lunes, 23 de diciembre de 2024

Una Argentina federal es un país ingobernable

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El reparto de recursos entre la Nación y las provincias está fijado por una ley de hace dos décadas. La norma carece de criterios de equidad y los cambios que impuso la coyuntura crearon una mayor dependencia de las provincias al PEN. La paradoja es que la reforma inalcanzable resulta imprescindible.

<p>Por Javier Rodr&iacute;guez Petersen</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_1.jpg" /></p>
<p>La Constituci&oacute;n establece para la Rep&uacute;blica Argentina el sistema federal. As&iacute; que la Argentina es un pa&iacute;s federal. Aunque parecer&iacute;a que no tanto, al menos en cuanto a c&oacute;mo se reparten los recursos del Estado. Problemas del r&eacute;gimen de coparticipaci&oacute;n, sus reformas y su aplicaci&oacute;n, que vienen d&aacute;ndole a&uacute;n m&aacute;s poder al ya de por s&iacute; poderoso Gobierno nacional derivado de un fuerte presidencialismo y que, ocasionalmente, puede volverse como un boomerang contra el propio Ejecutivo.<br />
&ldquo;La puja por los recursos es como el tironeo con una frazada siempre corta, si se tira para tapar el cuello, quedan destapados los pies&rdquo;, resume Agustina D&iacute;az Frers, directora de Pol&iacute;tica Fiscal del Centro de Implementaci&oacute;n de Pol&iacute;tica P&uacute;blicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).<br />
El tema es estrictamente de dinero: c&oacute;mo se distribuyen los fondos del Estado entre la Naci&oacute;n y las provincias y c&oacute;mo se reparten, luego, entre estas. El sistema actual de coparticipaci&oacute;n est&aacute; regido por una ley de 1988 (la 23.548) que tuvo una serie de modificaciones posteriores. En la reforma constitucional de 1994 se incluy&oacute; una cl&aacute;usula que mandaba a crear una nueva ley de coparticipaci&oacute;n a m&aacute;s tardar en 1996; el pa&iacute;s ya lleva 13 a&ntilde;os de mora con un sistema &ldquo;transitorio&rdquo;.<br />
De manera muy sint&eacute;tica, hoy no se cumple ni con la distribuci&oacute;n establecida para los distintos impuestos ni con el &ldquo;piso&rdquo; de ingresos que deber&iacute;a recibir el conjunto de Estados federales de manera autom&aacute;tica; en cambio, una buena porci&oacute;n del dinero es repartido entre las provincias de forma m&aacute;s o menos discrecional por el Gobierno nacional, algo que eventualmente le sirve para disciplinar gobernadores pero que tambi&eacute;n se ha mostrado como un arma de doble filo cuando la recaudaci&oacute;n cae.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_2.jpg" /><br />
Agustina D&iacute;az Frers</p>
<p><strong>Problemas, problemas</strong><br />
El art&iacute;culo 7 de la Ley de Coparticipaci&oacute;n establece que &ldquo;el monto a distribuir a las provincias no podr&aacute; ser inferior a 34% de la recaudaci&oacute;n de los recursos tributarios nacionales&rdquo;. La norma fija, adem&aacute;s, que 56,66% de la masa de recursos coparticipables debe ir a las arcas provinciales.<br />
Ni en uno ni en otro punto la letra coincide con la pr&aacute;ctica. El piso no se cumple (al menos no con los recursos propios de la coparticipaci&oacute;n). Y seg&uacute;n un informe de Econom&iacute;a &amp; Regiones (E&amp;R), el &uacute;nico impuesto en el que se reparte a las provincias m&aacute;s de 57% es Bienes Personales, mientras que para el resto la participaci&oacute;n provincial va de un m&aacute;ximo de 53,8% (impuesto a las naftas) hasta un m&iacute;nimo de 0%. Y hay agravantes.<br />
