Diez tendencias clave en Infraestructura 2020

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La sociedad muestra disconformidad y está preocupada por la problemática ambiental

La edición de Tendencias Emergentes en Infraestructura 2020 sugiere que será el año en que los gobiernos comenzarán a escuchar y responder a las necesidades de los ciudadanos.

Incluso, se estima que los mercados emergentes superen a sus pares “maduros” en tecnologías y capacidades clave, al tiempo que las empresas y los mercados financieros liderarán la agenda verde.

La inversión fluirá a nuevos mercados, y el diálogo sobre el cambio climático continuará impulsando las agendas globales. En este entorno, los gobiernos, inversores, desarrolladores y operadores deberán responder y transformarse rápidamente. Las nuevas habilidades de escucha serán críticas y se requerirán nuevas ideas.

Como conclusiones generales del estudio se desprende que la sociedad está demostrando disconformidad y está preocupada por la problemática ambiental. También exige por la igualdad social y está reclamando mejores condiciones de vida y trabajo.

Para muchos gobiernos, esta oleada de descontento pasa en momentos en que se presentan limitaciones en los presupuestos públicos. Las tecnologías están cambiando de forma acelerada al tiempo que están surgiendo nuevos riesgos y la planificación se está volviendo infinitamente más compleja. En síntesis, la velocidad de respuesta de los gobiernos se muestra inadecuada.

 

La infraestructura es uno de los sectores más impactados por la demanda social. El último año muchas de las protestas y movilizaciones que hemos presenciado alrededor del mundo tuvieron origen en nuestra región, siendo las ocurridas en Chile y Ecuador, que tuvieron como factor común cuestiones ligadas a la infraestructura, dos de las más importantes. El mundo está pidiendo un cambio, y esa demanda debe ser escuchada por todos los actores del sector. El financiamiento privado y el público deben unirse para crear nuevas estrategias que aborden esta problemática desde nuevos enfoques con el objetivo de minimizar el impacto ambiental y social que las iniciativas en infraestructura suelen tener. Los mecanismos de participación público-privada, para acelerar la implementación de los proyectos; el uso de la ciencia de datos, para entender y administrar los riesgos; y la reducción de la escala, tal vez sean algunas buenas ideas propuestas en este informe aplicables a América del Sur”, comentó Fernando Faria, socio líder de Infraestructura para KPMG en América del Sur.

 

Las 10 tendencias del 2020:

 

  1. La sociedad encuentra su voz. El mundo está pidiendo un cambio. Las protestas relacionadas al cambio climático alrededor del mundo y las ocurridas recientemente en Chile y Ecuador que tuvieron como epicentro al precio del transporte y los subsidios a la energía, son buenos ejemplos de la medida del descontento social y del impacto que éste puede tener en el desarrollo de la infraestructura tanto a nivel local como global. De esta manera, es importante que los gobiernos escuchen estas demandas y proporcionen las soluciones de fondo.

 

  1. La resiliencia de la infraestructura y la seguridad primero. En un ambiente en el que el riesgo cambia rápidamente, son muchos los actores que se preguntan si sus activos en infraestructura son lo suficientemente resilientes y seguros. Si bien el cambio climático ha puesto en evidencia la debilidad actual y falta de mantenimiento de la infraestructura en varios países, otras fallas han puesto en duda la confianza que las personas depositan en ésta: la ruptura de la represa de Brumadinho en Brasil, el colapso del puente de Génova en Italia, los accidentes aéreos debido al mal funcionamiento de la tecnología y un sin número de violaciones a los datos y ciberataques son solo algunos ejemplos. La mayor frecuencia con la que comienzan a ocurrir estos “riesgos disruptivos” (que ponen en jaque al negocio y al ciclo de vida de los activos) ha puesto en alerta a las sociedades de todo el mundo, generando presiones para todos los actores del sector de infraestructura (privados y públicos) internalicen estos hechos en sus planes de negocio y proyectos de inversión para que sus activos sean resilientes y seguros.

