Pero con la perspectiva que da el tiempo, no parece que los usuales pronosticadores económicos tuvieran mucho acierto en sus predicciones. La creencia era que el nuevo escenario traería reactivación y hasta bonanza económica en muchas latitudes.
La teoría era que las economías desarrolladas desplazarían otra vez a los emergentes en el ritmo de crecimiento. Pero El FMI acaba de echar un balde de agua fría sobre los entusiastas de esta idea. Estima que habrá poco crecimiento por largo tiempo.
Se suponía que con petróleo barato se beneficiarían claramente toda Europa, China, Japón y hasta Estados Unidos. No ocurrió así. India ha sido la única excepción positiva. Con suerte, el crecimiento global estará este año en 2%.
Son resultados difíciles de explicar. Hubo un gran desplazamiento de recursos de países productores a países consumidores. Lo que se suponía era que una redistribución de recursos sería positiva para todo el mundo, ya que los grandes productores tenían enormes reservas de divisas a las que podían acudir mientras durara el tiempo de los bajos precios.
Pero la economía y las reservas de los productores resultaron ser menores a lo previsto (obligados a recortar el gasto y la inversión) y el consumo de los importadores no se tradujo en los beneficios esperados.
Hay una montaña de deuda – US$ 3 billones (millones de millones), según estima el Banco de Pagos Internacionales-, acumulada por la industria petrolera de todo el mundo, que además ha recortado drásticamente la inversión prevista.
Mejoría en 2017
El nuevo pronóstico es que el precio del barril de crudo logrará estabilizarse en US$ 40, y mejorar así el crecimiento.
Lo que puede cambiar el panorama es, por primera vez en 15 años, un acuerdo entre los principales productores mundiales de petróleo (dentro o fuera de la Opep).
Una docena de países incluyendo a Arabia Saudita, Rusia, Venezuela, Iraq y los demás productores del Golfo, apostaban a congelar la producción a los niveles de enero pasado, sin aumentar la producción en un barril. Pero la cumbre fracasó por la insistencia saudí en que Irán debía comprometerse también.
La idea era observar el efecto de la medida y en una próxima reunión en octubre, en Rusia, evaluar los resultados y decidir si se prorrogaba el convenio.
La meta era mantener el precio en un nivel que no descienda de los US$ 30. Para muchos analistas resultará muy improbable. En enero todos estaban produciendo a full, y más tarde comenzaron a exportar Irán y Libia, lo que suma más oferta disponible.
Hay otros actores que no suelen ser considerados, pero que juegan un papel relevante. Son las “trading houses“, los vendedores e intermediarios en operaciones petroleras, con nombres conocidos como Glencore, Vitol, Trafigura, Mercuria, que cubren una quinta parte de la demanda mundial petrolera. La intención de estos protagonistas – y lo han avisado a los productores- es trazar una línea: por debajo de US$ 30 no se vende ni un barril (habrá que ver si tienen músculo para cumplir la amenaza). El colapso de los precios tuvo terrible impacto sobre los resultados y las finanzas de todos ellos.
Las grandes compañías petroleras globales, como Exxon, Shell o Chevron, no están al margen de estas calamidades. Siempre ocuparon un rol central en la historia petrolera, pero esta vez enfrentan el más serio desafío.
No se trata de la caída brutal en el precio del crudo. Eso es solo un síntoma de magnitud, pero hay mucho más en la escena. Es el tradicional modelo de negocios el que está en riesgo. Para sobrevivir, deberán repensar su manera de actuar y revisar a fondo su estrategia.
Siempre tuvieron dos grandes ventajas competitivas. Eran los proveedores de los combustibles con los que se manejaba el transporte, y tenían acceso privilegiado al crudo necesario para producir combustibles. Ya no es así.
Como productores de petróleo y gas han sido reemplazados, además de por grandes compañías estatales, nacionales, por multitud de pequeños productores que incursionan en el shale en Estados Unidos, o en esquistos bituminosos de Canadá.
El crecimiento en el uso de combustibles de origen fósil estará limitado además por el fuerte compromiso de la cumbre climática en París para que no aumenten las emisiones.
Nuevas baterías con mucho poder de carga, hacen posible el desarrollo de autos eléctricos. Se abaratan los paneles solares, y crece el interés por la energía eólica. Ãreas todas, donde tímidamente, están operando ya las grandes marcas.
El ideal para estas grandes corporaciones es que el precio del barril se recupere a US$ 50. Allí, e incursionando cada vez más en el nuevo modelo, serían rentables sin problemas.