La Constituci&oacute;n de 1994 sostiene que &ldquo;la distribuci&oacute;n entre la Naci&oacute;n, las provincias y la Ciudad de Buenos Aires y entre estas se efectuar&aacute; en relaci&oacute;n directa a las competencias, servicios y funciones de cada una de ellas, contemplando criterios objetivos de reparto&rdquo;.<br />
Rogelio Frigerio, director de E&amp;R, se&ntilde;ala que cuando se sancion&oacute; la ley vigente, en 1988, &ldquo;todav&iacute;a no se hab&iacute;an transferido a las provincias los servicios educativos ni de salud, lo que ocurri&oacute; en la d&eacute;cada siguiente sin los correspondientes recursos para su financiamiento&rdquo;. Y a eso se le sum&oacute; la creaci&oacute;n de impuestos que, como las retenciones y el del cheque, no son totalmente coparticipables. As&iacute;, subraya el economista, &ldquo;si antes la Naci&oacute;n ten&iacute;a a su cargo 62% del gasto p&uacute;blico y percib&iacute;a 54% de los recursos, con la transferencia de servicios y la creaci&oacute;n de impuestos, pas&oacute; a hacerse cargo de un porcentaje del gasto menor (50%) y percibir una mayor porci&oacute;n (69%) de recursos&rdquo;.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_3.jpg" /><br />
Rogelio Frigerio</p>
<p><strong>Coparticipaci&oacute;n primaria</strong><br />
Las quejas de las provincias podr&iacute;an resumirse en tres, las ya mencionadas de los impuestos no coparticipables y la delegaci&oacute;n de obligaciones sin su presupuesto y la aparici&oacute;n de un tercer socio en el reparto: la ANSeS, a la que se desviaron proporciones nada desde&ntilde;ables de impuestos para financiar el d&eacute;ficit que hab&iacute;a generado la creaci&oacute;n del sistema mixto de jubilaciones, derogado el a&ntilde;o pasado con la reestatizaci&oacute;n del sistema de AFJP. Hoy la Administraci&oacute;n Nacional de la Seguridad Social suma a los aportes previsionales 15% de la masa coparticipable bruta, 20% del Impuesto a las Ganancias y 11% del IVA.<br />
D&iacute;az Frers no duda en afirmar que &ldquo;la distribuci&oacute;n primaria (la que establece cu&aacute;nto se llevan las provincias y cu&aacute;nto la Naci&oacute;n) no respeta el mandato constitucional de tener en cuenta la distribuci&oacute;n de responsabilidades entre los diferentes niveles de gobierno&rdquo;. Para la especialista de CIPPEC, est&aacute; claro que la p&eacute;rdida de participaci&oacute;n en la distribuci&oacute;n de recursos &ldquo;ha impactado negativamente en la calidad de los servicios que prestan las provincias&rdquo;, como educaci&oacute;n, salud, seguridad y justicia.<br />
Frigerio calcula que las provincias perdieron &ldquo;casi 15 puntos porcentuales de la masa de recursos&rdquo; a pesar de tener m&aacute;s gastos que cuando se sancion&oacute; la ley. Y observa que hay una &ldquo;asimetr&iacute;a entre las responsabilidades de gasto y las potestades tributarias de cada uno de los niveles de gobierno&rdquo;. Seg&uacute;n &eacute;l, &ldquo;este problema estructural del federalismo fiscal condena a las provincias al d&eacute;ficit&rdquo; al margen de la coyuntura. De hecho, en E&amp;R proyectan que la econom&iacute;a crecer&aacute; en 2010 alrededor de 3% pero que, igual, aumentar&aacute; el d&eacute;ficit fiscal subnacional.<br />
El director de abeceb.com, Dante Sica, coincide con su colega. Dice que &ldquo;el d&eacute;ficit de las provincias se ha convertido en estructural porque los problemas de la coparticipaci&oacute;n son estructurales&rdquo; y que esto, a su vez, muestra la &ldquo;dependencia y la gran debilidad que tienen (las provincias) frente a la Naci&oacute;n&rdquo; en materia de ingresos.<br />
