¿Por qué no frenan a las calificadoras de riesgos?

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En otras palabras, Joseph Stiglitz, Paul Krugman y –hasta ser nombrado en el FMI- Dominique Strauss-Kahn, señalaban que “Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch Ratings “nunca ganaron comicios pero juegan con millones de personas”.

<p>En la actual fase de la batalla entre pobres y ricos en la Uni&oacute;n Europea, el papel de Strauss-Kahn lo desempe&ntilde;a la canciller Angela Merkel (no el Fondo Monetario Internacional), secundada por Francia, Holanda, Austria, Suecia, etc. Mientras, los pobres son Grecia, Irlanda, Portugal, Letonia, Hungr&iacute;a, Rumania, Espa&ntilde;a e Italia, ente otros.<br />
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En cierto sentido, las tres calificadoras acompa&ntilde;an a Merkel o sirven de nexo entre los sectores financieros de pa&iacute;ses centrales. Vale decir Estados Unidos, Canad&aacute;, Gran Breta&ntilde;a, Francia, Jap&oacute;n, Alemania &ndash;su l&iacute;der ocasional-, Suecia, Austria, etc.<br />
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Durante la pen&uacute;ltima semana del a&ntilde;o, la canciller consolid&oacute; su papel de mala, eficazmente ayudada por Moody&rsquo;s Investors Service y Fitch Ratings, en tanto Standard &amp; Poor&rsquo;s aguardaba en gateras. Desde una &oacute;ptica social, por ejemplo, el destino para 45 millones de espa&ntilde;oles y 11 millones de portugueses depende de instancias tan ajenas a sus urnas como las calificadoras de riesgo (vinculadas a la gran banca anglosajona), el Banco Central Europeo, la comisi&oacute;n de Bruselas o, claro, Merkel y sus recetas de austeridad que derivan en disturbios en varias ciudades. <br />
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Esta combinaci&oacute;n de factores o s&iacute;ntomas empieza a surtir efectos en otros planos pol&iacute;ticos. En el Europarlamento, por ejemplo, est&aacute; form&aacute;ndose una coalici&oacute;n trasversal. Su objeto es armar un frente contra las perpetuaci&oacute;n de las calificadoras, aun admitiendo que son entidades &ldquo;que act&uacute;an por encima de los pa&iacute;ses soberanos y sus bancos centrales, como los derivativos&rdquo;. Eso subrayaban en los a&ntilde;os 80 y 90 John Kenneth Gaibraith y James Tobin (Nobel 1981).<br />
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