La tecnología definirá el futuro de la geopolítica

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El enorme poder que ha adquirido la innovación permite que un país como Ucrania pueda contener los ataques rusos durante un año. Cuando las fuerzas rusas marcharon sobre Kiev en febrero 2022, pocos pensaron que Ucrania sobreviviría.

Rusia tenía más del doble de soldados que Ucrania. Su presupuesto militar era más de diez veces más grande. En Estados Unidos se pensó que Kiev caería en una o dos semanas como mucho. Superada en armas y en soldados, Ucrania recurrió a un área en la que tenía ventaja sobre su enemigo: la tecnología. Así lo explica Eric Schmidt en Foreign Affairs.

Poco después de la invasión, el gobierno subió a la nube todos sus datos críticos para salvaguardar la información y mantener el funcionamiento aunque los misiles rusos hicieran polvo las oficinas ministeriales. El Ministerio de Transformación Digital del país, que el presidente Volodymyr Zelensky había creado dos años antes, cambió el propósito de la aplicación de e-government: el objetivo era recolectar datos de inteligencia con fuente abierta para que los ciudadanos pudieran subir fotos y videos de unidades militares enemigas.

Con la infraestructura de comunicaciones en peligro, los ucranianos recurrieron a satélites Starlink y estaciones en tierra que les brindó SpaceX para mantenerse conectados. Cuando Rusia envió sus drones de fabricación iraní, Ucrania compró otros diseñados especialmente para interceptar los ataques mientras sus militares aprendían a usar armas desconocidas suministradas por sus aliados occidentales. En este juego de gato y ratón Ucrania fue la más ágil. Y así lo que Rusia había imaginado que sería una invasión rápida y fácil resultó cualquier cosa menos eso.

El éxito de Ucrania puede atribuirse en parte a la determinación del pueblo ucraniano, la debilidad del ejército ruso y la fuerza del apoyo occidental. Pero también se debe a una nueva fuerza de política internacional: la capacidad de innovación, que significa la habilidad para inventar, adoptar y adaptar nuevas tecnologías. Contribuye tanto al poder duro como al poder blando.

Los sistemas de armamento de alta tecnología aumentan el poderío militar, las nuevas plataformas y las normas que las rigen brindan influencia económica, y la investigación y las tecnologías de vanguardia aumentan el atractivo mundial.

Hay una larga tradición de estados que usan la innovación para proyectar su poder hacia el exterior, pero lo que ha cambiado es la naturaleza autoperpetuadora de los avances científicos. Los desarrollos en inteligencia artificial en particular no solo destraban áreas nuevas de descubrimientos; también aceleran ese mismo proceso. La inteligencia artificial aumenta la capacidad de científicos e ingenieros para descubrir tecnologías cada vez más potentes, fomentan avances en la propia inteligencia artificial y en otros campos.

La capacidad de innovar más rápido y mejor – la base sobre la que se asienta ahora el poder militar, económico y cultural – va a determinar el resultado de la pugna de poder entre China y Estados Unidos. Por ahora, Estados Unidos sigue al frente. Pero China ya se está poniendo al día en muchas áreas y ya ha tomado la delantera en otras. Para en esta contienda decisiva para el siglo, el business as usual no basta. El gobierno norteamericano tendrá que superar sus anquilosados impulsos burocráticos, crear condiciones favorables para la innovación e invertir en herramientas y talento necesarios para inaugurar el círculo virtuoso del avance tecnológico. Debe comprometerse a promocionar la innovación porque lo que está en juego es el futuro de las sociedades libres, los mercados abiertos, el gobierno democrático y el orden mundial.

Conocimiento es poder

 Los nexos entre la innovacion tecnológica y la dominación global existen desde hace siglos, desde los mosquetes que empuñó el conquistador Francisco Pizarrolo para derrotar al Imperio Inca hasta los barcos de vapor que comandó el comodoro Matthrew Perry para forzar la apertura de Japón. Pero la velocidad que está adquiriendo la innovación no tiene precedentes. En ninguna parte es más claro este cambio que en una de las tecnologías fundacionales de nuestro tiempo: la inteligencia artificial.

