domingo, 22 de diciembre de 2024

Argentina y Brasil son cada vez menos socios 

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En diciembre de 2020, la balanza comercial bilateral con Brasil fue levemente deficitaria en US$ 20 millones, revirtiendo el superávit de casi US$ 200 millones alcanzado en igual mes del 2019.

Este deterioro obedeció a una caída de las exportaciones (-15% i.a., ubicándose en US$ 770 millones), en tanto las importaciones crecieron 11% en la comparación interanual, rozando US$ 790 millones.

De esta forma, el saldo acumulado anual arrojó un déficit de US$ 700 millones, esfumando el superávit de US$ 760 millones logrado en 2019.

La desaparición del resultado positivo obedeció íntegramente al desplome de las exportaciones (-26,1% i.a.), muy golpeadas por la crisis de la economía -y especialmente la industria- brasileña, ya que las importaciones retrocedieron 13% i.a. en el último año.

Más allá de esta caída, vale resaltar la aceleración de los últimos meses (+15% i.a. entre septiembre y diciembre), explicada no solo por un menor impacto del Coronavirus en la producción local, sino también por la elevada brecha y expectativas de devaluación que alentaron el adelantamiento de importaciones, según advierte el último informe de la consultora Ecolatina.

Aunque una parte no menor del mal desempeño exportador se explicó por la pandemia, también hubo factores propios de la economía argentina. En este sentido, sobresale que el resto de las compras de la economía brasileña cayeron “sólo” 9,4% i.a. en 2020, mostrando que el desempeño de nuestro país estuvo por debajo del promedio. Como resultado, la participación argentina en las importaciones brasileñas pasó de 6% en 2019 a menos de 5% el año pasado, el menor valor desde el 2000.

Corresponde notar algunos puntos para explicar esta dinámica. En primer lugar, producto de la pandemia y la división entre ramas de actividad esenciales y no-esenciales, la industria automotriz del gigante sudamericano tuvo un año particularmente malo: las compras al exterior de autos livianos se desplomaron casi 50%, las de autopartes 40% y las de vehículos pesados 35%. Dado que este segmento es uno de los de mayores flujos de comercio bilateral, explica parte importante de la caída.

Además, el abaratamiento del Real brasileño pudo haber traído algunos problemas para nuestro país en materia de competitividad. Aunque no habría sido deseable devaluar de manera más acelerada para seguir a la primera moneda del Mercosur, por el impacto que habría tenido sobre los precios y los salarios, el comportamiento de ambas monedas pudo haber generado sustituciones de producción argentina por brasileña.

Dicho esto, vale resaltar que las causas del desplome de las ventas argentinas a Brasil no fueron solo externas. La cuarentena que se impuso en nuestro país complicó a la oferta durante varios meses, especialmente durante el segundo y tercer trimestre. Asimismo, flexibilizadas las restricciones operativas, las expectativas de devaluación y una brecha en torno al 100% invitaron a posponer las ventas al exterior y alentaron su subfacturación. De esta manera, factores locales y externos se combinaron, golpeando fuertemente nuestras ventas al gigante sudamericano -y al resto del mundo también-.

Por el lado importador, en 2020 se observaron tres períodos claramente marcados. Un primer trimestre pre-pandémico, en donde las compras externas arrastraron el deterioro del cierre de 2019, cayendo poco menos de 7% i.a; una segunda etapa, que va de abril a agosto, muy marcada por la pandemia y las restricciones operativo-sanitarias, que provocaron un desplome inédito del 35% i.a; y, por último, un incremento del 15% i.a. en el acumulado entre septiembre y diciembre, resultado de la recuperación de la industria, pero, también, de las expectativas de devaluación y el stockeo de producción que generan. Como resultado, se observó una caída de 13% en el acumulado interanual, que “esconde” estos períodos.

De cara al 2021, las perspectivas son más alentadoras. Por un lado, porque la pandemia debería ceder y las restricciones operativas ser menores, de modo que las exportaciones crecerán, al menos, por el efecto base de comparación. Además, porque la posposición de ventas y el adelantamiento de compras no pueden durar para siempre. Por el contrario, en algún momento se deben normalizar y, en ese entonces, ayudan al saldo comercial: el déficit “artificial” del último cuatrimestre del 2020 debería transformarse en un superávit, también transitorio, al comienzo de este año.

Por último, porque las perspectivas de recuperación de la economía brasileña deberían traccionar parte de las compras a nuestro país. En este marco, proyectamos que 2021 cerrará con una balanza comercial bilateral al menos equilibrada, cerrando una fuente de sangría de dólares, curiosamente, el bien más escaso y necesario de la economía argentina.

 

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