jueves, 28 de noviembre de 2024

FMI: altos funcionarios en otro embate contra Argentina

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“Si es preciso, volveremos a arreglárnosla sin el Fondo Monetario”, dice en privado Roberto Lavagna. En público, se declara molesto por las inexplicables demoras en aprobar la revisión trimestral, amén de presiones de todo tipo.

El gobierno argentino resolvió endurecerse en el juego de trabas y presiones, atribuido por Buenos Aires a la acción de Anup Singh, Thomas Dawson y otros funcionarios afines a Anne Krueger, todavía vicepresidente ejecutiva de la entidad. Mientras tanto, observadores ajenos al país sospechan una interna entre ese grupo y Rodrigo Rato, nuevo director gerente. A su vez, éste tampoco emite señales claras.

Tangencialmente, los vínculos entre grupos de acreedores privada y ciertas bancas explican la campaña de opinión contra Argentina. En especial, una violenta diatriba publicado el viernes en el “Wall Strret Journal”, con firma desconocida en el ambiente latinoamericano. Al parecer, la pérdida de credibilidad del “comité global”, a causa de la abusiva propuesta presentada días atrás, obliga a ese “lobby” a buscar otros canales para defender su negocio.

Ese artículo, por cierto, compara los problemas políticos de Néstor Kirchner y la interna peronista con lo ocurrido en 1974. De hecho, lenguaje y conceptos reflejan una columna de opción reciente, subscripta por Carlos S. Ménem aunque no redactada por él. Ya desde el título, esa pieza imaginaba paralelos entre la Argentina actual –no la hace treinta años- y la Alemania de 1933.

Volviendo al Fondo, Kirchner y Lavagna califican las demoras en aprobar la revisión (la misión técnica había declarado sobrecumplidas las metas fiscales) a “intromisiones del organismo en la restructuración de deuda titulizada en cese de pagos”. Dicho de otro modo, algunos ejecutivos del FMI operan para los “comités” de bonistas privados influyendo, de paso, sobre dos o tres miembros del Grupo de los Siete, vía sus vocales en el directorio.

José Octavio Bordón, embajador en Washington, aclaró que su gobierno “avanzará en el canje y la gira promocional de la oferta, en agosto y septiembre, aunque el FMI retacee la aprobación de la III revisión. Si fracasa la restructuración, empero, será por su culpa”.

En cuanto a roces locales, surge ahora uno con la Asociación de Bancos de Argentina que, en realidad, agrupa a los extranjeros. La entidad critica a Alfonso Prat Gay, presidente del Banco Central, porque les pide mayor proactividad en la concesión de créditos. Según ABA, sólo en junio sus miembros aportaron 43% de los $ 1.555 millones prestados.

El gobierno argentino resolvió endurecerse en el juego de trabas y presiones, atribuido por Buenos Aires a la acción de Anup Singh, Thomas Dawson y otros funcionarios afines a Anne Krueger, todavía vicepresidente ejecutiva de la entidad. Mientras tanto, observadores ajenos al país sospechan una interna entre ese grupo y Rodrigo Rato, nuevo director gerente. A su vez, éste tampoco emite señales claras.

Tangencialmente, los vínculos entre grupos de acreedores privada y ciertas bancas explican la campaña de opinión contra Argentina. En especial, una violenta diatriba publicado el viernes en el “Wall Strret Journal”, con firma desconocida en el ambiente latinoamericano. Al parecer, la pérdida de credibilidad del “comité global”, a causa de la abusiva propuesta presentada días atrás, obliga a ese “lobby” a buscar otros canales para defender su negocio.

Ese artículo, por cierto, compara los problemas políticos de Néstor Kirchner y la interna peronista con lo ocurrido en 1974. De hecho, lenguaje y conceptos reflejan una columna de opción reciente, subscripta por Carlos S. Ménem aunque no redactada por él. Ya desde el título, esa pieza imaginaba paralelos entre la Argentina actual –no la hace treinta años- y la Alemania de 1933.

Volviendo al Fondo, Kirchner y Lavagna califican las demoras en aprobar la revisión (la misión técnica había declarado sobrecumplidas las metas fiscales) a “intromisiones del organismo en la restructuración de deuda titulizada en cese de pagos”. Dicho de otro modo, algunos ejecutivos del FMI operan para los “comités” de bonistas privados influyendo, de paso, sobre dos o tres miembros del Grupo de los Siete, vía sus vocales en el directorio.

José Octavio Bordón, embajador en Washington, aclaró que su gobierno “avanzará en el canje y la gira promocional de la oferta, en agosto y septiembre, aunque el FMI retacee la aprobación de la III revisión. Si fracasa la restructuración, empero, será por su culpa”.

En cuanto a roces locales, surge ahora uno con la Asociación de Bancos de Argentina que, en realidad, agrupa a los extranjeros. La entidad critica a Alfonso Prat Gay, presidente del Banco Central, porque les pide mayor proactividad en la concesión de créditos. Según ABA, sólo en junio sus miembros aportaron 43% de los $ 1.555 millones prestados.

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