En su discurso, el presidente Xi Jinping destacó la “prosperidad común” y también dejó claro que no se prevén grandes cambios en su estrategia COVID 19, que dificulta el crecimiento.
Esto tiene profundas consecuencias para América Latina. China es el principal socio comercial de muchos países sudamericanos y su auge económico en la década de 2000 y principios de 2010 reflejó el de la propia China.
En aquel momento, países desde Colombia hasta Argentina vendieron alimentos y otras materias primas a China mientras el país experimentaba un crecimiento y una urbanización vertiginosos. El hecho de que ahora se prevea que China crezca más despacio también tendrá repercusiones en América Latina.
Entre 2003 y 2013, la economía china creció una media del 10,3% anual. Este año está previsto que crezca en torno al 3,3%. América Latina crecerá alrededor del 3,5%, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional.
El nuevo ritmo del crecimiento chino podría afectar a las economías latinoamericanas de tres formas importantes, según el economista argentino Martín Kalos, de EPyCA Consultores: Puede reducir la demanda directa de las exportaciones latinoamericanas, actuar como un lastre para los precios mundiales de las materias primas y disminuir la inversión china en la región.
Dado que el mercado de exportación de materias primas es global, “no es tan difícil encontrar otros compradores para las materias primas al precio internacional vigente” si la demanda china cae, cree Kalos. La demanda podría caer más rápido en el caso de los productos alimentarios.
En el congreso del partido, Xi destacó el interés a largo plazo de China en la seguridad alimentaria y la agricultura doméstica; su gobierno ya ha anunciado planes para aumentar la producción nacional de soja, lo que puede perjudicar a los vendedores en el extranjero, como Brasil.
Pero una caída de la inversión china es mucho más difícil de recuperar. Los proyectos en América Latina financiados a través de la ruta de la Seda o de inversiones chinas directas pueden ahora avanzar lentamente.
El tercer mandato de Xi como líder de China también llega junto a una fuerte escalada de las tensiones comerciales y políticas entre Estados Unidos y China,
Los países latinoamericanos ya vienen sufriendo las consecuencias del desacoplamiento tecnológico entre Estados Unidos y China desde 2019, cuando Washington comenzó a presionar a los países de la región para que rechazaran los contratos con el gigante tecnológico chino Huawei. Estas tensiones llegaron a un punto crítico el año pasado, cuando Brasil anunció que no excluiría a Huawei de la construcción de su red comercial 5G. Huawei también está construyendo nuevos centros de datos de computación en la nube en Chile y México, que entrarán en funcionamiento a principios del próximo año, dijo un ejecutivo de la empresa en una conferencia en septiembre.
Después de que varios funcionarios latinoamericanos presionaran a Washington para que deje de presionarles sobre sus negocios con China -o al menos les ofreciera una alternativa comparable-, el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que Washington no estaba pidiendo a los países que “eligieran entre Estados Unidos y China”. Este año, tanto Ecuador como Uruguay iniciaron conversaciones de libre comercio con Beijing.