Si la mejora nominal de los salarios se ubica cerca de 35%, la inflación superará el 30%. La dinámica del dólar oficial y los agregados monetarios hacia fines de 2015 también tendrán incidencia.
Pese al fuerte incremento nominal del salario registrado (el mayor en las últimas décadas), su poder de compra cayó en promedio 4,7% durante 2014, la peor performance de los últimos doce años. Según las estimaciones de inflación de Ecolatina, el salario real del sector privado formal cayó más de 5% 2014 (en promedio).
En buena medida esto se explica por un mercado de trabajo débil en el que las empresas disminuyeron la cantidad de puestos de trabajo de calidad. Asimismo, el año pasado el salario real de los empleados públicos cayó en promedio 3%. Está menor contracción del poder adquisitivo se debe a los conflictos gremiales protagonizados por fuerzas de seguridad y docentes a fines de 2013 y principios de 2014.
Estos obligaron a las autoridades a brindar aumentos nominales significativos, que estuvieron más cerca de cubrir al salario frente a la inflación. La pérdida de poder adquisitivo en un contexto de elevados aumentos nominales como los otorgados en las negociaciones paritarias de 2014, muestra que fue la aceleración de la inflación tras la devaluación de enero del año pasado lo que minó el salario real. En este marco nos preguntamos cómo va a evolucionar el poder de compra del trabajador en 2015.
Los principales actores de las negociaciones paritarias tienen incentivos delineados. El gobierno sabe que si quiere mantener con vida sus posibilidades de quedarse en el poder a partir de 2016 necesita dinamizar el salario real, con lo cual no prevemos que intente imponer un techo nominal rígido al alza de los salarios.
Por otro lado, los trabajadores necesitan recomponer el poder de compra perdido durante 2014.
Por último, los empresarios tratarán de contener los reclamos salariales y de trasladar el aumento de los costos laborales a los precios finales de sus productos eludiendo el control estatal. A diferencia de lo ocurrido en 2014, este año las negociaciones se darán en un contexto de desaceleración de la inflación, lo cual impactará en la evolución del salario real. ¿Pedirán los gremios la inflación pasada o acotarán sus reclamos a una menor suba de precios esperada?
La evolución del salario real está condicionado por la restricción externa
La negociación paritaria de 2014 se dio en un contexto de fuerte incertidumbre producto de la aceleración de la inflación que se aceleraba significativamente.
Pese a que los incrementos otorgados fueron muy elevados en términos nominales, fueron incapaces de alcanzar a los precios (los salarios treparon por escalera y los precios por ascensor). Los convenios que se están discutiendo actualmente se dan en una situación opuesta: se sabe que la inflación se desacelera (desde la suba de 2,5% registrada en agosto de 2014, la variación mensual de precios cayó en prácticamente todos los meses hasta llegar a 1,6% en febrero), pero no está claro si el proceso perdurará hasta fines del año.
Lo que queda claro en este marco, es que hay elevadas chances de que el salario real mejore en 2015. En buena medida esta afirmación está sustentada en las particularidades del proceso inflacionario local. Por un lado, tanto el tipo de cambio oficial como las tarifas se mueven al compás de las decisiones políticas, y el gobierno ha dado muestras de utilizarlos como ancla nominal en un año electoral, quitándole presión a la suba de precios. Por otro lado, hemos marcado que lo que sostiene la inflación cerca del 2% mensual es la inercia, lo cual no es más que un esquema de indexación (imperfecto) por el cual un contrato nominal se ajusta de acuerdo con valores pasados del mismo u otros precios. En el caso de las paritarias, la inercia llevará los aumentos salariales, por lo menos, a repetir lo obtenido durante 2014.
Normalmente, incrementos nominales de ingresos por encima de la evolución del dólar y las tarifas dan como resultado un aumento del poder de compra del salario. Este comportamiento se ve ratificado en los primeros acuerdos cerrados en 2015 en el sector público: la mayoría de los gremios docentes aceptaron aumentos que orillan el 35%. Por caso, los gremios docentes de la provincia de Buenos Aires acordaron aumentos promedio del 36% y en CABA la variación se mantuvo en torno de 34%.
El incremento más acotado fue a nivel Nacional (+27%) y el más elevado fue en Córdoba (+38%). Se observa mucha heterogeneidad al interior de cada jurisdicción: por caso los salarios docentes más bajos de la provincia de Buenos Aires disfrutarán de un aumento del 40%, mientras que el incremento será de 32% en los escalafones más altos. En un año de elecciones Ejecutivas, esperamos que los elevados incrementos nominales acordados por docentes se repliquen a los demás gremios estatales. Por lo que el mayor interrogante respecto al aumento salarial proviene de las paritarias del sector privado. El primer punto a destacar es la elevada brecha entre lo que reclaman los gremios y lo que pueden otorgar las empresas. En un contexto recesivo, las firmas no tienen margen a la hora de absorber aumentos en el costo laboral y desde hace un par de años no aumentan su dotación de personal.
Asimismo, más allá del freno del empleo, el año pasado la caída del salario real fue más marcada en el sector privado, lo que va a exacerbar los pedidos gremiales para recuperar el terreno cedido. Por otro lado, ha trascendido que el gobierno estaría pidiendo a los gremios de la CGT afín negociar en base a las expectativas futuras de inflación (30%) y no a la suba de precios del año pasado (casi 38%). Aún no queda claro cuál será el porcentaje final pero si el Ejecutivo ajusta significativamente el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias puede moderar los incrementos.
Además, los sindicatos alineados al gobierno podrían mostrar un porcentaje de suba más acotado que el efectivamente percibido (incluyendo sumas fijas). Hasta ahora la mayoría de los gremios relacionados a actividad privada han negociado sumas fijas para llegar sin conflictos a las negociaciones paritarias en el segundo trimestre del año. De todas maneras, la recuperación del salario real no dependerá necesariamente de los aumentos nominales.
Por caso, si las paritarias cierran en torno de 35% y tenemos en cuenta que las expectativas de inflación se ubican actualmente en 30% (según la medición realizada por la Universidad Di Tella), habría *a priori* una mejora del salario real del 4% en 2015. Dicha mejora impulsaría significativamente el consumo, pero en la medida que los dólares escaseen la oferta local (y externa) no podrá aumentar.
Si esto sucede, es decir, si el aumento en la demanda no es acompañado por un aumento en la oferta, los precios ajustarán para cerrar el exceso de demanda.
De esta manera la inflación tendrá un nuevo impulso superando el 30% esperado y el salario real terminará mejorando levemente. Si las negociaciones tienden a estabilizarse cerca del 40% la dinámica sería similar: las expectativas de inflación en 30% marcarían un aumento del salario real de casi 8%, pero la poca capacidad de ampliación de la oferta local llevaría el exceso de demanda a precios, aumentando la inflación, acotando el aumento del salario real.
Es decir, siempre que el salario real intente superar la capacidad de la oferta la inflación cerrará la brecha. Por otro lado, si las paritarias tienden a acercarse más al 30% los salarios no presionarán adicionalmente sobre la inflación, la cual podría estabilizarse en valores entre 27% y 30%, generando un aumento similar del poder de compra en un contexto de menor nominalidad. En suma, no parecen ser las paritarias las que determinen la evolución del salario real en 2015, sino la disponibilidad de divisas para ampliar la oferta.