Soya: guerra entre Argentina y la firma Monsanto

Miguel Campos, secretario de Agricultura y ganadería, calificó de “vergüenza nacional” a la empresa estadounidense. Entretanto, ésta buscaba bajarles el tono a demandas en Holanda y Dinamarca sobre regalías por soya transgénica.

4 julio, 2005

Mientras se advertía inquietud en la Comisión Europea, Argentina definía como “agraviante extorsión” la conducta de Monsanto, pues el tema estaba en negociaciones. Al respecto, Campos anunció que Buenos Aires se presentará esta semana como parte afectada en los pleitos.

Es la segunda vez que el país chica con una compañía extranjera, para pavor de ciertos medios. La anterior, según ellos, fue el exitoso boicot declarado contra Royal Dutch/Shell. Pero una cosa era esa acción “polìtica” y otra, muy distinta, intervenir en una demanda jurídica no iniciada por el gobierno. “Monsanto tiene doble discurso. Mientras discute en el país –puntualiza el funcionario-, radica demandas legales en el exterior”.

Probablemente a propósito, “esos litigios generaron reacciones en cadena entre importadores de granos y oleaginosas, que afectarán embarques argentinos. Cancillería abrirá actuaciones defensivas en los estados donde la compañía pleitea y informará a Washington sobre las reacciones de la demandante”. Cabe señalar que las exportaciones de granos y “pellets” de soya a la Unión Europea significan alrededor de US$ 1.750 millones anuales.

Campos, partidario de los organismos genéticamente modificados (OGM), la firma “subestima a los técnicos argentinos. Como la soya transgénica no ha sido patentada localmente, licenció la variedad RR (round ready) entre más de cien semilleras y cobró regalías. Además, esa tecnología sólo se manifiesta al sembrar. No tiene efectos en el grano ni demás derivados que se exportan a la UE para consumo”.

Mientras se advertía inquietud en la Comisión Europea, Argentina definía como “agraviante extorsión” la conducta de Monsanto, pues el tema estaba en negociaciones. Al respecto, Campos anunció que Buenos Aires se presentará esta semana como parte afectada en los pleitos.

Es la segunda vez que el país chica con una compañía extranjera, para pavor de ciertos medios. La anterior, según ellos, fue el exitoso boicot declarado contra Royal Dutch/Shell. Pero una cosa era esa acción “polìtica” y otra, muy distinta, intervenir en una demanda jurídica no iniciada por el gobierno. “Monsanto tiene doble discurso. Mientras discute en el país –puntualiza el funcionario-, radica demandas legales en el exterior”.

Probablemente a propósito, “esos litigios generaron reacciones en cadena entre importadores de granos y oleaginosas, que afectarán embarques argentinos. Cancillería abrirá actuaciones defensivas en los estados donde la compañía pleitea y informará a Washington sobre las reacciones de la demandante”. Cabe señalar que las exportaciones de granos y “pellets” de soya a la Unión Europea significan alrededor de US$ 1.750 millones anuales.

Campos, partidario de los organismos genéticamente modificados (OGM), la firma “subestima a los técnicos argentinos. Como la soya transgénica no ha sido patentada localmente, licenció la variedad RR (round ready) entre más de cien semilleras y cobró regalías. Además, esa tecnología sólo se manifiesta al sembrar. No tiene efectos en el grano ni demás derivados que se exportan a la UE para consumo”.

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