Algunos n&uacute;meros muestran cu&aacute;nto resignan las provincias: del impuesto al cheque se coparticipa 30%, pero de ese 30%, 42% va a la Naci&oacute;n, con lo que las provincias se quedan con 18% de este tributo; seg&uacute;n Sica, eso implica que este a&ntilde;o las provincias recibir&aacute;n aproximadamente $3.650 millones en lugar de los $12.160 millones que ver&iacute;an si el impuesto se coparticipara plenamente. Para 2010, E&amp;R calcula (en base al Presupuesto que mand&oacute; el Ejecutivo) que el conjunto de estados subnacionales se perder&aacute; de recibir $28.296 millones por el financiamiento tributario a la ANSeS; $8.233 millones por la no coparticipaci&oacute;n del impuesto al cheque; $5.281 millones por la falta de actualizaci&oacute;n de sumas fijas y $2.512 millones por el financiamiento tributario de la AFIP; como m&iacute;nimo, no cobrar&aacute;n los $1.664 millones que distancian a las asignaciones autom&aacute;ticas previstas del manido piso de 34%.<br />
&ldquo;Parece claro que el Estado nacional es hoy m&aacute;s &lsquo;rico&rsquo; que los Estados provinciales, y sin dudas eso tiene que ver con c&oacute;mo han evolucionado las capacidades tributarias y las responsabilidades de gastos en cada nivel&rdquo;, coincide con todos el economista Lucas Llach.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_4.jpg" /><br />
Dante Sica</p>
<p><strong>Distribuci&oacute;n secundaria</strong><br />
Definida cu&aacute;l es la masa coparticipable, la distribuci&oacute;n secundaria es la que estipula c&oacute;mo se reparte ese dinero entre las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Todos subrayan que estos coeficientes fueron establecidos por cuestiones pol&iacute;ticas y no seg&uacute;n criterios de equidad, desarrollo o gastos: la base fue el promedio de los montos negociados bilateralmente entre las provincias y el Gobierno nacional entre 1985-1988, con lo que se apunt&oacute; a garantizarles el mismo monto que recib&iacute;an hasta ese momento.<br />
Las opiniones son contundentes. &ldquo;No hay ning&uacute;n criterio imaginable de equidad seg&uacute;n el cual la actual distribuci&oacute;n secundaria pueda justificarse&rdquo;, dice Llach. &ldquo;Los prorrateadores vigentes no siguen ning&uacute;n criterio econ&oacute;mico, ni devolutivo ni redistributivo, sino que son de car&aacute;cter ad-hoc&rdquo;, agrega Frigerio.<br />
Seg&uacute;n esos coeficientes, por ejemplo, Buenos Aires debe recibir 21,2% de los fondos coparticipados; C&oacute;rdoba y Santa Fe, 8,6% cada una; Santa Cruz y Chubut, 1,5%; Tierra del Fuego, 1,2%. Las diferencias quedan m&aacute;s claras en ingresos per c&aacute;pita: en 2007, Tierra del Fuego recibi&oacute; casi $6.000 por habitante; Santa Cruz, m&aacute;s de $ 4.000; Chubut, algo menos de $2.500 (cerca del promedio); C&oacute;rdoba y Santa Fe estaban, entre $1.000 y 2.000; y Buenos Aires recibi&oacute; $745, menos de una quinta parte que las dos provincias m&aacute;s australes.<br />
Para Sica, el bonaerense es &ldquo;el caso paradigm&aacute;tico&rdquo; del sistema: &ldquo;Tiene 38% de la poblaci&oacute;n del pa&iacute;s, genera 35% del PBI, ya en 2001 ten&iacute;a 34,1% de la poblaci&oacute;n que no cubr&iacute;a sus necesidades b&aacute;sicas y, a&uacute;n as&iacute;, el porcentaje de distribuci&oacute;n secundaria es de 21,2%&rdquo; (rondaba 24% hasta que en 2002 &ldquo;le sacaron&rdquo; el Fondo del Conurbano). <br />
