Por Paolo Cossarini (*)
Muere con 86 años, tras décadas en el foco de la vida pública. No se puede comprender la Italia de hoy sin tener en cuenta la figura de Berlusconi: la vida política, económica, cultural y deportiva del país transalpino ha estado marcada por el Cavaliere.
Berlusconi empieza su imperio económico y mediático en la Italia de los “años de plomo”, del terrorismo de extrema derecha y de extrema izquierda. Una Italia aún marcada por los dos grandes partidos de masas, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, expresiones de las divisiones ideológicas del siglo XX. En este contexto, Berlusconi emerge como hombre de negocios que lleva a cabo una transformación, a la vez cultural e ideológica, que todavía hoy marca al país.
En los años 70 y 80, Berlusconi cultivó relaciones muy profundas con el poder de todo tipo, legal e ilegal. Ingresa en la logia masónica P2, se vincula con personajes de la Cosa Nostra y tiene una relación estrecha con el líder socialista Bettino Craxi, quien le permitió orquestar el monopolio de los medios de comunicación privados.
Televisión ligera, éxitos deportivos
Berlusconi funda los primeros canales televisivos privados a escala nacional: Canale 5 en 1980 y, más tarde, Italia Uno y Rete 4. Gracias a estos, y a los programas que en ellos se emitían como Drive In y Dallas –con chicas semidesnudas en el escenario–, Berlusconi entra en las casas de los italianos, rompiendo así el monopolio de la RAI.
Espejo de una nueva sociedad que ansía tiempos de ligereza y prosperidad y, a la vez, arma propagandística para construir una hegemonía cultural, las televisiones cambian paulatinamente las costumbres populares, promoviendo una cultura neoliberal.
Son los años del éxito empresarial, mediático y deportivos, con el Milan Fútbol Club. También son los años de su discesa in campo, su bajada al terreno de juego de la política. Y sobre todo son los años de los escándalos de corrupción de Tangentopoli, la desaparición de la Democracia Cristiana y la transformación del Partido Comunista.
Son igualmente los años de la caída de los políticos que le habían ayudado, así como los años de la lucha –ensangrentada– entre el Estado Italiano y la Mafia. Se produce la caída de la Primera República.
Berlusconi ve la oportunidad y hace de la necesidad virtud: funda Forza Italia, un nuevo partido a imagen y semejanza de sus empresas, y en pocos meses gana las elecciones generales. En 1994 Berlusconi llega por primera vez a la Presidencia del Gobierno.
El legado político
Promesas demagógicas, estilo directo y contrario a la corrección política, y sobre todo relación directa con su electorado. Con esas armas Berlusconi pasó de revolucionar la economía y la cultura a revolucionar la política, de transformar lo popular a inventar el moderno populismo Europeo. Son los años 90: nace oficialmente el berlusconismo.
Hoy, treinta años después de su llegada a la política, Berlusconi deja un legado político y social que, en muchos aspectos, va más allá de las fronteras nacionales.
Anticipó varias características de los líderes populistas de derecha de hoy día. Fomentó como pocos la polarización política y afectiva. Suyo es el lema hipersimplista, y sin embargo tremendamente eficaz, “libertad o comunismo”, emulado en muchas otras latitudes.
Líder carismático, permanentemente irritado por los juicios en su contra (más de treinta) y por los mecanismos de equilibrios de poder en general, Berlusconi se ha pasado su vida pública legitimando sus acciones políticas únicamente con el respaldo electoral que recibía.
Antipolítica y postvergüenza
En buena medida anticipó la ola global de populismo y la encarnación del ególatra de derecha, desde Donald Trump hasta Jair Bolsonaro, pasando por Boris Johnson.
Berlusconi ha representado la antipolítica que se convierte en élite, la demagogia y la transgresión de lo políticamente correcto, además del auge del machismo en la retórica política. Tanto es así que la hemeroteca está llena de un sinfín de discursos y chiste machistas del líder italiano, a los que se suma la política de los escándalos y, como se ha argumentado, de la posvergüenza.
Legitimación de la derecha radical
Al fin y al cabo, la “revolución liberal” que prometió al llegar al poder se quedó más bien en papel mojado. No tubo lugar esa liberalización de la economía tan prometida. Muy al contrario, Berlusconi llevó a Italia al borde del impago de la deuda en 2011 durante la crisis financiera.
Lo que sí se produjo fue la legitimación de la extrema derecha posfascista y su entrada en el gobierno del país, con posibles consecuencias a nivel europeo. A día de hoy el Partido Popular Europeo, temiendo perder un gran número de escaños en las europeas de 2024, se apremia para forjar una alianza con los derechistas del grupo conservador ECR, presidido por Giorgia Meloni.
El tiempo nos dirá si con la muerte de Berlusconi se muere también el berlusconismo o si, al revés, su legado será la normalización del radicalismo cultural y político de derecha.
(*)Postdoctoral Fellow, Universitat de València