Por Jorge Castro
Esta decisión del Banco Central estadounidense llevaría las tasas de interés de su actual nivel de 3% / 3.25% a una nueva pauta de 4.25% / 4.5% y este aumento tendría un carácter provisorio hasta ver si la tasa de inflación – actualmente de 9.1% anual – comienza a retroceder, lo que hasta ahora no ha ocurrido.
Esto significa, en síntesis, recesión y alza del desempleo en EE.UU y en el mundo. La propia Reserva Federal estima que la desocupación alcanzará a 4.5% a fines de año (actualmente asciende a 3.5%, el menor nivel en 60 años) y al mismo tiempo la economía se reduciría a un nivel de expansión de sólo 0.2% en 2022, para trepar a 1.2% el próximo año.
La clave de la política altamente restrictiva de la Reserva Federal es la reducción sistemática de la tasa de inflación núcleo (“core”) – sin alimentos ni energía –, que espera que se limite desde el actual nivel de 4.5% anual a 3.1% en 2023 y a 2.3% el siguiente año, hasta obtener en 2025 un nivel que esté levemente por encima del objetivo fijado por la entidad que preside Jay Powell de 2% en el año.
Es evidente que el drástico aumento de la tasa de interés que lleva a cabo la Reserva Federal golpea dramáticamente a los países emergentes y en desarrollo.
Por eso, los inversores han retirado ya en forma masiva un récord de U$S 70.000 millones de los fondos que tramitan bonos de los mercados emergentes en lo que va de 2022; y sólo en la semana pasada, por ejemplo, extrajeron U$S 4.200 millones de los fondos EM, en la estimación del JP Morgan, que es la mayor extracción en este periodo desde que se llevan registros en 2005.
JP Morgan aumentó su pronóstico sobre la extracción de recursos de los fondos de bonos EM en 2022, y los llevó a U$S 80.000 millones, cuando había previsto a comienzos de año una cifra de sólo U$S 55.000 millones.
Estos números indican que se está acelerando la salida de capitales de los fondos de los países emergentes, lo que contrasta en forma aguda con el saldo positivo que mostraron en los 6 años previos, cuando recibieron más de U$S 50.000 millones por año.
El auge de esta tendencia de fondo que afecta a los países emergentes responde a que el dólar se ha apreciado más de 20% el último año. Esto se debe al efecto combinado del aumento de las tasas de interés por la Reserva Federal y a la condición de “país-refugio” que tiene EE.UU en toda situación de crisis global.
Lo notable es que el “superdólar”, que es su resultado, también golpea a los países avanzados y por eso ahora el euro vale sólo US$ 0.98, que es el menor valor desde que la moneda única fuera puesta en ejecución en 2001.
Esto confirma la absoluta hegemonía que tiene el dólar estadounidense en el sistema financiero internacional, en el cual la divisa norteamericana es la moneda común del sistema y la fuente fundamental del poder hegemónico de EE.UU en el mundo.
Hay que agregar que el euro equivalía a U$S 1.11 en los primeros 3 meses del año, inmediatamente antes de que se produjera la invasión de Ucrania por Rusia el 24 de febrero.
Esto sucede cuando el Banco Central Europeo (BCE) aumentó sus tasas de interés 0.5% el mes pasado para enfrentar una inflación de 8.5% anual.
Al mismo tiempo, el precio de la energía en Europa se ha elevado más de 700% el último año, como consecuencia del recorte del gas ruso que provee 40% del total de la demanda de la Unión Europea.
Esto ha revertido el tradicional superávit comercial del Continente y lo ha transformado en agudo déficit de cuenta corriente.
Lo mismo ha ocurrido con la libra esterlina, históricamente sobrevaluada en relación al dólar estadounidense, y que se hundió hace 10 días hasta alcanzar una virtual paridad con la divisa norteamericana, lo que ocurrió cuando su déficit de cuenta corriente alcanzó un récord de más de 8% del PBI.
De ahí que JP Morgan sostenga que los inversores van a colocar 17% o menos de sus capitales en el mercado de bonos de este año, lo que equivale a decir que este mínimo porcentaje es lo que van a colocar fuera de EE.UU.
Alemania, cabeza de la Zona Euro y el principal país manufacturero de Europa – y el 3ro del mundo -, experimentó en septiembre una tasa de inflación de 10.9% anual (que ascendió a 8.8% en agosto). Este es el nivel más elevado de la inflación de la República Federal de los últimos 70 años; y esto ocurre con una economía que es la 4ta del mundo (U$S 3.81 billones / 4% del PBI global), que se contraerá 7.9% en 2023, o más, según el consenso de los institutos de investigación de la RFA.
Todo este cuadro de la situación mundial, con epicentro en el aumento de las tasas de interés por la Reserva Federal, se mantendría en 2023 y 2024. En definitiva, recesión global con alta inflación de 7,8% anual promedio en el conjunto del sistema mundial.