USA y China deben encontrar una manera de trabajar juntas

…y no permitir que la rivalidad envenene la cooperación. Así lo dice el Primer Ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, en un editorial de la revista norteamericana Foreign Affairs.

5 junio, 2020

“Es natural que las grandes potencias compitan. Pero es su capacidad para la cooperación lo que constituye el verdadero arte de gobernar y lo que va a determinar si la humanidad progresa en problemas globales como el cambio climático, la proliferación nuclear y la propagación de enfermedades infecciosas”, dice el Primer Ministro Lee.

El Primer Ministro escribe sobre las relaciones entre China y Estados Unidos en un editorial que titula “The endangered Asian Century” (El amenazado siglo asiático). Allí dice que las consecuencias de las decisiones que tomen Washington y Beijing van afectar al mundo entero pero muy especialmente a la región Asia-Pacífico donde ambas potencias tienen intereses.

La rivalidad entre Estados Unidos y China se intensificó en los últimos meses sobre el coronavirus, el status de Hong Kong y muchos otros temas. Las naciones de Asia, dice, observan esta tensión con la preocupación de que, si los lazos se siguen deteriorando, llegue el momento en que tengan que optar entre una u otra potencia.

Lee dice que los países asiáticos no desean verse forzados a hacerlo. Ven a Estados Unidos como una potencia residente con poderosos intereses en la región mientras que China es una realidad en el umbral de la región a quien no pueden alienar.

Buscar la confrontación pondría a ambas potencias en un camino que podría durar décadas y poner en peligro el tan anunciado “siglo de Asia”, aludiendo a la idea que Asia se proyecta como una región dominante en el siglo 21.

Durante décadas, dice Lee, Asia prosperó gracias a la Pax Americana, o sea una paz respaldada por Estados Unidos. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos fue el campeón del libre comercio y de un orden mundial integrado, basado en reglas globales y brindó un paraguas de seguridad que permitió a los países asiáticos cooperar y competir en paz. Las empresas norteamericanas también invirtieron fuerte en la región.

La Pax Americana continuó incluso después de la apertura de China en 1978 y su influencia creció mientras los países asiáticos entablaban relaciones comerciales y económicas con Beijing.

Pero China se desarrolló y se transformó. Se considera una potencia continental, quiere proteger y avanzar sus intereses en el extranjero y asegurar lo que interpreta que es su lugar en los asuntos internacionales.

Mientras tanto, no se sabe si Estados Unidos continuará soportando la carga de mantener la paz y la estabilidad internacional o si adoptará una visión más estrecha de “America First” para proteger sus intereses.

Ambas partes se encuentran ante decisiones fundamentales. “Estados Unidos debe decidir si ve el ascenso de China como una amenaza existencial y trata de detenerla con todos los medios de que dispone o si la acepta como la potencia que es”. Este último camino, agrega, significaría dolorosos ajustes para Estados Unidos. Pero por difícil que sea, vale la pena adaptarse a las aspiraciones de China dentro del actual sistema internacional de reglas y normas. Ese sistema impone responsabilidades y limitaciones a todos los países, fortalece la confianza, ayuda a solucionar conflictos y crea un entorno seguro y estable para la cooperación y la competencia.

Tratar de contener el ascenso de China podría poner a ambas partes en un camino hacia décadas de confrontación porque Estados Unidos no es una potencia en declinación. Y a diferencia de los últimos años de la Unión Soviética China posee un dinamismo tremendo y una tecnología cada vez más avanzada.

A su vez, China debe decidir si quiere ser una potencia libre de responsabilidades que se impone por su peso y su fortaleza económica pero a riesgo de que Estados Unidos y otros países la obliguen a retroceder. “No es políticamente justificable que China goce de las concesiones y privilegios que consiguió cuando era más pequeña y menos desarrollada, como los generosos términos con que se unió a la Organización Mundial del Comercio”, escribe el Primer Ministro. Ahora que es poderosa debe respetar las normas y reglas globales y también asumir mayor responsabilidad por la defensa del orden internacional. Eso implica colaborar con otros países, incluso Estados Unidos.

La evolución de las relaciones entre China y Estados Unidos tendrá ramificaciones en la región Asia-Pacífico, donde sigue siendo vital la presencia de Estados Unidos para la seguridad.

También señala que China, por su tamaño, se ha convertido en el mayor socio comercial de la mayoría de los países asiáticos, Singapur incluido. Por esas razones, los países de la región Asia Pacífico quieren mantener buenas relaciones con Estados Unidos y con China en lugar de verse obligados a elegir un bando.

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