Un nuevo orden económico global

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Las organizaciones se preparan para un mundo cada más interrelacionado y complejo, con poderes económicos dispersos, altamente competitivos. El desafío radica en la adaptación eficiente de los modelos de negocio de cara al futuro. Un informe de PwC analiza el tema y orienta a los empresarios a la hora de tomar decisiones.

A mediados de la primera década de los 2000, mientras los mercados emergentes crecían a gran velocidad, la profunda brecha entre los industrializados y las economías en desarrollo comenzó a cerrarse. Pero ese período ha concluido. Las naciones emergentes ya no crecen tan rápido y las fisuras entre los diferentes sistemas se han hecho más evidentes. 
Así lo señala un reciente informe de PwC, publicado en Strategy & Business (*), cuya 19na. Encuesta Anual de los CEO arroja que 59% de los ejecutivos consultados también piensa que los múltiples modelos económicos (EE.UU., China, India, Japón y la Unión Europea) van a coexistir y competir en alto grado, y esa será la tónica de los negocios. 
PwC pregunta a los líderes en los negocios, ¿cómo manejan ustedes esta complejidad?, ¿cómo pueden cruzar el dintel hacia el nuevo orden económico con confianza y habilidad? La manera más efectiva ?dice el informe? es prestando atención a tres tendencias básicas: la dispersión del poder económico, la evolución continua de los modelos dirigidos por el Estado y la acelerada disrupción en los negocios por el cambio tecnológico.

 

Dispersión del poder económico

Un cambio fundamental está ocurriendo: el dólar estadounidense está perdiendo su posición exclusiva como “la” divisa de reserva mundial. En las próximas décadas, ningún país será capaz de dominar la balanza de pagos como lo ha hecho EE.UU. por más de 70 años.
Durante ese lapso, la prominencia económica de EE.UU. se basó en cuatro fuertes pilares: la bonanza de la economía de posguerra, las redes comerciales (dominadas por ese país), el estatus del dólar como reserva monetaria global y la influencia que la nación del norte ejerció sobre las instituciones multilaterales.
Actualmente, las economías emergentes están retando esos cuatro pilares, sobre todo China, cuya influencia ha crecido rápidamente en la década pasada. En 2014, se convirtió en la economía más grande del mundo, en términos de poder adquisitivo, lo que socavó el primer pilar de EE.UU. 
China es también el principal exportador mundial. Ese rol le ha dado una ventaja considerable para desarrollar e influenciar redes comerciales, lo cual ha debilitado el segundo pilar estadounidense. Las negociaciones apoyadas por China para la Zona de Libre Comercio Asia?Pacífico (FFAAP) y las Negociaciones Amplias Regionales para una Sociedad Económica (RCEP) se contraponen a la Alianza Trans?Pacífico, apoyadas por EE.UU.
El progreso de China para establecer el renminbi (RMB) como divisa para los pagos del comercio internacional ha debilitado el tercer pilar. Fue en noviembre de 2015 cuando el FMI decidió incluir al RMB en la canasta de monedas que forman los derechos especiales de giro (SDR) del Fondo. Todo indica que, con el paso del tiempo, el RMB como moneda de reserva creará una alternativa al dólar, con el apoyo de muchas naciones que ven una ventaja en contar con un orden global económico multipolar.
Con respecto al cuarto pilar, China hace un gran esfuerzo para expandir su presencia en las instituciones multilaterales existentes y para construir algunas propias. De acuerdo a The Economist, la contribución de China al presupuesto de la ONU se duplicó entre 2010 y 2015.
China también lideró la creación del Banco de Inversión de Infraestructura Asiático (AIIB), que comenzó sus operaciones en enero de 2016 y financiará el programa “Un Cinturón, Una Ruta” iniciativa para la construcción de una infraestructura que vinculará Asia Oriental, Medio Oriente, Ãfrica y Europa. Un total de 57 naciones, que han comprometido US$ 100.000 millones en capital, son miembros del AIIB. Ese país asiático también se unió con Rusia, India, Brasil y Sudáfrica para establecer el Banco de Nuevo Desarrollo, con sede en Shanghai. Todo esto ampliará la influencia de China en las finanzas globales. 
Ciertamente, estos esfuerzos pueden quedar temperados por el reciente decrecimiento en la tasa de crecimiento chino y los inversionistas aún no ven un entorno de negocios lo suficientemente amigable para sus intereses allí. No obstante, la creación de un nuevo orden económico global es inevitable. Aunque China no reemplazará a EE.UU., este último encontrará dificultades crecientes para retomar su posición de dominio económico global. 
También India está construyendo su poder. De acuerdo al FMI, esta economía será la de mayor ritmo de crecimiento del G-20 en 2016, y emergerá como actor influyente, con sus propios intereses.
En este mundo de poder económico disperso, la estabilidad será más apreciada que nunca. Pero la naturaleza de esa estabilidad no será dictada por uno o dos actores principales; dependerá de la calidad de las relaciones económicas entre las naciones líderes, inclusive aquellas con sistemas diferentes.

