Tras varios años de crecimiento sostenido, durante 2014 tanto el crédito como los depósitos del sector privado cayeron en términos reales. Estos resultados derivaron de la política monetaria contractiva que implementó el BCRA para contener las presiones cambiarias, según la consultora Ecolatina.
Con el objetivo de aumentar la demanda de pesos, el BCRA decidió incrementar en varios puntos la tasa a la que retribuía sus pasivos. Esto funcionó como un claro incentivo a los bancos para canalizar su liquidez hacia el sector público (por caso, la participación de LEBAC dentro del activo de los bancos aumentó 9,5 p.p. hasta llegar a 27% del total), en vez de prestarlo al sector privado (-13% real).
Estos menores créditos se conjugaron con una reducción de los depósitos de empresas y particulares (-6% real en 2014).
Dicha contracción se explica por la caída del ingreso real de la población que minó su capacidad de ahorro.
Por otro lado, tras la devaluación y el incremento de las tasas activas, tanto empresas como familias dejaron de tomar préstamos, aumentando la liquidez de los bancos.
El elevado excedente de pesos en poder de entidades financieras evitó un aumento significativo de tasas para captar depósitos privados.
Pese a que la intermediación financiera (principal fuente de ingresos de las entidades bancarias) se vio fuertemente reducida en 2014, en los últimos meses observamos un importante repunte de las acciones de los bancos privados. En lo que va del año la cotización de los mismos aumentó en promedio 33%, tres veces más de lo que avanzó el MERVAL.
Si bien el creciente valor de estas cotizaciones se monta sobre una tendencia positiva (relacionada con el fin del mandato del actual gobierno y la posible caída del riesgo país a partir de 2016), también se explica por balances que reflejan ganancias muy por encima de la inflación.
Pero si el principal negocio de las entidades financieras (tomar liquidez y canalizarla vía préstamos a la inversión y el consumo) muestra una clara contracción en términos reales, ¿cómo se explica el fenomenal incremento de sus ganancias?
La rentabilidad de los bancos trepó fuerte gracias a la tenencia de activos
Por sexto año consecutivo, el sector financiero cerró con un resultado positivo: en 2014 las entidades presentaron ganancias por $ 46.000 M, lo que significa un incremento nominal de 58% anual respecto de 2013 ($ 29.000 M), claramente por encima de la inflación.
Parte de esta mejora real estuvo impulsada desde la banca pública: su participación dentro de las ganancias pasó de 38% en 2013 a aproximadamente 40% el año pasado.
Sin embargo, el sector privado también presentó buenos resultados: los datos muestran un incremento de 54% de sus ganancias, claramente por encima del aumento de precios del año pasado.
Los principales indicadores de rentabilidad del sector privado reflejan estos resultados: en 2014 el ROA, que mide la rentabilidad en relación al activo de las entidades, mostró un incremento de 0,6 p.p. (4,3%); y el ROE (la rentabilidad sobre el patrimonio neto), pasó de 29% a 32% en el acumulado a diciembre, exhibiendo una suba de 3 p.p. en 2014.
Como se insinuó, estos resultados lucen contradictorios ante la deficiente evolución de los préstamos y los depósitos a lo largo de 2014 (+20% vs. 29,5% anual, respectivamente).
Más aún con las regulaciones que implementó el BCRA en el último año en torno de las tasas de interés: estableció un piso al rendimiento de los plazos fijos (costo de los bancos) y fijó un tope sobre las tasas de los préstamos (ingresos de las entidades) que acota el spread bancario.
Por ende, no sorprende que el resultado derivado de la principal actividad del sector (la intermediación financiera) perdió dinamismo durante 2014: el saldo neto entre los intereses ganados y pagados aumentó 33,8% anual ($ 70.000 M acumulado en el año), que en términos reales implica, por primera vez desde 2006, una leve contracción.
