domingo, 22 de diciembre de 2024

Mujeres vs hombres: ¿quiénes invierten mejor?

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El ámbito de las inversiones ha sido siempre un territorio dominado por hombres. Pero desde el punto de vista práctico y científico se observan vientos de cambio en la cultura empresarial y eso despierta nuevas esperanzas en el plano financiero. Por Nicolás Litvinoff. 

Desde los tiempos más remotos, y hasta hace no tantos años, las mujeres estaban relegadas al ámbito doméstico. El ambiente laboral nunca ha sido favorable para el universo femenino; ni siquiera hoy, a pesar de haber dado un paso considerable en cuestiones culturales, filosóficas y de políticas corporativas. Lo cierto es que, a pesar de haberse ganado un lugar importante en el mercado las condiciones laborales siguen no siendo las mismas para las mujeres que para los hombres. 

 

En los países desarrollados, la mujer pasa en promedio 14,7 años alejada del trabajo (por la crianza de los hijos, el apoyo al marido en una carrera profesional y el cuidado de sus padres), mientras que los hombres sólo dejan de trabajar 1,6 años durante su etapa productiva.

 

Como si eso fuese poco, un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) determinó que los hombres ganan 17% más que las mujeres en igualdad de edad y nivel de educación. La buena noticia es que, con el paso del tiempo, esta brecha salarial ha ido achicándose y se espera que esta tendencia continúe.

 

Es posible que la mujer haya tardado en hacerse su espacio en el mercado como consecuencia de la educación recibida. Desde su más temprana edad, se le enseña a delegar el poder en los padres y, posteriormente, en un marido, y se la convence de que no es capaz de tomar sus propias decisiones y, mucho menos, de ser completamente autónoma.

 

Para aquellas que creen que ser una buena mujer es acercarse a este ideal de chica sumisa, dependiente e insegura, cualquier elemento que obstaculice el desarrollo de estos valores (ganar más dinero que los hombres, invertirlo mejor o administrarlo de manera más eficiente) puede ser rechazado a nivel emocional, de forma consciente o inconsciente. Es más: en el inconsciente colectivo, el dinero cobra un significado diferente cuando se asocia al género masculino que cuando se lo relaciona con lo femenino.

 

Concretamente, para la sociedad es normal que los hombres tengan prestigio y poder, mientras que una mujer eficiente en el manejo del dinero puede pasar por interesada, ambiciosa y peligrosa, con el riesgo de quedar soltera, porque se cree que ningún hombre se animará a elegir a una mujer con poder y carácter.

 

Todo esto hace que, muchas veces, las mujeres vivan la experiencia del dinero y su potencial éxito como algo inconveniente o nocivo y sufran, al mismo tiempo, las injusticias de esta cosmovisión.

 

Investigaciones asombrosas

 

Los psicólogos e investigadores Jonathan R Weaver, Joseph Vandello y Jennifer Bosson, de la University of South Florida, han realizado una serie de experimentos en este campo bajo el título “¿Intrépidos, imprudentes o impetuosos?: Los efectos de las amenazas de género en las decisiones financieras de los hombres”. En esta exploración, los investigadores querían saber si los hombres, al ver amenazada su masculinidad, tendían a tomar decisiones de inversión más arriesgadas que en condiciones normales.

 

La idea era proponer alternativas que explicaran las razones que llevaron a personas calificadas e inteligentes a comportarse de manera tan peligrosa para sus propios intereses y los de terceros.

En el primer experimento se eligió a un grupo de estudiantes hombres heterosexuales y cada uno recibió 5 dólares. La consigna era apostar entre 1 y 5 dólares al lanzamiento de un dado.

 

Antes de empezar se escogió al azar a la mitad del grupo y se le ordenó rociarse con un perfume femenino envasado en un frasco de color rosa. Esa “humillación”, según los investigadores, haría que los sujetos sintieran amenazada su masculinidad frente a los demás demostrando, con ello, que la toma de riesgos irracionales podría estar asociada a un “exceso de testosterona”.