Los sistemas IA de la actualidad ya pueden brindar ventajas clave en el ámbito militar, donde pueden analizar millones de datos, identificar patrones y alertar a los mandos de la actividad enemiga. El ejército ucraniano, por ejemplo, usó IA para escanear datos de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de diversas fuentes.

Sin embargo, cada vez más, los sistemas de IA irán más allá de la mera asistencia a la toma de decisiones humanas y empezarán a tomar decisiones por sí mismos.

En épocas anteriores, las tecnologías que determinaban la geopolítica –del bronce al acero, de la energía de vapor a la fisión nuclear — eran en gran medida singulares. Había un umbral claro de dominio tecnológico, y una vez que un país lo alcanzaba, el campo de juego se nivelaba.

La inteligencia artificial, por el contrario, es generativa por naturaleza. Al presentar una plataforma para la innovación continua científica y tecnológica, puede dar lugar a más innovación.

Ese fenómeno hace que la era de IA sea fundamentalmente diferente de la Edad de Bronce o la Edad de acero. En lugar de la riqueza en recursos naturales o el dominio de una tecnología determinada, la fuente del poder de un país reside ahora en su capacidad para innovar continuamente.

El círculo virtuoso no hará más que acelerarse. Una vez que la computación cuántica alcance la mayoría de edad, las computadoras ultrarrápidas permitirán procesar cantidades de datos cada vez mayores y producir sistemas de IA cada vez más inteligentes.

A su vez esos sistemas, podrán producir innovaciones revolucionarias en otros campos, desde biología sintética hasta fabricación de semiconductores. La IA cambiará la naturaleza misma de la investigación científica.

Inteligencia artificial general

Más poderosa todavía que la IA actual es otra más completa -por ahora, dada la potencia de cálculo actual, todavía hipotética- llamada “inteligencia general artificial” o AGI. Mientras que la IA tradicional se diseña para resolver un problema concreto, la AGI debe ser capaz de realizar cualquier tarea mental que pueda realizar un ser humano y más.

Aún faltan años, incluso décadas, para la llegada de la AGI, pero el país que desarrolle primero esta tecnología tendrá una gran ventaja, ya que podrá utilizarla para desarrollar versiones cada vez más avanzadas de la AGI y, de paso, obtener una ventaja en todos los demás campos de la ciencia y la tecnología.

Si bien muchos de los efectos más transformadores de IA todavía están lejanos, la innovación en drones ya está mejorando el campo de batalla. En 2020, Azerbaiyán empleó drones turcos e israelies para lograr una ventaja decisiva en su guerra contra Armenia en la disputada región Nagorno-Karabaj. Del mismo modo, la flota ucraniana de drones – muchos de los cuales son modelos comerciales de bajo costo reutilizados para reconocimiento tras las líneas enemigas- jugaron un papel fundamental en sus éxitos.

Los drones ofrecen ventajas notables sobre las armas tradicionales: son más pequeños y más baratos, ofrecen capacidades de vigilancia inigualables y reducen la exposición de los soldados. Con el tiempo, los drones autónomos armados -no sólo los vehículos aéreos no tripulados, sino también los terrestres- acabarán sustituyendo a los soldados y a la artillería tripulada. Imaginemos un submarino autónomo capaz de transportar rápidamente suministros a aguas disputadas o un camión autónomo capaz de encontrar la ruta óptima para transportar pequeños lanzamisiles a través de terrenos accidentados.

Enjambres de drones, conectados en red y coordinados por IA, podrían abrumar a formaciones de tanques e infantería sobre el terreno. En el Mar Negro, Ucrania ha utilizado drones para atacar barcos rusos y buques de suministro, ayudando a un país con una armada minúscula a constreñir a la poderosa Flota del Mar Negro rusa. Ucrania ofrece un anticipo de los conflictos del futuro: guerras que librarán y ganarán humanos y máquinas trabajando juntos.

Una carrera hacia la cima

La razón principal por la que la innovación ofrece semejante ventaja es que engendra más innovación. Esto se debe a la dependencia del camino que surge de los grupos de científicos que atraen, enseñan y forman a otros grandes científicos en universidades y empresas tecnológicas. Pero también porque la innovación se construye sobre sí misma. Se basa en un proceso de invención, adopción y adaptación que genera un ciclo de retroalimentación Si algún eslabón de la cadena se rompe, también lo hace la capacidad de un país para innovar eficazmente.

