Curiosamente, hasta el lunes y salvo unos pocos medios –por ejemplo este sitio-, pocos mentaban a Ponzi. Su esquema de fraude piramidal surgió en Boston, a principios de la tercera década, siglo XX, y era sencillo: los altos retornos asegurados se cubrían reclutando nuevos incautos. Carlo Ponzi, un inmigrante italiano, se hizo millonario en seis meses.
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<p>Como B.L.Madoff Investents Securities, Securities Exchange Co, prometía rindes de hasta 40% en noventa días cuando, es esos tiempos, un plazo fijo no subía de 7% anual. En aquel momento, en vez de tulipanes holandeses Ponzi operaba con sellos de correos. Alguien en el exterior remitía un sobre a Estados Unidos con un timbre postal comprado al valor de origen. Arbitrando diferencias entre el dólar y otras monedas, la plata se multiplicaba sola y los inversores, memorizados por el italiano (“en horas, hice un millón”), le confiaban su dinero. </p>
<p>Por supuesto, el grupo inicial obtuvo altos retornos. Nadie sabía que Ponzi sólo había gastado cincuenta dólares en estampillas extranjeras. Pero “Barron’s” le pinchó el esquema demostrando que se precisaban seis veces más sellos que los circulantes en todo el país (1928). Tanto entonces como ahora, la Securities & Exchange Comisión (comisión federal de valores) se enteró demasiado tarde. </p>
<p>Pero, a diferencia de Ponzi –que pasó años entre rejas- o Roberto Vesco (que se refugió en Costa Rica), Madoff jugó con alto mucho más peligroso: los fondos de cobertura (derivados), una máquina inigualable para especular al alza, pero leas cuando le mercado baja o, como desde septiembre, se hace trizas. Esta vez, tocó al FBI desenmascarar una estafa internacional, por ahora estimada en US$ 50.000 millones: 3,3 veces lo que necesitan las tres automotrices de Detroit para sobrevivir. </p>
<p>La lista de víctimas mayores incluye, hasta el momento, un consorcio de bancas privadas suizas (US$ 5.000 millones), Banco Santander Central Hispano (BSCH, 3.100 millones) y Hongkong & Shanghai Banking Corp. (HSBC, 1.000 millones). Más atrás aparecen Royal Bank of Scotland (750 millones), Banco BilbaoVizcaya Argentaria (BBVA, 400 millones), BNP Paribas (470 millones), etc. Eso sin contar fondos inversores de la colectividad judía en Nueva York, Miami, Londres, París o Ginebra. </p>
<p>Parece increíble pero, por el momento, el único detenido –Madoff, 72 años- está libre tras pagar una fianza de diez millones, pero no puede abandonas las cinco comunas que forman Nueva York. En esencia, el financista pagaba a inversores “antiguos” con dinero de “nuevos”, sobre un modelo ya clásico, la pirámide Ponzi y explotando la “ingenua codicia” de tantos ricos en pos de utilidades fáciles (como decía Charles Kindleberger en 1988, aludiendo a Michael Milken y sus bonos chatarra). </p>
<p>Pero ¿como una sola persona llevó a cabo una estafa de esos alcances cumpliendo con las normas contables en cuanto a informes mensuales, declaraciones impositivas y trámites bancarios, sin que la SEC notase nada raro? ¿dónde estaba la cantidad mínima de empleados requerida para esas tareas? Lo mismo inquiría Dominique Strauss-Kahn, directos gerente del FMI, ante el extraño silencio de Benjamin Bernanke (Reserva Federal) y Mervyn King (banco de Inglaterra). Este escándalo, teme el francés, “agravará en el corto plazo los efectos de la crisis financiera que padecen las economías centrales”. Máxime si se produce un colapso entre fondos de cobertura. </p>
Anatomía de un fraude: Ponzi, corregido y aumentado por Madoff
El epicentro de lo que ya es el mayor esquema piramidal es una mole de 35 pisos sobre la tercera avenida, Manhattan central. Desde ahí, Bernard Madoff dejó muy atrás a dos italianos, Carlo Ponzi (años 20) y Roberto Vesco (años 70).