Entretanto, Carlo Azeglio Ciampi, presidente de la República, arbitra una salida política entre Berlusconi y su máximo opositor, Romano Prodi. Obviamente, está en juego la cabeza de Fazio y su equipo. Por de pronto, el Financial Times, el Figaro, el Wall Street Journal, el Frankfurter Allgemeine y el Neue Zürcher virtualmente dan por hecha la renuncia del controvertido funcionario.
Los escándalos generados en torno de intrigas y maniobras de Giampiero Fiorani alrededor de Banca Antoniana Popolare Veneta y de Unipol-Caltagirone en torno de Banca Nazionale del Lavoro se han convertido en una crisis que envuelve a Banca d’Italia (central). La actuación de su jefe contra las respectivas ofertas originales –ABN Amro, BBVA- ha sido tan sesgada a favor de competidores italiano que la cuestión crea roces entre Roma, Bruselas, Amsterdam y Madrid.
Por de pronto, Berlusconi ha logrado cerrarles la boca a Gianfranco Fini (neofascista) y Marco Follini (democristano), que exigían el jueves el despido de Fazio y sus dos principales colaboradores. Pero el clima dentro de la coalición de derecha es denso y hasta un incondicional como Siniscalco (Forza Italia) cree que los días de Fazio están contados.
“El primer ministro no quiere comprarse este problema, pero tampoco se anima a pedirle la dimisión a Fazio”, sostiene el socialista Gianni Demichelis. Por ahora, el oficialismo habla de “graves errores técnicos”. En cuanto a la oposición y los medios más influyentes a ambos lados del Atlántico acusan a Fazio de tráfico de influencias y la justicia (Milán, Roma) contempla procesar a Fiorani y sus cómplices por “insider’s trading” y otros cargos penales.
En realidad, fue preciso suspender la toma de AntonVeneta (e igual suerte podría correr la de BNL) precisamente por la severa situación jurídica de sus presunto compradores. A tal punto que, este fin de semana, se barajaba una medida más dura: intervenir Banca Popolare Italiana (ex Lodi) y relevar a Fiorani de su conducción. Pero esa decisión le corresponde al banco central, por lo que el desplazamiento de Fazio sería inevitable.
Entretanto, Carlo Azeglio Ciampi, presidente de la República, arbitra una salida política entre Berlusconi y su máximo opositor, Romano Prodi. Obviamente, está en juego la cabeza de Fazio y su equipo. Por de pronto, el Financial Times, el Figaro, el Wall Street Journal, el Frankfurter Allgemeine y el Neue Zürcher virtualmente dan por hecha la renuncia del controvertido funcionario.
Los escándalos generados en torno de intrigas y maniobras de Giampiero Fiorani alrededor de Banca Antoniana Popolare Veneta y de Unipol-Caltagirone en torno de Banca Nazionale del Lavoro se han convertido en una crisis que envuelve a Banca d’Italia (central). La actuación de su jefe contra las respectivas ofertas originales –ABN Amro, BBVA- ha sido tan sesgada a favor de competidores italiano que la cuestión crea roces entre Roma, Bruselas, Amsterdam y Madrid.
Por de pronto, Berlusconi ha logrado cerrarles la boca a Gianfranco Fini (neofascista) y Marco Follini (democristano), que exigían el jueves el despido de Fazio y sus dos principales colaboradores. Pero el clima dentro de la coalición de derecha es denso y hasta un incondicional como Siniscalco (Forza Italia) cree que los días de Fazio están contados.
“El primer ministro no quiere comprarse este problema, pero tampoco se anima a pedirle la dimisión a Fazio”, sostiene el socialista Gianni Demichelis. Por ahora, el oficialismo habla de “graves errores técnicos”. En cuanto a la oposición y los medios más influyentes a ambos lados del Atlántico acusan a Fazio de tráfico de influencias y la justicia (Milán, Roma) contempla procesar a Fiorani y sus cómplices por “insider’s trading” y otros cargos penales.
En realidad, fue preciso suspender la toma de AntonVeneta (e igual suerte podría correr la de BNL) precisamente por la severa situación jurídica de sus presunto compradores. A tal punto que, este fin de semana, se barajaba una medida más dura: intervenir Banca Popolare Italiana (ex Lodi) y relevar a Fiorani de su conducción. Pero esa decisión le corresponde al banco central, por lo que el desplazamiento de Fazio sería inevitable.