 

Modelo dirigido por el Estado 

En 1944 la batuta de la influencia económica global pasó del Reino Unido a EE.UU., países que compartían una visión similar del mundo. Actualmente, se observa un reposicionamiento mucho más rápido entre los diversos sistemas políticos y económicos. 
El modelo chino, dirigido por el Estado, ha producido un crecimiento significativo en la última década, indicando claramente que el modelo estatal no será sustituido por una forma tradicional de capitalismo en el futuro cercano.
Hay quienes consideran que una economía dirigida por el Estado, sea en China o en otro país, se estancará, pero esto no será inevitable. Un ejemplo es la liberalización de las empresas controladas por el Estado en China, que ha permitido la privatización parcial. Esto ha reducido el control estatal en sectores considerados competitivos (como ventas y manufactura) y concentrado la influencia estatal en sectores de interés público (como energía, ferrocarriles, transporte marítimo y telecomunicaciones). 
Algunos Gobiernos manejarán este proceso mejor que otros, y el colapso de los precios petroleros afectará a los exportadores energéticos estatalmente dirigidos. 
Probablemente habrá más formas de capitalismo orientado al bienestar social, así como sistemas híbridos que surgirán en la próxima década, mientras cada país y región enfrenta los retos de una economía global turbulenta. Aun cuando es posible que estos sistemas económicos coexistan armoniosamente, el nuevo orden global multipolar añadirá fricción a las operaciones de negocios multinacionales.
La dispersión del poder económico, y las incompatibilidades resultantes, serán más evidentes en áreas de logística, telecomunicaciones, software e infraestructura. Con sistemas paralelos en esferas competitivas de influencia, el movimiento de insumos, bienes, servicios, capital y talento de una esfera de influencia a otra estará menos alineado. Los negocios pueden esperar disrupciones periódicas y obstáculos, incluyendo retrasos en ajustes de pagos por transacciones y barreras tarifarias.
Un ejemplo potencial involucra el sistema global de pagos. La red de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (Swift), que intercambia información global de pagos entre más de 9.000 instituciones financieras, está fuertemente influida por los bancos norteamericanos y europeos. En 2015, el Sistema Transfronterizo de Pagos Interbancario apoyado por China (CIPS) fue anunciado como una alternativa al SWIFT. Si procede de acuerdo a lo planificado, CIPS procesará pagos transfronterizos denominados en RMB. No reemplazará a la SWIFT (porque 45% de las transacciones transfronterizas está dominada por el dólar), sin embargo, con un CIPS funcionando bien en el horizonte, algunos bancos internacionales pueden decidir operar sin una licencia bancaria de EE.UU., y esta potencia estará menos capacitada para ejercer sus reglas bancarias sobre bancos extranjeros. Esto afectaría la interoperatividad de los sistemas de transacciones de pagos, haciendo los negocios globales más complejos.
Para los negocios, será más retador racionalizar las operaciones y el financiamiento entre ambientes con diferentes enfoques, que el cumplimiento de las regulaciones e impuestos. Y las compañías deberán desarrollar un enfoque de mayor adaptación a los negocios transfronterizos.