 

Este no es un tema menor: La mayoría de los analistas coincide en que las últimas crisis financieras fueron consecuencia del comportamiento irracional de banqueros e inversionistas, que tomaron riesgos excesivos y muy difíciles de explicar desde las teorías clásicas.

 

Los resultados les dieron la razón: aquellos estudiantes que habían rociado su piel con perfume de mujer tendieron a realizar apuestas más grandes que el resto, tomando riesgos mucho más elevados y de manera totalmente irresponsable.

 

En el segundo experimento se buscó demostrar la misma hipótesis, pero a partir de premisas distintas: Se volvió a elegir al azar a la mitad del grupo pero, esta vez, en lugar de rociarlos con perfume femenino se les pidió que narraran diez episodios de su vida en los que hubiesen actuado de “manera varonil” (salvar a un chica de morir atropellada, arriesgar su vida para evitar un asalto, ceder el asiento en un transporte, etcétera). La mayoría de los estudiantes tuvo serios problemas para encontrar diez “episodios heroicos” y los psicólogos interpretaron eso como una amenaza a su masculinidad.

 

Para gran asombro de los investigadores, el resultado se repitió: los estudiantes que se habían visto intimidados al no poder narrar diez sucesos con los que  pudieran confirmar su “hombría” mantuvieron una conducta más agresiva y arriesgada que los otros y perdieron su dinero más rápido y de una manera más irresponsable.

 

Las mujeres y las inversiones

 

Otro estudio, elaborado esta vez por Barclays Capital y Ledbury Research, revela que las mujeres tienen más probabilidades de ganar dinero en el mercado porque no asumen tantos riesgos. “Son más proclives que los hombres a tener mayores deseos de autocontrol”, concluye el informe. Según este análisis, las mujeres operan menos y, así, tratan de ganar más, por lo que evitan exponerse a vaivenes bursátiles, tan frecuentes en el escenario actual.

 

Los hombres, por el contrario, se destacan por el alto grado de intermediación que asumen porque afrontan numerosos costos de transacción y una mayor exposición en el mercado. En este sentido, las mujeres inversoras son mucho más conservadoras y ahorran comisiones, por lo que su rentabilidad neta suele ser mayor.

 

Si comparamos los tipos de comportamiento de ambos sexos, podemos afirmar que:

 

i) Las mujeres inversoras:

1- Según investigaciones, tienden a estresarse más que los hombres y eso las lleva a elegir una mayor disciplina financiera.

2- En momentos de crisis financiera evitan exponerse en el mercado y reservan sus activos para el mediano y largo plazo.

3- No arriesgan su capital en alternativas muy novedosas y de poca previsibilidad. Se alejan de burbujas financieras.

 

ii) Los hombres inversores.

1- Generalmente se inclinan por opciones de inversión más ambiciosas, por lo que suelen exponerse más a cambios de escenario.

2- Buscan altos retornos en el menor tiempo posible. La audacia, dada algunas veces por exceso de confianza en sí mismos, es su principal estrategia.

3- Tratan de fortalecerse en las negociaciones y apelan a sus habilidades matemáticas para obtener el resultado deseado de inmediato.

 

 

Lo cierto es que los hombres tenemos mucho que aprender de la personalidad de las mujeres y de su capacidad para la toma de decisiones en lo referente a las finanzas e inversión en Bolsa.

 

Es probable que la solución a las recurrentes crisis económicas y a la explosión de burbujas (con sus correspondientes pérdidas millonarias) no pase por los intrincados modelos econométricos y macroeconómicos que se busca aplicar desde los distintos organismos financieros de control, sino por incorporar, en puestos de poder, a las nuevas analistas e inversoras del mal llamado “sexo débil”. La última nominación de Janet Yellen como presidente de la FED, el banco central más importante del mundo, parece ir en esa dirección.

 

 

 

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