Uno de los principales cambios que estamos viendo es que el lobby, entendido como ese “acto legítimo de participación pública” del que habla la OCDE, se está convirtiendo no en uno más, sino en el principal agente transformador de la política pública y regulatoria de un país. ¿Hacia dónde camina esta actividad en los próximos meses? ¿Cómo se está adaptando a las nuevas tecnologías? ¿De qué forma impacta en el negocio y la reputación de las empresas?
El informe “Democracia y populismo: tendencias en los asuntos públicos en 2023” elaborado por LLYC responde a estas preguntas. Asimismo, el documento constata, con ayuda de ChatGPT, cómo las tendencias globales a las que se dirige el lobbying se han consolidado en tres direcciones principales:
- Tecnología. Por un lado, a través de la integración de la inteligencia artificial para ganar en eficiencia y automatización de las tareas. Por otro, con la ingeniería de datos (data-driven lobbying) para lograr un mayor potencial diagnóstico y una anticipación temprana de tendencias.
- Rendición de cuentas buscando una mayor transparencia a través de la regulación y con la medición del impacto en el negocio y la reputación de la actividad.
- Competitividad y diferenciación a través de una Better & Smart Regulation y del lobbying de campaña.
En definitiva, LLYC cree que la actividad del lobby en 2023 será más techie, más medible y técnica, más de guerrilla. En el informe han participado los equipos de Asuntos Públicos de los países en los que está presente la firma, entre ellos la Argentina, quienes analizan los retos políticos y económicos para los próximos meses.
Para Joan Navarro, socio y vicepresidente de Asuntos Públicos en LLYC: “Entre crisis económicas, sanitarias y humanitarias, la tensión entre populismo y democracia es ya la principal constante del primer cuarto del siglo XXI. En este informe queremos mostrar el compromiso de la actividad de Asuntos Públicos con el papel económico y social de la empresa, con el crecimiento económico equilibrado, sostenible e inclusivo, que es la mejor receta para consolidar nuestra convivencia y nuestra democracia”.
Estas son las seis tendencias globales que marcarán los Asuntos Públicos en 2023:
1.- Integración de la inteligencia artificial en los procesos: los equipos de Asuntos Públicos introducirán en su día a día herramientas que hacen tareas sencillas y repetitivas como ChatGPT. Aunque muy mejorable, la velocidad de aprendizaje y de mejora de estos sistemas es vertiginosa. La clave es participar activamente del ensayo-error y dotarse de protocolos que ayuden a definir un marco de trabajo ético y honesto.
2.- Ingeniería de datos (data-driven lobbying): el trabajo híbrido de analistas de inteligencia y de datos en el ámbito del lobbying trata de mejorar la calidad y el potencial de los diagnósticos, permitiendo a través de la gestión de grandes volúmenes de datos tomar decisiones más allá de la intuición. El gran reto de este 2023 es la mirada prospectiva, que permita la anticipación temprana de grandes tendencias políticas y regulatorias.
3.- Transparencia y regulación: a las necesidades que garantizan la claridad de la actividad (registro de grupos de interés, publicación de agenda de altos cargos, código de conducta o régimen de sanciones) se suma el reto de incorporar en las futuras regulaciones, sin restar eficacia, el lobbying indirecto. Es algo que ya hemos visto en algunos borradores, como el anteproyecto de ley de transparencia e integridad en las actividades de los grupos de interés, anunciado por el Gobierno español para este 2023.
4.- Medición: la actividad de asuntos públicos impacta en el negocio y la reputación de sus empresas. Definir el modelo de ese impacto es otro de los retos de una actividad que se ha pasado los últimos 15 años profesionalizándose. Solo será capaz de pasar al olimpo de las áreas estratégicas y los consejos de dirección si logra medirse.
5.- Better & Smart Regulation: ya no es que la actividad del lobby impacte en el negocio y la reputación de una organización, es que la propia regulación (su calidad y complejidad) afecta al ecosistema empresarial de un país. Trabajar un lobby técnicamente más sofisticado y dinámico, capaz de descomplicar la norma, es también parte de los deberes que hemos de afrontar en los próximos años.
6.- El lobbying de guerrilla: incorpora el marketing, la comunicación y/o la publicidad para ganar potencia de tiro y está orientado a resultados en el corto plazo. En estos procesos, entra también el trabajo sobre políticas conductuales, sobre todo en las organizaciones B2C, que buscan ganar eficiencia a través de influir también en los comportamientos y las decisiones a través de técnicas conductuales que facilitan el consentimiento y adhesión a una norma. El etiquetado de alimentos, por ejemplo, va en esa dirección.