No, porque la prioridad es estabilizar el entorno de negocios y no solo lograr un ajuste cambiario.
La devaluación que se opera en la Argentina en las últimas semanas podría (a priori) alentar expectativas de generar ciertas ventajas para los sectores exportadores, que han venido advirtiendo sobre un “atraso cambiario” motivado por el ingreso de dólares financieros de los últimos dos años, especialmente traccionados hacia la Argentina por el endeudamiento del sector público.
Sin embargo, la experiencia argentina reciente muestra que (mas allá de alguna posible ventaja ocasional en la valuación de los costos en moneda dura), las condiciones de competitividad son sistémicas, y un ajuste cambiario (que además en Argentina suele ser seguido de un “Path Through” que alimenta la inflación y vuelve a elevar costos) no es una causa de mejora en la condición de operación de los exportadores. Así lo explica el último informe de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), que dirige Marcelo Elizondo.
La Argentina ha padecido alta inestabilidad en el ambiente de negocios durante muchas décadas.
Si consideramos, al menos, el tiempo transcurrido desde el inicio del nuevo siglo (o el comienzo de los años 2000), se constata que la inestabilidad en el ambiente de negocios llevó (por citar solo algunos hitos) a pasar desde la convertibilidad (inflación cero) a la megadevaluación a inicios del siglo, con su consecuente cesación de pagos de la deuda publica en 2002 (y los canjes de deuda parciales posteriores), luego a la afectación de los contratos en base a los cuales operaron numerosas empresas.
Mientras, se produjeron drásticas afectaciones y cambios en el entorno normativo y político, a lo que siguió la virtual intervención del INDEC y el inicio de un alza inflacionaria una vez atravesada la mitad de la primer década del siglo nuevo, que devino en la cuasi cerrazón de hecho del comercio exterior y (en general) la alta (disfuncional) injerencia gubernamental en la actividad económica, que ocurrieron mientras llegaron devaluaciones parciales en los primeros años de la segunda década, desdoblamiento cambiario y antagonismo entre mercados formales y paralelos en la última parte del gobierno de Cristina Kirchner.
Luego de lo cual se accedió a una normalización legal, económica y financiera del entorno con el inicio del gobierno del Presidente Macri (incluyendo el arreglo de la deuda pública, la negociación con empresas que tenían litigios con el estado, la unificación del mercado cambiario, la normalización del comercio exterior), pero todo acompañado recientemente de una persistente inestabilidad en los niveles de precios y de una vuelta a la mayor inestabilidad en materia de inflación y tipo de cambio actuales.
Puede decirse que, si bien en los últimos 25 meses Argentina ha corregido sustancialmente condiciones del entorno, no ha podido mejorar -como el gobierno admitió que hubiese querido- dos variables críticas: la tasa de inflación y el tipo de cambio.
De modo que durante 18 años (desde el cambio de siglo), se ha pasado de una estabilidad frágil (convertibilidad) a ajustes bruscos y luego una estabilidad parcial reactiva (inicios del siglo XXI), que después llevó a la animación de nuevos desequilibrios y la afectación del entorno jurídico y económico, una alta intervención en la economía privada y enormes desequilibrios (segundo mandato de Cristina Fernández), y últimamente una mejora sustancial en las condiciones institucionales de mercado -con el gobierno de Mauricio Macri-, pero con la imposibilidad de generar estabilidad de precios y monedas (en este último tiempo).
No es una única causa, pero puede señalarse que, en términos de inserción comercial externa, lo que ha de constatarse en este tiempo es que la constante ha sido hacia una pérdida de capacidad exportadora y una performance en ventas externas que ha sido peor que la de los países de la región, que han tenido condiciones mejores, o (en el peor de los casos) menos graves en los entornos de negocios de las empresas.
Efectivamente, lo que parece ocurrir es que la consecuencia de la inestabilidad es una seria afectación de los resultados en materia de comercio internacional (que reflejan la competitividad asistencia de la economía), incluso en tiempos en los que hubo alguna parcial corrección cambiaria que pudiera haber mejorado la capacidad exportadora, en la medida en que esto ultimo no fue acompañado de una mejora en las demás condiciones de funcionamiento de los mercados
Evolución de las exportaciones
Las exportaciones argentinas crecieron desde el inicio de siglo hasta el último año si se las mide “punta a punta” en ese lapso (2000-2017) y lo hicieron más que duplicándose.
Si bien puede observarse un crecimiento en el periodo medido, es cierto que se observa una alta dependencia de los precios internacionales (las mayores alzas coinciden con tiempos de crecimiento de precios internacionales), a la vez que se constata que luego del pico alcanzado en 2011 los resultados han sido peores, afectados por condiciones exógenas (por citar algunos casos la caída de la demanda mundial, o la recesión en Brasil) pero también por motivos endógenos (por ejemplo la rebelde inflación o el atraso cambiario).
Una manera de analizar al valor del crecimiento de las exportaciones argentinas en el lapso referido es compararlo con la performance de los países vecinos en el mismo periodo.
Las exportaciones argentinas han tenido desde 2000 hasta 2017 la peor performance en la región (excluido el caso de Venezuela, de la que no se tienen datos actuales).
Esto es: la Argentina es desde hace mucho tiempo una economía con enormes dificultades de inserción externa. Varias son las razones que pueden explicar eso, pero sin dudas entre ellas ha de encontrarse la referida constante inestabilidad en las condiciones y factores del ambiente de negocios.
Con una economía de alta volatilidad e impredecibilidad, su capacidad de entablar relacionamiento externo ha sido débil.
La Argentina ha tenido un crecimiento de sus exportaciones que es muy menor a las que lograron Paraguay, Perú y Bolivia; considerablemente menor que la que lograron Ecuador, Brasil y Uruguay; y algo menor que la que lograron Colombia y México.
Incluso fue superada en el importe de exportaciones medidas en dólares por Chile en el lapso medido. Y además Chile, igual que Perú, México y Brasil, hoy tiene un monto de exportaciones cuya diferencia con la que lograban en 2000 es mayor que la diferencia lograda por Argentina comparando resultados del 2000 con los de 2007.
Considerando el actual ajuste cambiario en curso, al que está sometida la economía argentina, puede preguntarse si el mismo puede ser causa de un salto exportador. Pues la respuesta, a priori, puede ser que un mayor ajuste cambiario no asegura mejor competitividad, no solo porque en una economía muy inflacionaria es altamente probable el traslado a precios del ajuste en el tipo de cambio, sino que además cuando las condiciones generales no garantizan estabilidad, predictibilidad y baja aleatoriedad (que es lo que deberá apuntarse como objetivo) el tipo de cambio en soledad no es suficiente.