En el caso británico, se trata de la tasa corta más alta en seis años. El BdeI pretexta “el mayor crecimiento económico en diez años” pero, en realidad, el aumento responde a intereses del mercado especulativo, que necesita mantener la libra por encima de dos dólares. Esto tiene otra lectura: el emisor cree que las exportaciones son inflacionarias y busca restringirlas.
Por cierto, el dólar no llega a media libra, mientras el euro permanece sobre US$ 1,36. Ahora, la mayoría de analistas estima que el BCE podría elevar su tasa básica de 4 a 4,25% anual antes de septiembre, algo que ya ha sugerido el propio presidente de la entidad, Jean-Claude Trichet.
En este momento, pues, el tipo referencial estadounidense (clavado en 5,25%) es notoriamente inferior al británico, lo cual le da argumentos a Benjamin Bernanke (Reserva Federal) para no reducirlo. Por el contrario, hasta podría elevarlo esgrimiendo la mismas obsesiones inflacionarias de sus colegas trasatlánticos, Trichet y Mervyn King (BdeI, expresión del mercado, no de la economía real). Por supuesto, el fantasma de un parate financiero en Estados Unidos –compras apalancadas, deuda hipotecaria- puede modificar el optimismo de los bancos centrales.
Lo que sucede, en verdad, es que los tres emisores buscan encarecer el crédito en escala global, reduciendo liquidez, sin tener en cuenta que eso sería tan inflacionario como regresivo. Las tres entidades y muchos gurúes conservadores –inclusive los rioplatenses- imaginan que la economía mundial prospera a todo vapor. No es así, como lo muestran la crisis hipotecarias en Estados Unidos o España y la caída de exportaciones brasileñas.
Fiel a su ortodoxia, Trichet sostiene que las industrias de la Eurozona están incrementado precios y salarios. El primer componente puede ser inflacionario, pero el segundo sólo lo es en la concepción de monetarismo neoclásico adoptada por los mercados.
Lo que sí es inflacionaria es la seguidilla de alzas petroleras: el Brent nórdico tocó este lunes un pico de US$ 76,30 el barril y sostuvo los tejanos intermedios (Nueva York) en a US$ 72,40. Son máximos en once meses y acercan a los picos nominales históricos; respectivamente, 78,65 y 78,40 (éste, el l4 de julio).
En el caso británico, se trata de la tasa corta más alta en seis años. El BdeI pretexta “el mayor crecimiento económico en diez años” pero, en realidad, el aumento responde a intereses del mercado especulativo, que necesita mantener la libra por encima de dos dólares. Esto tiene otra lectura: el emisor cree que las exportaciones son inflacionarias y busca restringirlas.
Por cierto, el dólar no llega a media libra, mientras el euro permanece sobre US$ 1,36. Ahora, la mayoría de analistas estima que el BCE podría elevar su tasa básica de 4 a 4,25% anual antes de septiembre, algo que ya ha sugerido el propio presidente de la entidad, Jean-Claude Trichet.
En este momento, pues, el tipo referencial estadounidense (clavado en 5,25%) es notoriamente inferior al británico, lo cual le da argumentos a Benjamin Bernanke (Reserva Federal) para no reducirlo. Por el contrario, hasta podría elevarlo esgrimiendo la mismas obsesiones inflacionarias de sus colegas trasatlánticos, Trichet y Mervyn King (BdeI, expresión del mercado, no de la economía real). Por supuesto, el fantasma de un parate financiero en Estados Unidos –compras apalancadas, deuda hipotecaria- puede modificar el optimismo de los bancos centrales.
Lo que sucede, en verdad, es que los tres emisores buscan encarecer el crédito en escala global, reduciendo liquidez, sin tener en cuenta que eso sería tan inflacionario como regresivo. Las tres entidades y muchos gurúes conservadores –inclusive los rioplatenses- imaginan que la economía mundial prospera a todo vapor. No es así, como lo muestran la crisis hipotecarias en Estados Unidos o España y la caída de exportaciones brasileñas.
Fiel a su ortodoxia, Trichet sostiene que las industrias de la Eurozona están incrementado precios y salarios. El primer componente puede ser inflacionario, pero el segundo sólo lo es en la concepción de monetarismo neoclásico adoptada por los mercados.
Lo que sí es inflacionaria es la seguidilla de alzas petroleras: el Brent nórdico tocó este lunes un pico de US$ 76,30 el barril y sostuvo los tejanos intermedios (Nueva York) en a US$ 72,40. Son máximos en once meses y acercan a los picos nominales históricos; respectivamente, 78,65 y 78,40 (éste, el l4 de julio).