Todavía muchos de los protagonistas de este laborioso proceso se preguntan por qué la pieza maestra diseñada por Barack Obama para contener el avance de China en la región asiática, fue torpedeada por Donald Trump en su primer día de gobierno.
Siguen sin tener respuesta, pero tras un arduo recorrido, estos países expresaron claramente su voluntad en un acto realizado en Santiago de Chile. Los firmantes fueron: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
El viejo borrador del acuerdo Transpacífico, se convirtió ahora en una trabajada versión que se denomina “el acuerdo comprensivo y progresivo de la alianza Transpacífico”. Abarca un nuevo mercado de 500 millones de personas, y puede ser un modelo para otros acuerdos comerciales regionales.
La principal meta es reducir aranceles entre los países miembros del grupo. Pero también soslayar o reducir las llamadas medidas para-arancelarias que se usan como instrumento para impedir importaciones. Incluye acuerdos básicos entre los miembros en el campo ambiental y en el del mercado laboral. Además de un controvertido mecanismo de resolución de disputas.
Los principales beneficiarios serán las economías más débiles de este grupo que pueden recibir un i
mpulso de 2% en sus respectivas economías. Los otros, apenas 1% anual.
Pero el perdedor, sin duda, será Estados Unidos. Si estuviera dentro del grupo, su producto bruto
interno podría crecer en 0,5%, lo que equivale a US$ 131.000 millones. Pero la todavía mayor economía del planeta, está al margen.
Los 11 países firmantes representan 13% de la economía global, o un total de US$ 10 billones (millones de millones en español). Con Estados Unidos adentro, el nuevo acuerdo comercial hubiera significado 40% de la economía mundial. No hay perspectivas de que EE.UU pueda ingresar por ahora en este club del Pacífico.