miércoles, 25 de diciembre de 2024

Un banquero con conciencia

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El capitalismo salvaje no se distingue por su empatía; “no es nada personal, solo negocios”. Pero un banquero catalán quiere poner patas para arriba el sector bancario y propone un modelo de banca ética que beneficie microemprendimientos y empresas clase B.

En la película “Wall Street”, de Martin Scorsese, un joven Charlie Sheen se dejaba embelesar por el glamour del dinero: lo importante, aprendió de Gordon Gekko, era tenerlo en cantidades. “La codicia ?decía Gekko en la película? es buena; es la esencia del espíritu”. 

Es seguro decir, al menos, que Joan Melé no vio “Wall Street” o, por lo menos, no se sintió atraído por su mensaje. Es, claro, un banquero: director, por ejemplo, del Banco Triodos de Cataluña. Pero es, principalmente, una rara avis en lo suyo. Se trata de un banquero con conciencia, que viaja por el mundo contando la buena nueva: que se puede invertir y obtener dividendos éticamente. Que nuestro dinero puede usarse también para hacer el bien. ¿Se puede o es, simplemente, una bella expresión de deseo?

 

Mele reconoce que no es habitual que un banquero hable de estos temas. Pero entiende que tampoco es el único. Sigue, de alguna manera, una línea iniciada por Muhammad Yunus, el economista y premio Nobel de la Paz, que creó el Banco Grameen en Bangladesh y desarrolló conceptos importantes para la banca ética como los microcréditos y las microfinanzas, otorgándole pequeños créditos a emprendedores pobres para que puedan desarrollar su actividad que, si se acercasen a una entidad bancaria tradicional, serían rechazados por su falta de buenos antecedentes crediticios o trabajo en blanco. 

Lo de Yunus fue una revolución porque llevó aquel principio del capitalismo – que cada hombre tiene la capacidad para generar su propio destino- a la práctica: dando pequeños créditos las mujeres de pueblos empobrecidos se hicieron del capital para comprar, por ejemplo, una máquina de coser. Parece poco para los estándares occidentales pero, ofreciendo tasas de interés bajas a muy largo plazo, lograron dar el puntapié inicial a una serie de emprendimientos que ofrecen salidas laborales dignas para familias muy pobres. 

Melé no habla de Yunus, porque tal vez no considere que su banco esté conectado. Pero en sus charlas TED o, incluso, en los breves diálogos con empresas socialmente responsables que tuvo en Buenos Aires, hay algo de ese espíritu: de usar el dinero para hacer un cambio en el mundo.

La idea es, a través de la palabra, explicar de qué manera se puede ser útil a la sociedad utilizando el dinero. Por ejemplo, financiando buenas empresas o utilizando criterios de inversión que se mueva dentro de mayor transparencia”. El Triodos es un banco relativamente pequeño -aunque no tanto, mueve US$ 10.000 millones- pero se encarga de promover inversiones en las famosas empresas clase B -un tipo de empresa que utiliza el poder del mercado para dar soluciones concretas a problemas sociales y ambientales- y de no financiar a aquellas que no son responsables con su comunidad. 

Y habla, claro, de los microcréditos. “La inclusión financiera tiene muchas patas pero una de ellas tiene que ver con los microcréditos destinados a quienes no tienen nada. Es interesante porque de quienes toman prestadas sumas no mayores a US$ 300, el 99% son mujeres, y los usan para crear su propio emprendimiento. La tasa de morosidad es bajísima: devuelven el préstamo porque es casi una cuestión de honor para ellas. Y el modelo funciona”.

Pero la banca ética va más allá de los microcréditos. Es, para Melé, una filosofía que más bancos van a emprender a medida que perciban que su cliente también cambia; que espera de su dinero más que un retorno. Aunque, claro, los retornos siguen siendo importantes. “La gente que invierte su dinero tiene que tener absoluta confianza de que se va a invertir bien; que no hay demasiado riesgo allí. Pero también el cliente quiere saber dónde se invierte su dinero; cómo es útil a la sociedad. Hay algo que está cambiando y ese algo es la rentabilidad, que ahora tiene que ser también social”. 

Lo que propone Melé es una banca para el ciudadano del nuevo milenio, verde y responsable. No promete una sociedad utópica donde los bancos desaparecen ?para un banquero sería dispararse en el pie? sino un mundo en el que el capitalismo madure y, como un león sin dientes, ruja sin morder.

 

 

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