Hay otra comparaci&oacute;n que deja al descubierto las diferencias. En un trabajo reciente, el Gobierno porte&ntilde;o destac&oacute; que mientras solo 11,2% de los recursos totales de la Capital provienen de la Naci&oacute;n, los fondos coparticipados representan una proporci&oacute;n mucho mayor en el resto del pa&iacute;s: en Buenos Aires, 44,3%; en Mendoza, 64,9%; en C&oacute;rdoba, 67,3%; en Tucum&aacute;n, 75%, y en Entre R&iacute;os, 78,1% (lo cual implica que apenas 21,9% de su presupuesto est&aacute; constituido por fondos propios).</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_5.jpg" /><br />
Lucas Llach<br />
Foto: Diego Fasce</p>
<p><strong>Fondos discrecionales</strong><br />
Sin embargo, tal como se&ntilde;ala un informe de abeceb.com, &ldquo;adem&aacute;s de la coparticipaci&oacute;n federal, hay otras transferencias que la Naci&oacute;n realiza autom&aacute;ticamente a las provincias que tienen asignaci&oacute;n espec&iacute;fica a educaci&oacute;n, obras de infraestructura, energ&iacute;a&rdquo;. Son los denominados &ldquo;reg&iacute;menes especiales&rdquo;. Y a esos se suman, todav&iacute;a, los &ldquo;adelantos del Tesoro nacional&rdquo; (ATN), m&aacute;s discrecionales y que en 2007 alcanzaron 19,2% de las transferencias a las provincias.<br />
Por un lado, se&ntilde;ala Frigerio, esas partidas muestran &ldquo;que el sistema pol&iacute;tico ha compensado en forma parcial la falta de racionalidad de los criterios incorporados en la ley original&rdquo;. Pese a ello, el analista se&ntilde;ala el caso de Buenos Aires, &ldquo;sin duda la m&aacute;s perjudicada del actual esquema de distribuci&oacute;n&rdquo;. <br />
Adem&aacute;s, como indica el reporte de abeceb.com, &ldquo;si bien la existencia de transferencias discrecionales puede agregar flexibilidad para cubrir necesidades de corto plazo, el progresivo aumento de su importancia induce a una menor transparencia en la relaci&oacute;n Naci&oacute;n-provincias y podr&iacute;a generar un &lsquo;sistema de ventanillas&rsquo;&rdquo;. O sea: m&aacute;s poder para el Gobierno central.<br />
&ldquo;La coparticipaci&oacute;n es autom&aacute;tica, as&iacute; que no es por esta v&iacute;a que el PEN ejerce control sobre las provincias&rdquo;, dice D&iacute;az Frers y coinciden el resto de los analistas. &ldquo;Hay dos v&iacute;as &ndash;a&ntilde;ade la especialista de CIPPEC&ndash; por las que puede tener mayor grado de control. Una, se dice menos importante, es por los Planes de Administraci&oacute;n Financiera, los canales utilizados por las provincias para refinanciar sus deudas con el Gobierno nacional. El otro es en la asignaci&oacute;n del Presupuesto Nacional en las provincias y, especialmente, las partidas que pueden ser asignadas m&aacute;s libremente&rdquo;.</p>
<p><strong>&iquest;Federalismo ingobernable?</strong><br />
La idea que sobrevuela es la de la caja como herramienta de disciplinamiento. Pero el arma puede ser peligrosa: si en tiempos de bonanza hay fondos para aprovechar la discrecionalidad, en tiempos de escasez el PEN corre el riesgo de sufrir la rebeli&oacute;n de los gobernadores que no hallan lo que requieren de las arcas nacionales.<br />
Opina Llach: &ldquo;La pol&iacute;tica y la econom&iacute;a se influyen mutuamente. Gobiernos presidenciales fuertes tienden a centralizar m&aacute;s los recursos, y viceversa, es decir que la situaci&oacute;n pol&iacute;tica condiciona la pol&iacute;tica econ&oacute;mica. Menos claramente, parecer&iacute;a ser que en tiempos de expansi&oacute;n &lsquo;hay m&aacute;s para repartir&rsquo; y el poder presidencial tiende a consolidarse, mientras que la administraci&oacute;n de las miserias en tiempos recesivos puede debilitar el poder presidencial&rdquo;, como en el caso de Fernando de la R&uacute;a en 2001.<br />
