Brasil actualiza su doctrina militar

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La nueva versión del “Libro Blanco de la Defensa” revela un giro en la visión geopolítica del país vecino y en su doctrina militar, un hecho irreversible que signará el escenario geopolítico de América latina.

Elaborado cada cuatro años por sus Fuerzas Armadas, señala que la región dejó de ser una zona libre de conflictos. Reafirma que el país tiene que empeñar sus esfuerzos en la afirmación de sus intereses en el Amazonas y en el Atlántico Sur, que constituyen dos prioridades tradicionales de su doctrina de defensa.

Pero introduce un cambio cualitativo cuando puntualiza que los militares deben prepararse para la “solución” de problemas regionales y destaca el despliegue de efectivos asignados a la lucha contra el Covid 19.

Sostiene que “la Amazonia, así como el Atlántico Sur, es un área de interés estratégico para Brasil”.

Por ese motivo, unidades militares anteriormente concentradas en la frontera con la Argentina se trasladan hacia la región amazónica, que Brasil comparte con los tres principales productores de cocaína del mundo: Colombia, Perú y Bolivia.

El único país expresamente mencionado es Venezuela. La referencia surge del análisis del escenario regional y de la experiencia acumulada por la participación brasileña, junto a Colombia, en 2019 en el frustrado intento de ingreso forzoso de alimentos a suelo venezolano a través de zonas fronterizas, en una iniciativa humanitaria impulsada por el “presidente encargado” Juan Guaidó y auspiciada por Estados Unidos contra la voluntad de régimen de Nicolás Maduro.

Esta señalización es más significativa si se tiene en cuenta que, en el marco del acuerdo entre Bolsonaro y la Casa Blanca, el general Alcides Valeriano do Farias es el primer jefe militar brasileño designado subjefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses y tiene a su cargo la dirección de las “operaciones humanitarias” en el hemisferio.

La caracterización de la situación venezolana como “crisis humanitaria” es una de las variantes barajadas para justificar una intervención internacional en el país caribeño. Esa intervención podría ser solicitada por el “presidente encargado”, Juan Guaidó, reconocido como autoridad legítima por Estados Unidos, Colombia, Brasil y la propia Organización de Estados Americanos.

 

Alianzas y OTAN

 

La cooperación militar entre Estados Unidos, Brasil y Colombia constituye un dato relevante del escenario regional.

Por sus años de enfrentamiento con la guerrilla y el narcotráfico, Colombia tiene el ejército latinoamericano con mayor experiencia de combate. Con esos antecedentes, fue admitida como socia extra-regional de la OTAN. Brasil tiene el presupuesto defensa más voluminoso de la región y fue oficializado como aliado extra-OTAN de Estados Unidos.

Si los militares colombianos son reconocidos por su capacidad de combate, las Fuerzas Armadas brasileñas tienen una acreditada experiencia internacional en crisis humanitarias.

Entre 2004 y 2017, cuatro generales brasileños se sucedieron en el mando de las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas en Haití.

Su exitoso desempeño hizo que en 2018 otro general brasileño fuera designado al frente de las tropas de paz de la ONU en la República del Congo. Esa performance en misiones humanitarias califica profesionalmente al Ejército brasileño para dos tareas muy distintas pero igualmente relevantes: una eventual intervención en Venezuela y la participación en la lucha contra la pandemia dentro de Brasil, misión que es la segunda de las innovaciones incorporadas en el “Libro Blanco de la Defensa”.

El “Libro Blanco” subraya la participación de 34.000 efectivos militares en el operativo sanitario para enfrentar el Covid 19, en una operación concebida como una extensión de la guerra bacteriológica. Subraya que es la mayor movilización de tropas después de la segunda guerra mundial, cuando Brasil aportó 25.800 soldados que combatieron junto a las potencias aliadas.

Las encuestas indican que las Fuerzas Armadas son la institución de mejor imagen en la opinión pública, en contraste con el descrédito de la “clase política”. Ese prestigio de los militares se vio reforzado por su participación en tareas de seguridad interior, en especial en las favelas de Rio de Janeiro dominadas por el narcotráfico, ordenada por el gobierno de Lula.

La Argentina tendría que tomar debida nota de esta noticia para la necesaria y demorada reformulación de su política de defensa y seguridad.

(*) Cofundador del Centro de Reflexión para la Acción Política Segundo Centenario

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