Trichet: empieza el juicio por irregularidades de hace años

Comienza hoy en París el proceso a Jean-Claude Trichet, presidente de la Banque de Frances (central) y aspirante a conducir el Banco Central Europeo. Los cargos se refieren a su gestión como ministro de Hacienda, hace una década.

7 enero, 2003

Trichet, de 60 años, ha sido formalmente acusado de complicidad en el encubrimiento de maniobras con balances. Se trata de pérdidas ocultas en los libros del Crédit Lyonnais, cuando todavía era una entidad controlada por el estado francés. En aquel momento, el banco estuvo al borde de la quiebra, justamente a raíz del maquillaje contable.

Los procesados son en realidad nuevo, pero Trichet es centro de atención porque, en una medida algo apresurada y pasando por alto el expediente que tramitaba la justicia, se lo designó reemplazante de Willem Duisenberg al frente del BCE. Además, el holandés ya presentó la dimisión, válida a partir del primero de julio próximo. En teoría, Tricher debiera guiar el BCE durante la ampliación de la Unión Europea (de quince a 25 miembros) y el consiguiente replanteo de Eurolandia, o sea los doce adherentes a la moneda común.

La primera tanda de audiencias durará hasta mediados de febrero, pero el veredicto exigirá mayor plazo. No es seguro que salga antes del 30 de junio ni que no haya apelación por las partes. Sea como fuere, el caso ya es el escándalo bancario más grande de la posguerra, más por su trama de complicidades y silencios que por su cuantía.

La causa radica en los estados financieros de 1992 y, según los abogados de Trichet, el entonces ministro “carecía de la información y las facultades requeridas para intervenir en la contabilidad del Lyonnais”. El banco, embarcado en una atropellada expansión, había comprado inclusive la Metro Goldwyn Mayer (MGM, Hollywood). El CEO del CL, Jean-Yves Haberer, puso al banco a orillas del colapso por insolvencia, debido a las pérdidas derivadas de esa política.

El Lyonnais atravesó un rescate tras otro y le costó al erario público miles de millones hasta su privatización en 1999. Ya en 1996, una comisión parlamentaria resolvía remitir a la justicia sus actuaciones y, en julio de 2002, el magistrado a cargo (Philippe Courroye) ordenó iniciar el proceso formal que se dirime desde ahora. Cargo clave: alterar asientos contables para ocultar pérdidas debidas a inversiones de riesgo, cuyo monto en realidad superada las cotas de solvencia impuestas por el Banco Central Europeo. Precisamente, la entidad que Trichet debiera presidir desde julio.

Trichet, de 60 años, ha sido formalmente acusado de complicidad en el encubrimiento de maniobras con balances. Se trata de pérdidas ocultas en los libros del Crédit Lyonnais, cuando todavía era una entidad controlada por el estado francés. En aquel momento, el banco estuvo al borde de la quiebra, justamente a raíz del maquillaje contable.

Los procesados son en realidad nuevo, pero Trichet es centro de atención porque, en una medida algo apresurada y pasando por alto el expediente que tramitaba la justicia, se lo designó reemplazante de Willem Duisenberg al frente del BCE. Además, el holandés ya presentó la dimisión, válida a partir del primero de julio próximo. En teoría, Tricher debiera guiar el BCE durante la ampliación de la Unión Europea (de quince a 25 miembros) y el consiguiente replanteo de Eurolandia, o sea los doce adherentes a la moneda común.

La primera tanda de audiencias durará hasta mediados de febrero, pero el veredicto exigirá mayor plazo. No es seguro que salga antes del 30 de junio ni que no haya apelación por las partes. Sea como fuere, el caso ya es el escándalo bancario más grande de la posguerra, más por su trama de complicidades y silencios que por su cuantía.

La causa radica en los estados financieros de 1992 y, según los abogados de Trichet, el entonces ministro “carecía de la información y las facultades requeridas para intervenir en la contabilidad del Lyonnais”. El banco, embarcado en una atropellada expansión, había comprado inclusive la Metro Goldwyn Mayer (MGM, Hollywood). El CEO del CL, Jean-Yves Haberer, puso al banco a orillas del colapso por insolvencia, debido a las pérdidas derivadas de esa política.

El Lyonnais atravesó un rescate tras otro y le costó al erario público miles de millones hasta su privatización en 1999. Ya en 1996, una comisión parlamentaria resolvía remitir a la justicia sus actuaciones y, en julio de 2002, el magistrado a cargo (Philippe Courroye) ordenó iniciar el proceso formal que se dirime desde ahora. Cargo clave: alterar asientos contables para ocultar pérdidas debidas a inversiones de riesgo, cuyo monto en realidad superada las cotas de solvencia impuestas por el Banco Central Europeo. Precisamente, la entidad que Trichet debiera presidir desde julio.

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