Marcelo Paladino, profesor de Empresa, Sociedad y Economía del IAE Business School de la Universidad Austral, efectuó un análisis a raíz de la causa de corrupción y pagos de sobornos de empresarios a funcionarios políticos durante el último gobierno kirchnerista.
“Argentina tiene un histórico problema de corrupción sistémica que ha ido erosionando los valores de la sociedad y su poco rechazo a la misma, pero unos simples cuadernos entregados por un conflicto familiar han desatado un tsunami muy particular: ha puesto a relevantes empresarios en el centro del problema de un entramado horrible de corrupción”.
“Nombres propios, familias, empresas, sociedades, etc. se asocian a hechos graves y nefastos, que no serán nunca motivo de orgullo, aunque se pretendan simplificar con excusas como presiones, riesgos, etc.: el delito es siempre una decisión personal”.
“No estamos ni por asomo ante un escenario de cierres de empresas, salvo que esa sea lo que quieran sus dueños o accionistas. Reafirmo esto para destacar que la campaña de alguna dirigencia empresaria acerca de que “si bien es bueno luchar contra la corrupción, puede traer problemas económicos…”, sería una vez más intentar imponer una idea por la doctrina del mal menor y no hacerse cargo. Pero, sobre todo, intentar salir de la crisis de valores y de confianza sin preocuparse por recuperar esos valores y la confianza, tapando lo pasado”.
“¿Hasta dónde impactarán estas denuncias? ¿Pueden afectar la continuidad de los negocios? No, la organización puede continuar. Pero es importante decir que hay al menos tres condiciones son necesarias para ello: el sentido de la realidad, el sentido de la justicia y la importancia de la integridad”.
“Hay y habrá impactos negativos en las organizaciones involucradas por la pérdida de imagen o de credibilidad, natural en todos estos casos. En el interior de esas organizaciones también habrá decenas y decenas de personas defraudadas que sentirán la inseguridad del futuro y la vergüenza de sentirse asociadas a prácticas que seguramente no comparten, pero que agradecerán saber que a lo mejor hay otra oportunidad”.
“El primer paso para regenerar la confianza (en y hacia las empresas afectadas) es que los empresarios y directivos involucrados se hagan sinceramente responsables de lo acontecido, asumiendo todas las consecuencias, así esto signifique en algún caso dar un paso al costado. En otros, será demostrar que se está dispuesto a reparar lo hecho, incluyendo la reparación del daño económico, que es el menos reparado en Argentina”.
“También se debe replantear la relación de las familias dueñas y/o accionistas con la empresa, no debiendo dudar de cambiar los ejes de poder si fuese el caso; esto es, dejar el poder cuando sea necesario. Tiene su lógica: los que la llevaron a la crisis de confianza y de valores difícilmente la saquen de ella. Así, se deberá generar transparencia y regenerar confianza a través de nuevos directorios. Además, definir una política de resarcimiento personal y desde la empresa para que la justicia sea plena. Y, finalmente, explicitar el pacto de valores sobre el cual se relanza la empresa, asociado a una política de transparencia y de comunicación que aleje a la empresa y a sus directivos de futuros problemas”.
“Estamos ante una gran oportunidad de replantear la manera de hacer negocios, cuyo sentido es el de crear valor económico, social y moral, a través de personas íntegras que son capaces de limitar sus decisiones a los valores personales y organizacionales”.