Volvió el debate tradicional. Una de las posiciones dice que, en condiciones excepcionales, la industria textil nacional funciona bien. Pero como no tiene fuertes ventajas competitivas o comparativas con relación a otros productores mundiales, a la primera dificultad, la actividad se resiente y entra en crisis.<br />
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La otra posición, la de los industriales del sector, sostiene que no reclaman ni requieren condiciones excepcionales. Solamente que se evite la competencia desleal, se asegure un tipo de cambio conveniente y créditos comerciales y para reequipamiento. En la actual coyuntura, el Gobierno está listo para arrimar el hombro en los dos primeros temas, pero nada podrá hacer en el tercero.<br />
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En tanto, la industria textil refleja sus luces y sombras en este informe, a través de voceros calificados.<br />
“En 2002 el sector se reactiva y se recuperan unos 233.000 puestos de trabajo de los 300.000 que se perdieron en los 90. En esa década, la industria textil fue una de las afectadas por un tipo de cambio favorable a la importación y no a la producción. Se beneficiaron intereses que no eran los de la industria y esto ocasionó el cierre de empresas y la pérdida de empleos”, señala el presidente de la fundación Pro Tejer, Pedro Bergaglio.<br />
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En el sector predominan las Pyme, y en ese sentido Bergaglio destaca: “A pesar de las dificultades volvieron a producir, pudieron pagar deudas que arrastraban de los 90 y las utilidades que obtuvieron las invirtieron en el negocio y en la capacitación del personal”.<br />
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Entre 2002 y el primer semestre de 2007, la producción creció 120%, y sobre la evolución en esos años Mariano Kestelboim, economista de la fundación, indica: “Desde mayo de 2002 y hasta fines de 2003 la actividad creció rápidamente, el tipo de cambio era competitivo y el nivel de importaciones no fue significativo. Entre 2004 y el primer semestre de 2007, el uso de la capacidad instalada se incrementó hasta alcanzar 80%, a la vez aumentaron los costos de producción y disminuyó la rentabilidad. En ese período las importaciones continuaron en alza, en 2006 alcanzaron los niveles de los 90, para superarlos en 2007. En el segundo semestre de 2007, la importación fue récord, afectando en especial a los últimos eslabones de la cadena, las confecciones”.<br />
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Por su parte, Aldo Karagozian, CEO de la hilandería TN & Platex y uno de los fundadores de Pro Tejer, explica: “El sector textil es muy sensible a los cambios en la economía. Creció inmediatamente después de la crisis, pero en 2007 observamos un estancamiento en la producción, que desde mediados del año pasado se transformó en caída. Como hilandería somos la base de la industria, proveemos a otras empresas, y es por eso que somos un buen termómetro del sector. En TN & Platex la demanda de hilo disminuyó entre 20 y 30%”. <br />
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Con más de 50 años en el mercado argentino, TN & Platex fabrica hilados de algodón y mezclas que son la materia prima con la que otras empresas producen camisas, pantalones, remeras, buzos, sábanas, toallas, manteles, cortinas, trapos de piso, diversas telas, entre otros artículos. La compañía tiene siete plantas en Chaco, La Rioja, Tucumán, Corrientes y Catamarca y un laboratorio de análisis de calidad en Buenos Aires. Exporta menos de 10% de la producción a Chile, Uruguay y Alemania. “La empresa está fundamentalmente dedicada al mercado interno, sólo crecemos si crecen nuestros clientes”, afirma Karagozian. <br />
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<strong>Más importaciones y menos consumo</strong><br />
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Los empresarios textiles coinciden en que el aumento de las importaciones y la contracción del consumo son las principales causas de la desaceleración.<br />
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“Las importaciones superaron las de los años de la convertibilidad, y en un mercado que se reduce tienen un efecto aún más perjudicial”, aclara Karagozian. <br />
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En cuanto a la disminución del consumo, sostiene: “La inflación erosionó la capacidad adquisitiva del salario. Por otra parte, los precios de la industria no explican los altos precios que pagan los consumidores. No hubo grandes aumentos en hilados y telas, sin embargo, cuando la ropa llega al público vemos que entran a jugar otros factores, entre ellos los alquileres”. <br />
