domingo, 24 de noviembre de 2024

Wall Street: las remuneraciones eran ciertas, las ganancias no

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“Como resultado de un crecimiento extraordinario durante mi gestión, la junta me aumentará la remuneración año a año”. Así informaba Earl Stanley O‘Neal, hoy ex director ejecutivo de Merrill Lynch, en marzo de 2008.

Para Dow Kim, operador de Merrill Lynch, 2006 fue un gran año. Además del sueldo anual (US$ 350.000), lo bonificaron por cien veces la suma, 35 millones. La diferencia se debe a los “premios” por sus negocios con hipotecas. Ese años, ML repartió US$ 5 a 6.000 millones en bonificaciones.
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<p>Pero aquellas utilidades r&eacute;cord de 2006 (US$ 7.500 millones) en negocios inmobiliarios eran un espejismo. Desde entonces, la firma de valores perdi&oacute; el triple de ese monto, debido al derrumbe hipotecario. No obstante, las ganancias se esfumaron pero no las bonificaciones. </p>
<p>Hoy, mientras reguladores, inspectores y accionistas revuelven entre las ruinas dejadas por la doble crisis (malas hipotecas, iliquidez), muchos de preguntan sobre el papel que esos desmedidos premios desempe&ntilde;aron en el desastre. El escrutinio se intensifica mientras Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley y otros impenitentes calculan las bonificaciones por el &ldquo;annus mirabilis&rdquo; 2008. Se trata, empero, de un sector apuntalado con dinero de los contribuyentes. Algunos operadores &ndash;pomposamente llamados &ldquo;banqueros&rdquo;- podr&iacute;an a&uacute;n percibir millones. </p>
<p>A juicio de los cr&iacute;ticos, esos premios jam&aacute;s debieron haber trepado tan alto, pues reflejaban utilidades ef&iacute;meras. El sistema de pagos imperante en Wall Street, por el cual las bonificaciones se basan en utilidades de corto plazo, hace que los operadores &ndash;lud&oacute;patas, al fin- apuesten como en un casino. Adem&aacute;s, les permite hacer ganancias mientras la ruleta a&uacute;n gira. </p>
<p>En pos de remuneraciones crecientes, muchos jugadores ignoraban o subestimaban riesgos hasta pasar por ventanilla. Sus jefes hac&iacute;an vista gorda, porque tambi&eacute;n sacaban tajada. &ldquo;Los ejecutivos superiores y los gestores de riesgos debieron haber cuestionado ciertas pr&aacute;cticas. Pero, claro, su paga tambi&eacute;n integraba esa cadena de la felicidad&rdquo;, se&ntilde;ala Brian Lin, ex Merrill Lynch. </p>
<p>Ahora, los managers superiores de cuatro firmas de Wall Street aceptan, bajo presi&oacute;n, desistir de bonificaciones. Inclusive John Thain, un pr&oacute;cer que insist&iacute;a en cobrar premios pues hab&iacute;a ingresado a ML tras el colapso hipotecario. Poco despu&eacute;s, cuatro ex ejecutivos de la castigada Union des Banques Suisses devolvieron voluntariamente parte de las bonificaciones. Pero casi nadie cree que esos ejemplos cundan en Nueva York, Londres, etc. &ldquo;Los servicios financieros vivieron una larga buja y obtuvieron una porci&oacute;n desmedida de la torta econ&oacute;mica&rdquo;, sostiene un analista de Moody&rsquo;s Investgors Service&rdquo;. Ir&oacute;nicamente, el pastel conten&iacute;a mucho aire caliente. </p>

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