El actual ser&iacute;a un momento crucial para validar o refutar la hip&oacute;tesis, ya que aunque la recaudaci&oacute;n tributaria sigue creciendo nominalmente, registra una contracci&oacute;n interanual cuando se la corrige por inflaci&oacute;n y se la mide como poder de compra del Estado. En un informe reciente, abeceb.com calcula que la ca&iacute;da real en los tres primeros trimestres del a&ntilde;o fue de 2,5% frente al mismo per&iacute;odo de 2008.<br />
Sin embargo, se&ntilde;ala Llach, el ex presidente N&eacute;stor &ldquo;Kirchner est&aacute; mostrando habilidad para disciplinar aun en un contexto econ&oacute;mico d&eacute;bil&rdquo;.<br />
Desde su asunci&oacute;n en 2003, coincide Frigerio, &ldquo;este es el primer a&ntilde;o en el cual la administraci&oacute;n ha presentado problemas de caja, y si bien se ha advertido un mayor protagonismo de algunos gobernadores, no se registr&oacute; un movimiento o alianza general que pusiera en jaque la gobernabilidad a escala nacional&rdquo;. &ldquo;En buena medida &ndash;a&ntilde;ade&ndash;, colabor&oacute; con esto la creaci&oacute;n del Fondo Federal Solidario (financiado con 30% de las retenciones a la soja), que aport&oacute; unos $3.000 millones a las arcas provinciales&rdquo;.<br />
De cara a 2010, en el que el Gobierno nacional &ldquo;tampoco dispondr&aacute; de un holgado margen de ahorro&rdquo;, anticipa el analista, &ldquo;la pretensi&oacute;n de la administraci&oacute;n K es resolver la cuesti&oacute;n a trav&eacute;s de la reforma propuesta a la Ley de Responsabilidad Fiscal, que permitir&iacute;a a las provincias endeudarse para financiar el pago de salarios y cerrar sus balances con d&eacute;ficit financiero, lo cual podr&iacute;a reducir la presi&oacute;n sobre los pedidos de reformas en la distribuci&oacute;n de los recursos entre los niveles de gobierno&rdquo;.</p>
<p><strong>Horizontes</strong><br />
A la hora de resumir los principales problemas del sistema de coparticipaci&oacute;n, Llach enumera: &ldquo;que cubre solo un porcentaje de lo que se reparte a las provincias y en el resto hay una gran discrecionalidad presidencial&rdquo;, que &ldquo;los incentivos pol&iacute;ticos para determinar los impuestos tienen m&aacute;s que ver con su car&aacute;cter coparticipable o no que con su adecuaci&oacute;n a nociones de eficiencia o equidad&rdquo;, que m&aacute;s impuestos provinciales y menos nacionales reducir&iacute;an la dependencia de las provincias con respecto a la naci&oacute;n y que &ldquo;la distribuci&oacute;n entre las provincias ha respondido a criterios pol&iacute;ticos dif&iacute;ciles de justificar en una sociedad democr&aacute;tica en la que todos valemos lo mismo&rdquo;.<br />
D&iacute;az Frers menciona tres cuestiones centrales entre muchas m&aacute;s: que &ldquo;la distribuci&oacute;n primaria no responde a la actual divisi&oacute;n de responsabilidades entre el Gobierno nacional y los provinciales&rdquo;, que &ldquo;la distribuci&oacute;n secundaria no contribuye a un desarrollo equitativo entre provincias&rdquo; y que el sistema es proc&iacute;clico porque las provincias tienen bajos incentivos para ahorrar.<br />
En resumen: los analistas creen que deber&iacute;a modificarse la coparticipaci&oacute;n primaria teniendo en cuenta c&oacute;mo se dividen el gasto p&uacute;blico el Estado nacional y los Estados provinciales; que deber&iacute;a cambiarse la distribuci&oacute;n secundaria seg&uacute;n criterios objetivos y probablemente m&oacute;viles, con par&aacute;metros que permitan premiar o castigar el comportamiento fiscal de las provincias; que se tendr&iacute;an que dise&ntilde;ar mecanismos que desincentiven lo proc&iacute;clico del sistema (por ejemplo, la Ley de Responsabilidad Fiscal); que tendr&iacute;an que ganar peso los impuestos provinciales frente a los nacionales.</p>
