También el negocio petrolero critica las barreras agrícolas

Mientras Cancún se diluía en peleas, una petrolera líder formuló serias advertencias. “Si no se reducen los subsidios agrícolas –sostuvo Chevron Texaco-, será difícil actuar en países periféricos”. Pero su actitud no es desinteresada.

12 septiembre, 2003

El proteccionismo agrícola de las potencias económicas, “les impide mejorar a los países subdesarrollados. Esto dificulta las actividades de empresas trasnacionales, dentro o fuera del sector hidrocarburos”, sostiene David O’Reilly, presidente y director operativo de esa petrolera.

Ayer, la compañía se dirigió a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón –como participantes de la reunión en Cancún- y les sugirió “empezar bajando hasta 50% las trabas que sus mercados imponen al acceso de productos agrícolas de economías más pobres”. Este planteo se hizo poco después de que un grupo de dieciséis naciones (encabezado por China, India y Brasil) pidiera ampliar la agenda e incluir corrientes de inversión, corrupción y otros problemas.

Chevron Texaco cita a Angola, Nigeria y otros estados, célebres por su venalidad, como víctimas del proteccionismo agrícola. “Si no exportan más y elevan sus condiciones sociales, esos gobierno no podrán luchar contra la violencia, la corrupción y otras lacras sistémicas. Por ende, nuestros negocios seguirán afrontando problemas y restricciones”.

“Todo está relacionado. Estamos alienando –señala O’Reilly- gente con la que debiéramos cooperar. Predicamos la transparencia y las virtudes de los mercados abiertos, pero les cerramos el acceso a ellos y les impedimos desarrollarse”.

Por supuesto, el directivo rechaza la idea de que su firma y otras divulguen los cuantiosos sobornos que corren para obtener contratos o ganar licitaciones. En cambio, O’Reilly apoya una campaña de Gran Bretaña –lanzada en Cancún-, para que los propios estados revelen voluntariamente coimas y similares.

Angola es el caso piloto, ya que será receptora de unos US$ 23.000 millones en inversiones relacionadas con hidrocarburos durante el quinquenio 2004-8. La operadora dominante es justamente Chevron Texaco. En parte, porque se ha quedado con negocios perdidos por British Petroleum, luego de haber revelado públicamente –en 2001- ciertos detalles poco limpios sobre sus actividades en Angola. Desde entonces, ninguna otra empresa quiso imitarla.

Como señaló en 2002 el megafinancista George Soros, “altos funcionarios de Angola o Nigeria han amasado fortunas varias veces superiores, por ejemplo, a la de Saddam Hussein. Sus fuentes son la corrupción aceptada o fomentada por las petroleras”.

El proteccionismo agrícola de las potencias económicas, “les impide mejorar a los países subdesarrollados. Esto dificulta las actividades de empresas trasnacionales, dentro o fuera del sector hidrocarburos”, sostiene David O’Reilly, presidente y director operativo de esa petrolera.

Ayer, la compañía se dirigió a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón –como participantes de la reunión en Cancún- y les sugirió “empezar bajando hasta 50% las trabas que sus mercados imponen al acceso de productos agrícolas de economías más pobres”. Este planteo se hizo poco después de que un grupo de dieciséis naciones (encabezado por China, India y Brasil) pidiera ampliar la agenda e incluir corrientes de inversión, corrupción y otros problemas.

Chevron Texaco cita a Angola, Nigeria y otros estados, célebres por su venalidad, como víctimas del proteccionismo agrícola. “Si no exportan más y elevan sus condiciones sociales, esos gobierno no podrán luchar contra la violencia, la corrupción y otras lacras sistémicas. Por ende, nuestros negocios seguirán afrontando problemas y restricciones”.

“Todo está relacionado. Estamos alienando –señala O’Reilly- gente con la que debiéramos cooperar. Predicamos la transparencia y las virtudes de los mercados abiertos, pero les cerramos el acceso a ellos y les impedimos desarrollarse”.

Por supuesto, el directivo rechaza la idea de que su firma y otras divulguen los cuantiosos sobornos que corren para obtener contratos o ganar licitaciones. En cambio, O’Reilly apoya una campaña de Gran Bretaña –lanzada en Cancún-, para que los propios estados revelen voluntariamente coimas y similares.

Angola es el caso piloto, ya que será receptora de unos US$ 23.000 millones en inversiones relacionadas con hidrocarburos durante el quinquenio 2004-8. La operadora dominante es justamente Chevron Texaco. En parte, porque se ha quedado con negocios perdidos por British Petroleum, luego de haber revelado públicamente –en 2001- ciertos detalles poco limpios sobre sus actividades en Angola. Desde entonces, ninguna otra empresa quiso imitarla.

Como señaló en 2002 el megafinancista George Soros, “altos funcionarios de Angola o Nigeria han amasado fortunas varias veces superiores, por ejemplo, a la de Saddam Hussein. Sus fuentes son la corrupción aceptada o fomentada por las petroleras”.

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