Un invento pionero suele basarse en años de investigación previa. Por ejemplo, Estados Unidos fue pionero mundial en la era de las telecomunicaciones 4G. El despliegue de redes 4G en todo el país facilitó el desarrollo temprano de aplicaciones móviles como Uber, que requerían conexiones de datos celulares más rápidas. Con esa ventaja, Uber pudo perfeccionar su producto en Estados Unidos para extenderlo a los países en desarrollo. Esto hizo que aumentara el número de clientes a medida que la empresa adaptaba su producto a nuevos mercados.

Pero el foso que rodea a los países con ventajas estructurales en tecnología se está reduciendo. Gracias a una investigación académica más accesible y al auge del software de código abierto, las tecnologías se difunden más rápidamente por todo el mundo. La disponibilidad de nuevos avances permite a los competidores ponerse al día a velocidad récord, como hizo China con 4G.

De hecho, las empresas chinas han cosechado un éxito arrollador en la adopción y comercialización de avances tecnológicos extranjeros. En 2015, el Partido Comunista Chino presentó su estrategia “Made in China 2025” para lograr la autosuficiencia en sectores de alta tecnología.

Como parte de esta apuesta, anunció un plan económico de “doble circulación”, por el que pretende impulsar la demanda nacional y extranjera de sus productos. Mediante asociaciones público-privadas, subvenciones directas a empresas privadas y apoyo a empresas respaldadas por el Estado, Beijing invierte miles de millones de dólares para ganar la carrera por la supremacía tecnológica. Hasta ahora, los resultados son desiguales. China supera a Estados Unidos en algunas tecnologías, pero va a la zaga en otras.

Es difícil aventurar si China tomará la delantera en IA, pero el gobierno así lo cree. En 2017, Beijing anunció el plan de convertirse en líder mundial en IA para 2030, y puede que lo logre incluso antes. Ya es líder mundial en tecnología de vigilancia basada en IA, que no solo utiliza para controlar a los disidentes en su país, sino que vende a gobiernos autoritarios en el extranjero. Sigue detrás de Estados Unidos a la hora de atraer a los mejores cerebros en IA, ya que casi 60% de los mejores investigadores trabajan en universidades estadounidenses. Pero las laxas leyes chinas sobre privacidad, la recopilación obligatoria de datos y la financiación gubernamental específica dan al país una ventaja clave. De hecho, ya lidera la producción de vehículos autónomos.

Por ahora, Estados Unidos sigue manteniendo ventaja en computación cuántica. Sin embargo, en la última década, China ha invertido al menos 10.000 millones de dólares en tecnología cuántica, aproximadamente diez veces más que el gobierno estadounidense. El país trabaja para construir computadoras cuánticas tan potentes que descifrarán fácilmente los cifrados actuales.

Xi Jinping también está intentando alcanzar a Estados Unidos en biología sintética. Los científicos trabajan en una gama de nuevos desarrollos biológicos, incluido el cemento hecho con microbios que absorbe dióxido de carbono, cultivos con mayor capacidad para capturar carbono y sustitutos de la carne a base de plantas.

Esta tecnología promete mucho en la lucha contra el cambio climático y la creación de empleo. Desde 2019, la inversión privada china en biología sintética supera la estadounidense.

También en el campo de los semiconductores China tiene planes ambiciosos. El gobierno está invirtiendo enormes sumas para ser líder en fabricación de semiconductores para 2030.

Una batalla de sistemas

La contienda entre Estados Unidos y China es también una competición entre sistemas. En el modelo chino de fusión civil/militar, el gobierno promueve la competencia nacional y financia a los ganadores emergentes como “campeones nacionales”. Estas empresas desempeñan un doble papel: maximizar el éxito comercial y promover los intereses chinos de seguridad nacional. El modelo estadounidense, en cambio, se basa en un conjunto más dispar de agentes privados. El gobierno federal financia la ciencia básica, pero deja en gran medida la innovación y la comercialización en manos del mercado.

 

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