, había algo más en el trasfondo de esta
separación: una unión tan fogosa e idealista como las relaciones
humanas. "Existe un sinnúmero de ejemplos sobre lealtad entre empresas,
que exceden los límites meramente comerciales", explica la autora.
Estos matrimonios corporativos suelen iniciarse con la amistad de los fundadores
de dos grandes compañías, además de un objetivo comercial
común o complementario. (Ford/Firestone nació cuando Harvey Firestone
vendió cuatro neumáticos a Henry Ford para su primer automóvil,
el Quadricycle.)

Al poco tiempo, los acuerdos se extienden, explica Koehn, y finalmente la asociación
adquiere una importancia excesiva para ambas empresas. A tal punto que a veces
los socios renuncian a oportunidades que les surgen fuera de la sociedad. Inevitablemente,
como sucede en las relaciones matrimoniales, los enlaces comerciales se disuelven
por la muerte de uno de los socios, por la intervención de un intruso poderoso
o por escenas ardientes como la montada por Firestone.

Otros ejemplos hacen pensar también en la analogía marital:

Por ejemplo, la sociedad entre Wedgwood & Bentley y Boulton & Fothergill
en la Inglaterra del siglo XVIII. Wedgwood & Bentley fabricaba los objetos
de alfarería que constituyen el símbolo del Wedgwood de hoy en día.
Boulton & Fothergill fue fundada por Matthew Boulton, el mayor pionero inglés
en el uso de hierro y utensilios de metal. Las empresas se fusionaron para fabricar
hebillas, botones, jarrones y broches.

Wedgwood & Bentley se encargaba de trabajar la cerámica; Boulton proveía
los marcos y fundas de metal. Según relata Koehn, tanto Josiah Wedgwood
como Matthew Boulton renunciaron a diversas propuestas nada más que para
preservar la relación.

"Matthew Boulton podría haber fabricado jarrones por su cuenta, pero
no lo hizo", cuenta Koehn. La muerte de Wedgwood anuló el vínculo.
Otro caso interesante es el de – quizá más un enlace que un matrimonio
– Marshall Field, poderoso comerciante de la ciudad de Chicago, y Alexandre Napoleon,
una empresa francesa más pequeña. Allá por la década
de 1860, el minorista observó como los nuevos ricos de la ciudad americana
se desvivían por comprar objetos europeos por una cuestión de prestigio
social. Los guantes para niños que fabricaba Alexandre Napoleon resultaron
ser el producto ideal. Para la década de 1880, la gran tienda Marshall
Field se convirtió un coloso tan imponente que bien pudo haber operado
con proveedores que le ofrecieran precios más acomodados, explica Koehn.
Sin embargo, se mantuvo fiel a Alexandre Napoleon, a quien sólo exigió
el derecho exclusivo de los productos.

Dupont y General Motors formaron otro enlace de la industria automotriz. Según
Randall Kroszner de la Universidad de Chicago, Dupont proporcionaba pintura, barniz
y cuero artificial al fabricante automotor. Además, controlaba muchas acciones
de GM. Para fines de la década de 1940, el vínculo era tan estrecho
que las autoridades antimonopolio de Estados Unidos exigieron el divorcio.

Otro ejemplo de divorcio, conocido como un "buen divorcio", involucró
a Henry Clay Frick y Andrew Carnegie. Frick suministraba coque para el metal de
Carnegie. Ambos se convirtieron en aliados. Con el tiempo, Frick trabajó
en Carnegie Steel. Al igual que la ruptura Firestone/Ford, esta separación
aparentemente también tuvo su origen en una catástrofe. Cuando surgieron
problemas laborales, Carnegie partió para Europa y dejó a Frick,
gerente de planta, a cargo de la huelga de Homestead, 1892. Frick contrató
el servicio de seguridad Pinkerton, que disparó contra los manifestantes
(los trabajadores también apelaron a la violencia). Frick y Carnegie se
cruzaron acusaciones. Finalmente Frick renunció y cobró una cuantiosa
suma con la que adquirió, por ejemplo, la afamada colección de arte
Frick ( que se puede ver en Nueva York).

El modelo matrimonial es útil a la hora de comprender casos como el de
Firestone. Se podría concluir que, en este caso, la separación era
un tema pendiente, ya que Harvey y Henry habían fallecido hacía
ya tiempo. O bien se podría pensar en este rompimiento desde una perspectiva
emocional: después de todo es probable que la carta de ruptura provocara
una sensación de alivio ante la culpa que Ford depositó en Firestone.
Como un cónyuge que se divorcia, la empresa tal vez llegó a la conclusión
de que no hay nada como el detestable status quo.

La crisis estalló cuando las camionetas Explorer 4×4 de Ford tuvieron accidentes
en autopistas (en Estados Unidos y Europa) que provocaron la muerte de 148 personas.
Ford puso la culpa en los neumáticos Firestone y Firestone se defendió
acusando al diseño de la carrocería que provocó el recalentamiento
de los neumáticos. Ford era el principal cliente de Firestone.

John Lampe, CEO de Bridgestone/Firestone de Estados Unidos, dijo en una carta:
"Las relaciones comerciales, al igual que las personales, se construyen a
partir del respeto mutuo". "En vista de que los cimientos de nuestro
vínculo se han desgastado, llegamos a la conclusión de que no podremos
continuar suministrándole más neumáticos." El tono de
la carta de Lampe parece referirse más a una relación matrimonial
que comercial.