<p><strong>El problema de la suma cero</strong><br />
Enunciados los principales inconvenientes, reconocidos los riesgos que el sistema actual puede acarrear e identificados al menos los temas que se deber&iacute;an discutir para el cambio, solo faltar&iacute;a encarar el debate. Pero quedan m&aacute;s puntos que complican la situaci&oacute;n.<br />
Por empezar, la coparticipaci&oacute;n es una &ldquo;ley convenio&rdquo;. Esto quiere decir que su modificaci&oacute;n requiere no solo de la aprobaci&oacute;n en las dos c&aacute;maras del Congreso Nacional sino, tambi&eacute;n, la ratificaci&oacute;n de los 23 Gobiernos provinciales y el porte&ntilde;o. El consenso &ndash;valga la exageraci&oacute;n&ndash; debe ser un&aacute;nime.<br />
Entonces uno podr&iacute;a imaginar esa b&uacute;squeda de consenso. Y ah&iacute; se suma el problema de la suma cero: la suma de los coeficientes de los 24 distritos da, obviamente, 100 (para llegar a 100% de los recursos). As&iacute; que para que cualquier provincia tenga un coeficiente mayor que el actual, otra debe ceder puntos de coparticipaci&oacute;n.<br />
Una soluci&oacute;n podr&iacute;a pasar porque sea el PEN el que sacrifique recursos. Si la torta se agranda, menos puntos pueden significar la misma cantidad de fondos. Hace un a&ntilde;o, D&iacute;az Frers lo planteaba as&iacute;: &ldquo;Alguien tiene que ceder para poder compensar a las provincias m&aacute;s perjudicadas, y hoy parece que la Naci&oacute;n es la que debe hacerlo&rdquo;.<br />
Pero, advierte la analista, &ldquo;solo un Gobierno realmente comprometido con la igualdad de oportunidades en todo el territorio tendr&iacute;a incentivos para hacerlo&rdquo;, y aun as&iacute;, deber&iacute;a pagar el costo pol&iacute;tico de &ldquo;identificar de d&oacute;nde surgir&iacute;an esos recursos a resignar y qu&eacute; gasto se recortar&iacute;a&rdquo;.<br />
Llach sostiene que &ldquo;solo un Presidente de esp&iacute;ritu realmente reformista sacrificar&iacute;a la concentraci&oacute;n de recursos&rdquo;. Y eval&uacute;a que &ldquo;las cesiones que eventualmente tendr&iacute;an que hacer las provincias perdedoras si cambiara la distribuci&oacute;n secundaria ser&iacute;an m&aacute;s viables con una reforma que empezara a hacerse efectiva no durante los mandatos de quienes est&aacute;n en el poder sino m&aacute;s adelante en el tiempo&rdquo;.<br />
Casi como una queja, Frigerio apunta que &ldquo;la dificultad de cumplir con el mandato constitucional (la ley convenio) solo sirvi&oacute; como excusa para seguir deteriorando el federalismo a niveles nunca antes vistos&rdquo;. Y, ante las dificultades, considera que en el corto plazo es m&aacute;s viable &ldquo;implementar soluciones intermedias &lsquo;por afuera de la ley&rsquo;&rdquo;, como la coparticipaci&oacute;n plena del impuesto al cheque o la eliminaci&oacute;n de la financiaci&oacute;n tributaria de la ANSeS, entre otras.<br />
El director de E&amp;R coincide sin embargo con su par de abeceb.com en que el pa&iacute;s perdi&oacute; &ldquo;una gran oportunidad&rdquo; para encarar la reforma. Para Frigerio, fue &ldquo;cuando la Naci&oacute;n qued&oacute; instalada como la gran ganadora desde el punto de vista fiscal del modelo&rdquo; y antes de que mostrara, tambi&eacute;n ella, &ldquo;un frente fiscal deteriorado&rdquo;. Para Sica, &ldquo;una gesti&oacute;n que llega al final de su ciclo, como esta, ya no tiene ni el tiempo ni el poder suficiente para embarcarse en una discusi&oacute;n de esta magnitud&rdquo;; pero, adem&aacute;s, cree que la chance estuvo en los pasados a&ntilde;os de cuentas provinciales ordenadas y no hoy, cuando &ldquo;las necesidades apremian y a lo sumo se podr&aacute;n hacer algunos retoques&rdquo;.<br />
