Solvencia: gestión de riesgos y prevención del fraude

El manejo de riesgos, inclusive el de fraude, es clave para los procesos operativos y de negocios . Ello exige estar en línea con las normas locales e internacionales, señala la consultoría de contabilidad y negocios PKF.

27 abril, 2007

Se conocen el concepto de solvencia y su tradicional índice como capacidad de una empresa para afrontar pasivos vía realización de activos. Sin embargo, cuando se dice que alguien tiene “solvencia profesional”, se habla de otra cosa.

Ambas ideas se apoyan en un concepto más amplio y genérico, referido a la capacidad de mantener en el tiempo el cumplimiento de las obligaciones inherentes de una función. La solvencia se liga íntimamente a la seguridad y la confianza, en contraposición al riesgo o la incertidumbre.

Los Inversores demandan que las entidades a quien confían dinero tengan la solvencia necesaria para asegurar una renta en determinado plazo. A su vez, el personal desea compañías con solvencia suficiente para asegurarles estabilidad des ingresos, progreso personal y profesional. El estado requiere de los contribuyentes que obtengan ingresos suficientes para aportar impuestos y divisas, que permiten incrementar el gasto y la inversión.

Desde esa óptica, se define la solvencia de una compañía como capacidad de afrontar circunstancias desfavorables, derivadas de riesgos no controlables, sin por ello dejar de cumplir con objetivos y funciones inherentes a la organización. Los riesgos no controlables exigen una adecuada cobertura de seguros, mientras que los controlables deben gestionarse.

Hoy las compañías encaran nuevas exigencia. Su solvencia como organizaciones determina la permanencia y el crecimiento en el mercado. Esa solvencia depende de cuán preparada esté la empresa para neutralizar los múltiples riesgos a los que está expuesta.

Se conocen el concepto de solvencia y su tradicional índice como capacidad de una empresa para afrontar pasivos vía realización de activos. Sin embargo, cuando se dice que alguien tiene “solvencia profesional”, se habla de otra cosa.

Ambas ideas se apoyan en un concepto más amplio y genérico, referido a la capacidad de mantener en el tiempo el cumplimiento de las obligaciones inherentes de una función. La solvencia se liga íntimamente a la seguridad y la confianza, en contraposición al riesgo o la incertidumbre.

Los Inversores demandan que las entidades a quien confían dinero tengan la solvencia necesaria para asegurar una renta en determinado plazo. A su vez, el personal desea compañías con solvencia suficiente para asegurarles estabilidad des ingresos, progreso personal y profesional. El estado requiere de los contribuyentes que obtengan ingresos suficientes para aportar impuestos y divisas, que permiten incrementar el gasto y la inversión.

Desde esa óptica, se define la solvencia de una compañía como capacidad de afrontar circunstancias desfavorables, derivadas de riesgos no controlables, sin por ello dejar de cumplir con objetivos y funciones inherentes a la organización. Los riesgos no controlables exigen una adecuada cobertura de seguros, mientras que los controlables deben gestionarse.

Hoy las compañías encaran nuevas exigencia. Su solvencia como organizaciones determina la permanencia y el crecimiento en el mercado. Esa solvencia depende de cuán preparada esté la empresa para neutralizar los múltiples riesgos a los que está expuesta.

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