Un dictamen de la OMC en favor de los transgénicos

La guerra de los organismos genéticamente modificados roza un punto clave. La Organización Mundial de Comercio ha emitido un veredicto favorable a EE.UU. y su denuncia de que la Unión Europea traba ilegalmente importaciones de rubros con OGM.

8 febrero, 2006

No obstante, aun con Washington triunfante, los alimentos con OGM no inundarán la UE, porque sus habitantes siguen renuentes a los transgénicos. Pero esta victoria de los tres gobiernos que apoyan la biogenética (Estados Unidos, Canadá, Argentina) promoverá el negocio e influirá para que otros países no imiten las restricciones de Bruselas.

“Sin duda, Washington debía poner coto a la UE, para que la situación de los OGM no continuara deteriorándose alrededor del mundo”. Así cree Craig Thornton, consultor norteamericano que asesora varias compañías biogenéticas. Por cierto, el fallo positivo de la OMC beneficiará a gigantes como Monsanto –en litigio como Argentina, pero por otro motivo-, DuPont, Dow Chemical, Syngenta and Bayer.

El martes, por fin, salió una resolución preliminar, por parte de los tres panelistas de la OMC. La decisión había sido postergada tantas veces, desde que se presentó la demanda, que casi nadie descartaba otra demora.

En la denuncia original, EE.UU., Canadá y Argentina sostienen que la Unión Europea impuso en 1998 una moratoria a toda aprobación para importar productos que contuviesen OGM. Eso transgredía el tratado internacional sobre comercio de alimentos, que exige a los gobiernos signatarios actuar “sin demoras indebidas”, basándose en una evaluación científica de riesgos, no en móviles políticos.

Bruselas replicó a la actual demanda sosteniendo que esa moratoria no existe. Las resoluciones tardan mucho “porque se precisan datos de varias firmas biogenéticas. Por otra parte, la UE está revisando normas y resoluciones”. Aparte, la Comisión Europea afirma que granos, oleaginosas y leguminosas con OGM “plantean obvios riesgos a la slaud humana y al ambiente, que deben sopesarse en forma cautelosa”.

Desde que surgieron hace diez años, las culturas con OGM incorporados no han hecho más que prosperar. En 2005, 8.500.000 cultivadores en 21 países cubrieron unos cien millones de hectáreas, si bien EE.UU. representa algo más de la mitad. Se produce mayormente porotos de soya, maíz y algodón con OGM en forma de genes de bacterias que confieren resistencia a herbicidas y plagas insectiformes.

En verdad, los efectos económicos directos de las trabas han sido bastante escasos. Productores norteamericanos estiman en US$ 300 millones anuales las exportaciones a la UE frustradas por restricciones. En contraste, los casos ante la OMC que involucran gravámenes norteamericanos a la importación de acero y subsidios del mismo origen a rubros agrícolas han significado miles de millones cada año.

Cabe recordar que, aun después de congelarse permisos europeos, continuaron las exportaciones de soya a esa zona. Ocurre que fue el único producto transgénico aprobado genéricamente antes de 1998.

Más tarde, en 2003, la CE sancionó normas que exigen etiquetas aclaratorios en alimentos con ingrediantes trasngénicos. Revelando cierta inseguridad sobre sus productos, firmas alimentarias de la EE.UU.temen que esas etiquetas alejen consumidores. Alguas han dejado de fabricar alimentos con OGM.

No obstante, aun con Washington triunfante, los alimentos con OGM no inundarán la UE, porque sus habitantes siguen renuentes a los transgénicos. Pero esta victoria de los tres gobiernos que apoyan la biogenética (Estados Unidos, Canadá, Argentina) promoverá el negocio e influirá para que otros países no imiten las restricciones de Bruselas.

“Sin duda, Washington debía poner coto a la UE, para que la situación de los OGM no continuara deteriorándose alrededor del mundo”. Así cree Craig Thornton, consultor norteamericano que asesora varias compañías biogenéticas. Por cierto, el fallo positivo de la OMC beneficiará a gigantes como Monsanto –en litigio como Argentina, pero por otro motivo-, DuPont, Dow Chemical, Syngenta and Bayer.

El martes, por fin, salió una resolución preliminar, por parte de los tres panelistas de la OMC. La decisión había sido postergada tantas veces, desde que se presentó la demanda, que casi nadie descartaba otra demora.

En la denuncia original, EE.UU., Canadá y Argentina sostienen que la Unión Europea impuso en 1998 una moratoria a toda aprobación para importar productos que contuviesen OGM. Eso transgredía el tratado internacional sobre comercio de alimentos, que exige a los gobiernos signatarios actuar “sin demoras indebidas”, basándose en una evaluación científica de riesgos, no en móviles políticos.

Bruselas replicó a la actual demanda sosteniendo que esa moratoria no existe. Las resoluciones tardan mucho “porque se precisan datos de varias firmas biogenéticas. Por otra parte, la UE está revisando normas y resoluciones”. Aparte, la Comisión Europea afirma que granos, oleaginosas y leguminosas con OGM “plantean obvios riesgos a la slaud humana y al ambiente, que deben sopesarse en forma cautelosa”.

Desde que surgieron hace diez años, las culturas con OGM incorporados no han hecho más que prosperar. En 2005, 8.500.000 cultivadores en 21 países cubrieron unos cien millones de hectáreas, si bien EE.UU. representa algo más de la mitad. Se produce mayormente porotos de soya, maíz y algodón con OGM en forma de genes de bacterias que confieren resistencia a herbicidas y plagas insectiformes.

En verdad, los efectos económicos directos de las trabas han sido bastante escasos. Productores norteamericanos estiman en US$ 300 millones anuales las exportaciones a la UE frustradas por restricciones. En contraste, los casos ante la OMC que involucran gravámenes norteamericanos a la importación de acero y subsidios del mismo origen a rubros agrícolas han significado miles de millones cada año.

Cabe recordar que, aun después de congelarse permisos europeos, continuaron las exportaciones de soya a esa zona. Ocurre que fue el único producto transgénico aprobado genéricamente antes de 1998.

Más tarde, en 2003, la CE sancionó normas que exigen etiquetas aclaratorios en alimentos con ingrediantes trasngénicos. Revelando cierta inseguridad sobre sus productos, firmas alimentarias de la EE.UU.temen que esas etiquetas alejen consumidores. Alguas han dejado de fabricar alimentos con OGM.

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