Quizá por ser el primero en la lista de bancos sujetos a contralor, Citigroup llama más la atención. Por de pronto, los inspectores han pedido al management no proseguir ciertas adquisiciones. Tal grado de restricciones refleja inquietud en las instancias regulatorias neoyorquinas y federales. Hasta hace poco, en verdad, prevalían actitudes más toleantes.
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<p>Si bien no parecen existir conexiones con el escándalo Madoff (como ocurre con algunos bancos europeos), la dimensión misma de la estafa –US$ 50.000 millones o más- endurece las políticas de supervisión y seguimiento. Nadie quiere encontrarse con sorpresas estilo Ponzi, activos tóxicos, etc. </p>
<p>Otro detalle del caso Citigroup preocupa a analistas independientes: el banco recibió un segundo aporte de plata fresca que convierte al estado en mayor accionista individual, con 7,8% del paquete. Se trata claro, de dinero de los contribuyentes. No por casualidad, el semanario republicano “Time” ubicó a Henry Paulson tras Barack Obama como “personaje del año”. </p>
<p>La contrapartida de la doble inyección por US$ 45.000 millones es esta virtual intervención contable. Convergieron en este rescate la Reserva Federal, la autoridad de supervisión financiera (OCC en la sigla inglesa) y la agencia federal de seguros sobre depósitos (FDIC). Las dos últimas objetan la compra de bancos o firmas de valores (bancas) en problemas. </p>
<p>Verbigracia, en noviembre Vikram Pandit (un director ejecutivo poco respetados en Wall Street) desistió de tomar el Chevy Chase, luego de presiones de la OCC. A partir de ese punto, los expertos no descartan nuevos vetos. </p>
¿Qué sucede con Citigroup e inquieta a los reguladores?
El tercer banco norteamericano no está solo. Aun en tiempos normales, las autoridades escrutan los libros de las entidades financieras. Pero esta crisis llevó a instalar auditorías internas con poderes de veto sobre decisiones estratégicas.