A esto se sumó un contexto en el que desde mediados de 2013 se incrementaron las regulaciones sobre las comisiones bancarias, un negocio importante para los bancos ya que los servicios prestados representaban 20% de sus ganancias.
Por caso, además de limitar los cargos a cobrar por las entidades (deben representar un costo que tenga como contrapartida la real prestación de un servicio). Durante la gestión de Fábrega los costos de los servicios básicos debían tener autorización previa del BCRA para ser elevados, lo cual se extendió sobre todos los productos (incluso los Premium) con la llegada de Vanoli.
De esta manera, el resultado neto de las comisiones de los bancos fue de $ 23.000 M el año pasado, 24,4% por encima del monto de 2013, lo que implicó una significativa contracción en términos reales.
Como consecuencia de ello la ganancia resultante de dichos cargos redujo su participación dentro del resultado total: en 2014 representó sólo 14% de las utilidades totales, el menor valor desde mediados de los noventa.”
Considerando estos fenómenos cabe preguntarse qué fue entonces lo que impulsó la rentabilidad de las entidades financieras durante el año pasado. La respuesta es la ganancia obtenida por las diferencias de cotización de sus activos.
Por caso, en los últimos meses de 2013 los bancos incrementaron notablemente sus posiciones en moneda extranjera, las que se valorizaron significativamente tras la devaluación de enero del año pasado.
De hecho, producto del salto cambiario los ingresos aumentaron $ 9.750 M, el equivalente a un mes y medio de las ganancias obtenidas por intermediación financiera durante 2014.
Si bien este fenómeno fue fundamental en el resultado del año pasado (explicó 21% de las ganancias totales), a lo largo de 2014 las entidades consiguieron sostener su rentabilidad gracias a las inversiones en títulos públicos, especialmente LEBAC, que permitió a las entidades cobrar intereses por $ 44.350 M (más que duplicando el resultado del año anterior, de $ 20.600 M).
Bajo estos incentivos la banca privada no cumple su rol
Considerando estos resultados, puede concluirse que, si bien es positivo que los bancos hayan incrementado sus ganancias en un año recesivo (gracias a la rentabilidad por tenencia de activos), perdió peso la actividad propia del sector (canalizar depósitos y otorgar préstamos) lo cual es nocivo para el conjunto de la economía.
En buena medida es el sistema de incentivos diseñado por la autoridad monetaria la que genera esta situación. Al retribuir sus pasivos por encima de la tasa a la que los bancos privados captan liquidez les genera un spread positivo sin ningún riesgo ni esfuerzo.
En un contexto recesivo la incobrabilidad tiende a subir lo que hace más tentadora la seguridad de las LEBAC.
El alto retorno de los pasivos del BCRA funciona como una fuente de ganancias para los bancos al mismo tiempo que mina el patrimonio de la autoridad monetaria.
A su vez, esta estrategia tiene una arista particularmente nociva para el sano funcionamiento del sistema: capta fondos privados con el objetivo de reabsorber la emisión que realiza para asistir al Tesoro, de forma tal de mantener acotado el aumento de circulante. El resultado final es un sector público que gasta más y un sector privado que tienen menor acceso al crédito.
Las medidas del gobierno de los últimos años y la estrategia de los bancos para apuntalar su rentabilidad, han conspirado contra lo que debería ser el fin último de la banca de un país: canalizar el ahorro hacia la inversión.
Es contradictoria la situación que se viene desarrollando en los últimos años.
El sector bancario aumenta sus ganancias al mismo tiempo que no se incrementa la profundidad financiera del país. Lamentablemente, el crédito como porcentaje del PIB en Argentina es muy bajo en comparación con la región: en Chile el ratio es 7 veces mayor al de nuestro país mientras que Brasil lo quintuplica.
En suma, el crecimiento del país requiere de un sistema financiero sólido pero que también incentive la canalización del ahorro a la inversión.
Para esto es necesario brindar un sistema de incentivos adecuado enmarcado en un contexto de previsibilidad en el cual se puedan tomar decisiones a largo plazo.