Y sí hablaba de matrimonio o, mejor dicho, una suerte de matrimonio, aclara
Nancy Koehn, autora de un libro sobre empresas y lealtad (Brand New: How Entrepreneurs
Earned Consumers Trust from Wedgwood to Dell, Harvard Business School Press (2001).

Suele interpretarse que el divorcio Ford/Firestone es una consecuencia directa
de la responsabilidad por los cuestionados accidentes de las camionetas 4×4, comenta
Koehn. Pero, en realidad, había algo más en el trasfondo de esta
separación: una unión tan fogosa e idealista como las relaciones
humanas. "Existe un sinnúmero de ejemplos sobre lealtad entre empresas,
que exceden los límites meramente comerciales", explica la autora.
Estos matrimonios corporativos suelen iniciarse con la amistad de los fundadores
de dos grandes compañías, además de un objetivo comercial
común o complementario. (Ford/Firestone nació cuando Harvey Firestone
vendió cuatro neumáticos a Henry Ford para su primer automóvil,
el Quadricycle.)

Al poco tiempo, los acuerdos se extienden, explica Koehn, y finalmente la asociación
adquiere una importancia excesiva para ambas empresas. A tal punto que a veces
los socios renuncian a oportunidades que les surgen fuera de la sociedad. Inevitablemente,
como sucede en las relaciones matrimoniales, los enlaces comerciales se disuelven
por la muerte de uno de los socios, por la intervención de un intruso poderoso
o por escenas ardientes como la montada por Firestone.

Otros ejemplos hacen pensar también en la analogía marital:

Por ejemplo, la sociedad entre Wedgwood & Bentley y Boulton & Fothergill
en la Inglaterra del siglo XVIII. Wedgwood & Bentley fabricaba los objetos
de alfarería que constituyen el símbolo del Wedgwood de hoy en día.
Boulton & Fothergill fue fundada por Matthew Boulton, el mayor pionero inglés
en el uso de hierro y utensilios de metal. Las empresas se fusionaron para fabricar
hebillas, botones, jarrones y broches.

Wedgwood & Bentley se encargaba de trabajar la cerámica; Boulton proveía
los marcos y fundas de metal. Según relata Koehn, tanto Josiah Wedgwood
como Matthew Boulton renunciaron a diversas propuestas nada más que para
preservar la relación.

"Matthew Boulton podría haber fabricado jarrones por su cuenta, pero
no lo hizo", cuenta Koehn. La muerte de Wedgwood anuló el vínculo.
Otro caso interesante es el de – quizá más un enlace que un matrimonio
– Marshall Field, poderoso comerciante de la ciudad de Chicago, y Alexandre Napoleon,
una empresa francesa más pequeña. Allá por la década
de 1860, el minorista observó como los nuevos ricos de la ciudad americana
se desvivían por comprar objetos europeos por una cuestión de prestigio
social. Los guantes para niños que fabricaba Alexandre Napoleon resultaron
ser el producto ideal. Para la década de 1880, la gran tienda Marshall
Field se convirtió un coloso tan imponente que bien pudo haber operado
con proveedores que le ofrecieran precios más acomodados, explica Koehn.
Sin embargo, se mantuvo fiel a Alexandre Napoleon, a quien sólo exigió
el derecho exclusivo de los productos.

Dupont y General Motors formaron otro enlace de la industria automotriz. Según
Randall Kroszner de la Universidad de Chicago, Dupont proporcionaba pintura, barniz
y cuero artificial al fabricante automotor. Además, controlaba muchas acciones
de GM. Para fines de la década de 1940, el vínculo era tan estrecho
que las autoridades antimonopolio de Estados Unidos exigieron el divorcio.

Otro ejemplo de divorcio, conocido como un "buen divorcio", involucró
a Henry Clay Frick y Andrew Carnegie. Frick suministraba coque para el metal de
Carnegie. Ambos se convirtieron en aliados. Con el tiempo, Frick trabajó
en Carnegie Steel. Al igual que la ruptura Firestone/Ford, esta separación
aparentemente también tuvo su origen en una catástrofe. Cuando surgieron
problemas laborales, Carnegie partió para Europa y dejó a Frick,
gerente de planta, a cargo de la huelga de Homestead, 1892. Frick contrató
el servicio de seguridad Pinkerton, que disparó contra los manifestantes
(los trabajadores también apelaron a la violencia). Frick y Carnegie se
cruzaron acusaciones. Finalmente Frick renunció y cobró una cuantiosa
suma con la que adquirió, por ejemplo, la afamada colección de arte
Frick ( que se puede ver en Nueva York).

El modelo matrimonial es útil a la hora de comprender casos como el de
Firestone. Se podría concluir que, en este caso, la separación era
un tema pendiente, ya que Harvey y Henry habían fallecido hacía
ya tiempo. O bien se podría pensar en este rompimiento desde una perspectiva
emocional: después de todo es probable que la carta de ruptura provocara
una sensación de alivio ante la culpa que Ford depositó en Firestone.
Como un cónyuge que se divorcia, la empresa tal vez llegó a la conclusión
de que no hay nada como el detestable status quo.

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