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En 2003 las compras al exterior alcanzaron los US$ 612 millones, treparon a US$ 1.315 millones en 2007 y en 2008 se estiman en US$ 1.650 millones. “La mercadería que ingresa al país abarca desde hilados hasta indumentaria. No estamos en contra de la importación que complementa lo que se fabrica en el país, sino de la que desplaza la producción nacional”, afirma Bergaglio, y agrega: “Lo que pedimos es control aduanero, la aplicación de licencias no automáticas y la fijación de valores criterio que impidan el ingreso de mercadería por debajo del costo. Los industriales no evitamos competir, pero queremos una competencia en términos razonables”. <br />
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A su vez, Kestelboim explica: “En los 90 y los primeros años de 2000, Brasil representaba 50% de las importaciones totales, pero luego retrocedió a cerca de 34%. En tanto China, que representaba 2% de las compras totales en el exterior en 2003, pasó a 25% el año pasado”. <br />
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“El Mercosur perdió participación frente a países asiáticos, en especial China e India; también ingresan productos desde Indonesia, Malasia, Myanmar, Corea. La expansión de las exportaciones de China, junto con el crecimiento de las de India golpean a la industria textil en todo el mundo”. <br />
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<strong>US$ 1.100 millones en compras externas</strong><br />
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Entre enero y noviembre de 2008, el total de las compras al exterior alcanzó los US$ 1.516 millones, el principal origen fue Brasil con tejidos de algodón e hilados, además de materias primas como algodón y fibras manufacturadas. En prendas de vestir la mayoría proviene de China, seguida por Brasil, Uruguay, Paraguay, Perú, Vietnam y Myanmar. <br />
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Las exportaciones en 2007 sumaron US$ 573 millones, y entre enero y noviembre de 2008 llegaron a US$ 513 millones. <br />
Unas 1.800 empresas comercializan en el exterior, de acuerdo a estimaciones de Pro Tejer, y los países de América del Sur son el principal destino de productos como prendas de vestir, sábanas, manteles, toallas o tapicería. <br />
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Una de las empresas afectadas por el incremento de las importaciones es Algoselan Flandria. “Estamos en contra de las importaciones a valores que no son reales. Por ejemplo, el año pasado se detectó una compra de tela de denim (que se utiliza para producir jeans) a US$ 1,20 el kilo, cuando el kilo de algodón cuesta US$ 1,60”, señala Carlos Diforti, presidente de la compañía. <br />
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En San Martín, Buenos Aires, Algoselan, fabrica desde 1951 gabardinas de algodón, entre otras telas que vende a la industria de la confección, y también a la del calzado para producir zapatillas. En diciembre de 2001 compró Algodonera Flandria, compañía fundada en 1926 en Luján por el empresario belga Julio Steverlynck y cerrada en 1996. “Algodonera Flandria era un símbolo de la industria textil, por eso cuando salió a remate quisimos comprarla. El abandono era total, tuvimos que restaurar e invertir en infraestructura. Son 32 hectáreas y hay distintos edificios. Pensamos que se podía destinar a un parque industrial, y ya hay 23 empresas radicadas, de las cuales 16 son textiles, una de ellas es Italcolore, una tintorería de capitales italianos y argentinos. El vicepresidente de Italcolore, Marco Meloni, indica: “Se invirtió en tecnología apostando a una mayor producción, diversidad y calidad”. <br />
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En la parte del parque industrial que ocupa Diforti produce tela denim: “En la Argentina se consumen entre 40 y 50 millones de metros de tela de jean por año. Las fábricas en la Argentina están en condiciones de abastecer el mercado con más de 40 millones. El problema es la importación, sobre todo de China, porque con Brasil la competencia es razonable”, afirma. <br />
