<p>El tema sale de hibernación, ahora, porque hay elecciones locales en junio y los votantes –laboristas, conservadores, liberales- cuestionan la dadivosidad del gobierno hacia bancos y firmas de valores. Arrinconado, Anstee sostuvo este fin de semana que “políticos y público simplemente no entienden hasta dónde es clave el papel de los servicios financieros para su propio bienestar”. <br />
Ni quienes apuestan plata ajena en Wall Street llegan a tanto en la defensa de un negocio que sumergió los mercados occidentales en la peor crisis desde los años 30. No es casual que la sede del municipio sea la “Mansión” y haya estado 252 años frente al Banco de Inglaterra, campeón de la ortodoxia financiera. <br />
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Igual que el presidente de la entidad, Mervyn King, el alcalde Anstee censura a políticos, parlamentarios y medios “por instalar en la cabeza de los contribuyentes peligrosas ideas negativas sobre la City y sus actores”. Lo malo es que cada día más economistas anglosajones las adoptan.<br />
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En verdad, la City ha estado apoyando una absoluta libertad financiera contra los políticos y hasta pensadores como David Ricardo, John Stuart Mill, Alfred Marshall o John Maynard Keynes. Los lejanos antepasados de la bolsa decapitaron a Carlos I y le entregaron el poder absoluto de una efímera república a Oliver Cromwell. Era un clásico puritano, como sus primos escoceses y, por ende, defensor de los banqueros.<br />
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En la actualidad, Anstee “encarna un poder invisible –señala el universitario Maurice Glasman- que la mayoría de los británicos no conoce”. Este experto hace campaña para fusionar el gobierno central de la City (data de 1189) con la autoridad metropolitana del gran Londres. Gobernada por Boris Johnson desde 2000, representa 7.500.000 ciudadanos, en tanto el “lord mayor” (alcalde de primer voto) sólo tiene súbditos. <br />
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“Los recientes rescates –explica Glasman a Bloomberg- tornaron visibles a sus beneficiarios, en forma inquietante. Hasta entonces, un núcleo invisible, la City, ocultaba transacciones y ganancias invisibles, amparadas por los burócratas del banco de Inglaterra”.<br />
Hay aquí un juego de palabras. Durante siglos llamados “invisibles” en los balances (no sólo en Gran Bretaña), son rubros intangibles. Por ejemplo, seguros, deuda titulizada, utilidades y pérdidas que no pueden “verse” como es normal en el sector secundario de la economía y los servicios reales. En 1968, buscando un imposible, el BdeI creó el comité para exportaciones invisibles, luego “invisibles nacionales” (sic) y, finalmente, “servicios financieros internacionales”.</p>
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Londres y su poder invisible carcome la economía inglesa
Cuando las finanzas hablan de política, su vocero es el alcalde de la City, Nicholas Anstee. Él debe tratar con dirigentes que culpan a banqueros, intermediarios y especuladores por unos US$ 1,2 billones en rescates a costa del contribuyente.