 

  1. Hay un cambio en la percepción y el manejo del riesgo. La percepción del riesgo se ha basado históricamente en ciertas obviedades (por ejemplo, “los países del OCDE son inherentemente de bajo riesgo, en tanto que los países emergentes son de alto riesgo”). No obstante, en el contexto actual poco de esto sigue siendo cierto. En particular, la industria de la infraestructura enfrenta un conjunto de riesgos que deben entenderse profundamente (cibernéticos, financieros, tecnológicos, políticos, sociales, etc.) para poder gestionarlos y medir su potencial e incidencia. En este sentido, la ciencia de datos está permitiendo a los actores del sector mejorar la comprensión de los riesgos y, finalmente, poder alinearlos con la realidad.

 

  1. La nueva globalización viene del este. El flujo de capitales se está moviendo de manera inversa, pero siempre en dirección de proyectos con mejor rentabilidad ajustada por riesgo. Cuando se consideran las colocaciones significativas de capital de empresas públicas de China en determinados proyectos (como, por ejemplo, la iniciativa La Franja y la Ruta de la Seda), el impulso que el gigante asiático le está proporcionando a la innovación tecnológica y la escala de sus iniciativas de infraestructura, es fácil visualizar que el flujo de dinero del mundo irá virando gradualmente su tendencia hacia estas regiones.

 

  1. El mundo corporativo finalmente abraza la sustentabilidad. En la última edición se explicó que la sostenibilidad había comenzado a penetrar la conciencia pública. Por lo tanto, sigue siendo imperioso que los gobiernos y las corporaciones se muevan rápidamente para converger a estas demandas. Las recientes protestas en torno a la crisis climática sugieren que todavía queda mucho trabajo por hacer. La buena noticia es que las corporaciones están comenzando a adoptar la agenda de sostenibilidad, más específicamente el concepto de “descarbonización”. En ese sentido, muchas de ellas están haciendo importantes inversiones para reducir su huella de carbono en toda la cadena de suministro, adoptando la sostenibilidad como estrategia.

 

  1. Los planificadores y consumidores se alinean. La descentralización de la infraestructura no es una tendencia nueva, pero se está acelerando rápidamente. La adopción generalizada de viajes compartidos, la propagación de las fuentes descentralizadas de generación de energía para el consumo, el cambio hacia mejores prácticas en materia de residuos de la “economía circular”, son solo algunos ejemplos. Nuevos modelos que ponen al consumidor en el centro ya no son la excepción sino la nueva regla.

 

  1. Los mercados emergentes abrazan el financiamiento privado. Si bien en el mundo “desarrollado” los mecanismos de inversión con participación público-privada (PPP) parecieran estar condenados (calificados como “insostenibles” e “inflexibles”), en los mercados emergentes el financiamiento privado tiene cada vez más participación y es esencial para impulsar el ritmo de inversión que es necesario para satisfacer las aspiraciones de crecimiento económico de estos países y su calidad de vida.

 

  1. La “infratech” inclina la balanza. Se podrían dedicar páginas a hacer predicciones sobre el futuro de la Infratech, pero la lista de escenarios potenciales y probables sería interminable. No obstante, durante el próximo año se espera que los mercados emergentes comiencen a desarrollar enfoques completamente nuevos para resolver sus desafíos de infraestructura, principalmente en la región de Asia, con países como China e India tomando la iniciativa.

 

  1. Lo pequeño se vuelve hermoso. Durante algunos años los grandes proyectos parecían ser la mejor solución a muchos de los grandes problemas de la sociedad. Esa lógica está siendo reconsiderada en respuesta a los retrasos y sobrecostos asociados a estos proyectos. Este año se espera que el desarrollo de la infraestructura ponga mayor énfasis en crear una hoja de ruta para proyectos “más pequeños”, que proporcionan mayor flexibilidad en largo plazo y rápidos beneficios para los consumidores.

 

  • La luz se enciende. Este es el año en el que muchos gobiernos comenzarán a usar seriamente sus datos para impulsar un cambio significativo en la forma en que se planifica, diseña, entrega, opera y mantiene la infraestructura.

 

 

 

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