La empresa registró una caída de producción entre 25 y 30% en 2008. “Como estrategia diversificamos la producción. En 2003 fabricábamos tres artículos de denim y para la actual temporada de verano desarrollamos 73 artículos. En directa relación con el objetivo de cada marca de indumentaria de diferenciarse, lo que las obliga a innovar en forma permanente. Nos plantean la clase de tela que quieren para hacer las prendas de jean y nosotros les podemos brindar los productos en el tiempo que necesitan. Eso no se puede lograr con telas importadas, ya que un importador trae mercadería estándar en grandes volúmenes y con los tiempos de una compra en el exterior”.<br />
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<strong>Mediano plazo</strong><br />
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Entre los productos que ingresan desde Asia se incluye ropa para bebes y niños, con importaciones en alza desde 2007: “Entraba ropa a precios inferiores al costo de la tela, y eso se pudo ir resolviendo con el trabajo de la Aduana”, afirma Sebastián Reeves, uno de los creadores de Nubecita, que produce ropa para bebés y niños. Con una fábrica en Mataderos, la empresa llega en forma directa a comercios en todo el país, y las ventas se concentran en Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Juan y Buenos Aires. Nubecita también cuenta con tres locales propios en Capital Federal que abrió en los últimos años. “Desde la creación de la empresa el objetivo fue ofrecer prendas de calidad a precios accesibles, eso nos permitió pasar la crisis y crecer. Apostamos al diseño, ampliamos las líneas de productos sumando prendas para niños a la ropa para bebés. Se pudo aumentar la capacidad instalada en la fábrica, comprar maquinaria, incorporar tecnología. Pero sin créditos no se logra expandir la producción”, explica Reeves. <br />
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Con la caída de las ventas en 2008, Reeves dice que postergó una inversión en máquinas y planifica la producción de acuerdo a la evolución de la demanda. <br />
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Las compras a China no afectan a todos por igual, y en el caso de Linkolan, que produce tejidos de lana con los que se confeccionan trajes, la mayor competencia proviene de Uruguay. <br />
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Aldo Linkowski, vicepresidente de la empresa explica: “Uruguay es un gran productor de tejidos de lana, y sus ventas se dirigen al Mercosur. Es nuestro principal competidor, aunque en menor medida también lo es Brasil”. Creada en 1946, Linkolan tiene plantas de hilandería, tejeduría y tintorería en Buenos Aires y en San Luis.<br />
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“La decisión fue enfocarnos en productos de alta calidad, para eso invertimos en tecnología para procesar lanas finas; se utiliza materia prima de alto valor. Así se elaboran telas de alta gama con las cuales nuestros clientes confeccionan trajes para hombre y mujer destinados a un segmento ABC1. Los diseñadores nos piden diferentes clases de tela, diversidad de colores en especial para los trajes de mujer, diseños exclusivos”, sostiene Linkowski. <br />
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La compañía vende en todo el país y exporta 25% de su producción a Estados Unidos, Perú y Chile. “Los pedidos para este año disminuyeron tanto en el país como en el exterior”, dice Linkowski, y agrega: “En el sector hay empresas con más de 50 años de trayectoria que atravesaron distintas crisis. En los 70 fue la apertura indiscriminada de Martínez de Hoz, los 90 encontraron al sector tecnificado, pero el tipo de cambio no permitía competir. En los últimos años hubo crecimiento, pero la inflación nos hizo perder rentabilidad y aumentaron las importaciones”. <br />
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Por su parte, Karagozian señala: “En el mediano y largo plazo soy optimista. El Gobierno ha tomado medidas para controlar el ingreso de productos del exterior; además el sector está mejor preparado para enfrentar una crisis, a diferencia de los 90. En esa década, muchas empresas tenían deudas en dólares por la compra de maquinaria, y ventas a cobrar a largo plazo. Hoy eso no ocurre, el sector está sano y somos mucho más productivos que hace 10 años, se produce 25% más que en los 90”.
La industria textil es el primer sector en reducir su crecimiento
Para la industria, 2008 no fue un año para celebrar y, en el caso del sector textil, fue el primero en el que se registró una disminución de la actividad, estimada en 35% de acuerdo a datos de Fundación Pro Tejer. Hasta los primeros meses del año pasado se trabajaba cerca del límite de la capacidad instalada.