La guerra comercial es sobre un mundo digital

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Hace falta otra estrategia. Nueva economía global centrada en datos y poder de computación.

Las negociaciones comerciales con China, durante el fin de semana pasado, fracasaron y amenazan con un primer capítulo de guerra comercial por US$ 100 mil millones, fácilmente escalable si Washington persiste en su tesitura. Los aliados afectados por la vigencia de los aranceles al aluminio y al acero preparan su represalia. Tanto la Unión Europea, como Canadá y México orgnizan la lista de bienes y servicios que dejarán de comprar en Estados Unidos.

Por si faltaba algo, el G7 emitió un duro comunicado contra la decisión de Donald Trump. Justo horas antes de la reunión que mantendrán sus líderes, cara a cara, en el encuentro del Grupo en Canadá. Habrá una fría recepción para el Presidente estadounidense, si vale el eufemismo.

Nadie entiende la lógica que subyace tras la estrategia de la Casa Blanca en este terreno. Tal vez Trump está actuando para su base electoral, los millones de personas de clase media baja y trabajadores sin empleo o con empleos mal pagos, en zonas desindustrializadas del macizo central del país. Los que fueron decisivos en convertirlo en presidente.

Como muchos críticos señalan, la estrategia tendría algún sentido si no afectara a los principales y antiguos aliados del país, siempre alineados con la visión geopolítica estadounidense. Incluso los mismos que podrían ayudarlo en su batalla con China. En cambio los convierte en potenciales aliados de la otra superpotencia en plena lucha por la hegemonía.

Pero la verdadera batalla –dicen los habituales observadores- se librará en el campo de la innovación digital, más que en el de bienes y servicios tradicionales. En áreas de telecomunicaciones por los estándares 5G, en la Internet de las Cosas, o en la Inteligencia Artificial. De allí provendrá la mayor parte del crecimiento económico durante las próximas décadas. El comercio global en bienes y servicios tradicionales se mantiene estable desde hace años. En cambio, el comercio digital se ha incrementado 45 veces desde 2005 hasta 2014, según datos de McKinsey. Para esa realidad, hace falta una estrategia distinta.

 

 

 

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