Pesimismos aparte, Frigerio insiste en que es &ldquo;imprescindible avanzar por lo menos en algunas cuestiones b&aacute;sicas que les permitan a las provincias financiar los bienes p&uacute;blicos que tienen a su cargo, que son, adem&aacute;s, los m&aacute;s sensibles para la poblaci&oacute;n&rdquo;. &ldquo;En definitiva &ndash;concluye&ndash;, el deterioro del federalismo repercute directamente en la calidad de la educaci&oacute;n, la salud, la seguridad y la justicia que reciben los ciudadanos&rdquo;.</p>
<p>&nbsp;</p>
<table cellspacing="0" cellpadding="0" border="0" bgcolor="#e0dfe3" width="500">
<tbody>
<tr>
<td>
<p><font color="#000000"><strong>Federalismo ingobernable</strong></font></p>
<p>Por Miguel Braun (*)</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_6.jpg" /></p>
<p>El federalismo argentino es ingobernable, en las malas. Cuando la econom&iacute;a crece, el Presidente es popular y encima tiene caja. Con la caja consolida su popularidad &ndash;por ejemplo, aumentando jubilaciones&ndash; y disciplina a los gobernadores y al Congreso, intercambiando obras p&uacute;blicas y cargos a cambio de apoyo pol&iacute;tico. Pero todo lo que sube tiene que bajar, dicen. Cuando llega la recesi&oacute;n, el Presidente pierde popularidad de la mano del estancamiento econ&oacute;mico, la p&eacute;rdida de empleos y la ca&iacute;da de los ingresos. Y encima, se queda sin caja porque recauda menos impuestos. Los otrora gobernadores fieles y legisladores d&oacute;ciles empiezan a mostrar los dientes, y le terminan chupando la poca sangre que le queda. Ese fue el destino de Ra&uacute;l Alfons&iacute;n, que con la recesi&oacute;n que sigui&oacute; al Plan Austral y la hiperinflaci&oacute;n tuvo que archivar el tercer movimiento hist&oacute;rico y entregar antes el poder. Le pas&oacute; tambi&eacute;n a Carlos Menem, que con la recesi&oacute;n que empez&oacute; en 1998 se tuvo que conformar con una sola reelecci&oacute;n. Fernando De la R&uacute;a sufri&oacute; este problema como nadie, y Cristina Fern&aacute;ndez de Kirchner est&aacute; empezando a sentirlo. <br />
Pasa que las reglas del federalismo argentino ungen a un monarca constitucional en las buenas, y en las malas le devuelven el poder a los barones feudales, que se reparten los despojos del monarca ca&iacute;do. Las provincias tienen de jure un gran poder. Est&aacute;n representadas en el Congreso Nacional, y tienen gran autonom&iacute;a de gasto y endeudamiento. Este poder es superado de facto, como vimos arriba, cuando la econom&iacute;a crece. <br />
En otros pa&iacute;ses, esta dicotom&iacute;a se resuelve con acuerdos de largo plazo que permiten ahorrar recursos en las buenas para gastarlo en las malas, como est&aacute; pasando hoy en todo el mundo desarrollado y en Chile. Estos acuerdos se cementan con reglas claras, una administraci&oacute;n p&uacute;blica profesional y una justicia independiente. Tres tareas pendientes si queremos alg&uacute;n d&iacute;a tener un federalismo gobernable.</p>
<p>(*) Miguel Braun es director Ejecutivo de CIPPEC (Centro de Implementaci&oacute;n de Pol&iacute;ticas P&uacute;blicas para la Equidad y el Crecimiento).</p>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_7.gif" /></p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_8.gif" /></p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1100_5_9.gif" /></p>
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