El gran desafío: aterrizaje suave en Estados Unidos

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La invasión de Ucrania es un drama que se prolonga mientras muchos países y empresas procuran minimizar el rol de Rusia.

Un rol que, tanto como proveedor de energía, de alimentos e insumos industriales, abre oportunidades para nuevos oferentes, siempre que éstos pertenezcan a países que puedan ser considerados confiables, analiza el informe del IERAL de la Fundación Mediterránea.

Simultáneamente, y en parte ligado al nuevo shock de precios de materias primas, en Estados Unidos el debate sobre la inflación es cada vez más intenso, con crecientes dudas acerca de la capacidad de la Fed de mantenerla bajo control, luego de 40 años de estabilidad.

La última vez que la inflación se escapó de control en Estados Unidos, a fin de los años 70, sobrevino un ajuste monetario con tasas de interés que llegaron al 19,1 % anual, principal factor explicativo de la “Decada Pérdida” por la que tuviera que atravesar América Latina durante los años 80.

Las últimas decisiones y anuncios del Banco Central de los Estados Unidos surgen de la reunión cerrada el día 15 de marzo, por las que se inauguró un nuevo período, con una suba de la tasa de política de 0,25 puntos porcentuales y la proyección de seis alzas adicionales en el transcurso de 2022, hasta llegar al umbral de 1,9 % a fin de este año.

La dinámica inflacionaria no ha sido correctamente anticipada por la Reserva Federal hasta ahora. En un evento similar al de la semana anterior realizado en diciembre de 2021, por ejemplo, la proyección que hacía el organismo para la inflación de 2022 era de 2,6 % anual, o sea, 1,7 puntos porcentuales por debajo del guarismo de 4,3 % que ahora se espera para este año.

El nuevo shock petrolero puede resultar menos corrosivo para la economía norteamericana, tanto por el hecho que la matriz productiva es mucho menos intensiva en energía, como por la capacidad de respuesta de la industria no convencional de hidrocarburos.

En este sentido, el nivel de actividad se está corrigiendo a la baja en los Estados Unidos, pero no hay indicios claros que permitan predecir una recesión cercana. En cualquier escenario, los desequilibrios que se observan son muy significativos y no son sostenibles.

El mejor escenario, que conformaría un “aterrizaje suave” para la economía estadounidense deriva de un aplacamiento de las expectativas inflacionarias sin necesidad de un ajuste brusco de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.

La magnitud de los desequilibrios a corregir es ilustrada por una tasa real negativa en 6 puntos porcentuales, guarismo que no se había perforado ni siquiera durante los inflacionarios años de fin de los 70.

 

 

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