 

Se acelera la disrupción tecnológica

La tecnología ha sido siempre una fuerza disruptiva. Hoy en día, está emergiendo una variedad de descubrimientos potencialmente dramáticos en robótica, nanotecnología y medicina. 
Estos afectarán las sociedades y negocios, pero, desde la perspectiva de la influencia económica, tres desarrollos se destacan: la ciberseguridad (evitar que los hackers continúen accediendo a la propiedad intelectual e irrumpan en asuntos públicos y privados), la geopolítica de la energía (recuperar fuentes no convencionales de petróleo y gas) y la distribución geográfica de los avances tecnológicos (ya no limitada a los países desarrollados). 
No debería ser una sorpresa que los mayores consumidores de petróleo, EE.UU. y China, sean los mayores inversores en energía renovable. Otro indicador sobre hacia dónde va el mundo es la Coalición del Cambio Energético. Esta sociedad de investigación no es solamente una guerra contra el cambio climático, sino un esfuerzo de los líderes de la industria de la información para labrar una posición de influencia en el suministro energético y tecnológico. Allí están nada menos que Bill Gates (Microsoft), Mark Zuckerberg (Facebook), Jeff Bezos (Amazon), Marc Benioff (Salesforce.com), Meg Whitman (Hewlett?Packard), entre otros.
Sobre la distribución geográfica de los desarrollos tecnológicos, de acuerdo al estudio Innovación Global 1000 (conducido por Strategy & Business, PwC), cabe destacar que 94% de las compañías más importantes del mundo conducen actividades de investigación y desarrollo fuera de sus países; esa es la tendencia.

(*) Los autores del informe de PwC son: Dennis Chesley, Miles Everson y John Garvey, directivos y líderes de la firma para mercados locales y globales.

 

¿Qué hacer como organización?

En vistas de los cambios de la economía global, PwC recomienda a los empresarios:
1-Desarrolle un centro de excelencia enfocado en “lo ciber”. Los ciberataques son una realidad. Se debe examinar muy de cerca el riesgo, los procesos de negocio para minimizar el impacto, ajustar la infraestructura y el talento para atender los retos técnicos y de negocios involucrados.
2-Domine el renmimbi (RMB). Se ha legitimado ampliamente su uso, como moneda de reserva e intercambio. Una fuente de ventaja competitiva en los próximos años será el acceso a los RMB, su efectividad en términos de costos de las operaciones bancarias y los acuerdos de pago entre los países por operaciones comerciales.
3-Reconozca las relaciones gubernamentales como una competencia clave. Esto no solo se aplica a las industrias reguladas, como bancos y sectores estratégicos, sino a todas las organizaciones. El manejo del riesgo geopolítico de la gerencia de los intereses gubernamentales y la habilidad para dominar las sociedades público?privadas se convertirán en requisitos para las compañías que quieran prosperar globalmente.
4-Gerenciar efectivamente en un mundo multipolar. Se debe evaluar cómo los negocios y objetivos son afectados por los cambios económicos y políticos del entorno global, particularmente en Asia, donde China competirá crecientemente por la dominación e India evoluciona con rapidez. También hay que preparar capacidades logísticas, para mover insumos, bienes, servicios, capital y talento a través de esferas de influencia.
5-Cultive el talento donde haya negocios. El conocimiento local y las habilidades lingüísticas del equipo gerencial son fundamentales. Además, los modelos de gobernabilidad de las organizaciones deberán adaptarse, balanceando cuidadosamente el proceso de toma de decisiones bajo las exigencias globales y regionales.
6-Cuide la innovación. La dinámica competitiva puede ser fácilmente interrumpida por nuevas compañías que anticipan tendencias. Las mejor preparadas contarán con centros de innovación, pensando constantemente en el futuro. Estos esfuerzos se extenderán más allá de la disrupción tecnológica; las empresas se unirán para desarrollar nuevos y complejos ecosistemas industriales.

 

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