Por Diego R. Llanos Ferraris (*)
Se establece así una obligación que queda registrada en la memoria de ambos.
Convengamos en que la memoria no es un sitio demasiado seguro para almacenar obligaciones. Se trata de un mecanismo que no admite ningún tipo de garantía. Lo ideal sería mantener un libro de favores, que fuera público y que no admitiera ningún tipo de falsificación. El libro ideal sería uno que solo pudiera modificarse siguiendo reglas fijas, por consenso entre todos sus poseedores.
La historia de Bitcoin
En 2009, un tal Satoshi Nakamoto presentó una propuesta de libro de contabilidad digital que cumplía con esas condiciones. Nakamoto llamó a su propuesta, que se beneficiaba de los avances criptográficos de los años anteriores, Bitcoin.
Bitcoin es un sistema de libro mayor contable que permite inscribir la propiedad de unidades de la moneda digital del mismo nombre. En el libro Bitcoin, todos los bitcoines están asociados a números que hacen las veces de cuentas corrientes. Cada vez que un usuario decide hacer una transferencia, solicita una modificación de la información almacenada en el libro. Esta modificación se denomina transacción.
Cada diez minutos, todas las transacciones se empaquetan en un bloque de transacciones y se añaden a este libro contable, denominado cadena de bloques (el famoso blockchain). El sistema garantiza que las nuevas transacciones son válidas a través de un mecanismo de consenso entre todos los nodos que custodian la cadena de bloques.
Del mismo modo que el favor que Don Vito a Bonasera era algo intangible, los bitcoines tampoco existen. Son sólo anotaciones en un libro contable construido de tal modo que no puede adulterarse.
¿Por qué la aparición de Bitcoin supuso una revolución?
En primer lugar, es la primera propuesta digital que permite mantener la contabilidad para un grupo de personas que no se fían unas de las otras. Esto se consigue mediante una cuidadosa definición de las reglas que permiten a los usuarios añadir nuevos bloques de transacciones.
En segundo lugar, se trata de un sistema completamente descentralizado. No es posible tomar ninguna decisión individual acerca del funcionamiento del sistema Bitcoin. Los miles de nodos que mantienen el sistema han alcanzado un consenso sobre cómo actuar. Sólo podría cambiarse por mayoría absoluta.
En tercer lugar, Bitcoin incorpora un mecanismo muy ingenioso para evitar la falsificación de transacciones. Este mecanismo se denomina prueba de trabajo. Funciona otorgando una recompensa en bitcoines al primero que consiga crear un bloque de transacciones válido. Muchas empresas e individuos, los mineros, compiten para ser el creador del próximo bloque y poder llevarse su recompensa asociada.
Para que un bloque de transacciones sea válido y pueda inscribirse, los mineros deben adivinar un número. Ese número permite enlazar ese bloque con los anteriores de la cadena de bloques. El primero que consiga adivinarlo se lleva el premio.
No hay atajos para llegar al número: cuando los mineros construyen un bloque de transacciones sólo pueden dar con él probando números al azar, uno tras otro. Este mecanismo es la denominada prueba de trabajo porque, para añadir un bloque a la cadena, el minero tiene que resolver un problema que obliga a consumir mucho tiempo de cómputo y mucha energía.
Este coste es la principal fortaleza de Bitcoin (y también el centro de sus críticas). Como cada bloque se enlaza con el bloque inmediatamente anterior, si alguien quisiera modificar una transacción del blockchain debería minar de nuevo todos los bloques añadidos con posterioridad al bloque modificado.
Volver a minar todos los bloques que tapan la transacción modificada implica una cantidad de energía equivalente a la que consumió toda la comunidad mundial para construir esa parte de la cadena. Esto supone un coste eléctrico inasumible. En esto radica precisamente la fortaleza del sistema y su resistencia a la manipulación.
Emisión de nuevos bitcoines
Para finalizar, mencionaremos una última característica del sistema Bitcoin que lo hace muy atractivo como unidad monetaria: establece que los premios por minar un bloque se reducirán a la mitad cada cuatro años. Cuando el proceso termine (en 2140) habrá en total 21 millones de bitcoines en circulación.
A fecha de hoy se han producido algo más del 93 % de todos los bitcoines del sistema. Esto los convierte en un activo con una relación fija entre cantidad existente y tasa anual de producción. En ese sentido es equiparable al oro, cuya producción anual ronda el 2,5 % del total mundial de existencias y que en la práctica no es posible aumentar por mucho que suba su valor en el mercado.
Todas estas características hacen del sistema Bitcoin un sistema único. Ninguna autoridad central puede manipularlo para elevar artificialmente su oferta. Todos los que custodian el blockchain han alcanzado un consenso sobre sus reglas. No es posible insertar transacciones consideradas inválidas, ni modificar las existentes sin pagar un coste energético inasumible.
Además, como el blockchain es público, cualquiera puede verificar el número de bitcoines asociados a cada cuenta, sin necesidad de confiar en la memoria de Bonasera (y no digamos ya en la de don Vito).
(*) Catedrático de Arquitectura y Tecnología de Computadores, Universidad de Valladolid.