Richard Wagoner: General Motors no logra gastar menos

La segunda automotriz mundial afronta difícultades. Menores ventas y aumento de insumos harán cuesta arriba lograr los US$ 1.000 millones en reducción de gastos durante este año.

8 junio, 2006

El asediado presidente ejecutivo, Richard Wagoner, sobre cuya suerte circula todo tipo de presunciones, anunció “algunos meses duros”, en un informe a accionistas e inversores. Antes de abrir la asamblea ordinaria anual, el ejecutivo se manifestó en términos pesimistas, al menos para el corto plazo.

Wagoner señaló que, para el management de GM, es prioritario “mejorar la aceptación del rescate anticipado de fondos jubilatorios aportados por la fuerza laboral agrupada en United Auto Workers”. La otra meta clave es cerrar la venta de su división financiera, General Motors Acceptances Corp.

Por otra parte, el CEO indicó que la compañía “continúa activas discusiones con la ex subsidiaria Delphi y los sindicatos”, afectados por la bancarrota de la mayor fabricante de partes automotrices. También se trata de “una proveedora estratégica de GM”.

Cabe recordar que la versión inicial de la restructuración fue planteada ante la anterior asamblea de accionistas, hace justo un año, pero que 2005 concluyó con un déficit nominal sin precedentes: US$ 10.600 millones. Al cabo del tiempo, ahora la empresa debiera eliminar US$ 7.000 millones en costos estructurales, todos originados en la división norteamericana (cuya cúpula acaba de ser cambiada).

Durante la asamblea del martes, trascendió que Wagoner debió apelar a apoyos fuera de la propia empresa para no perder el cargo. Hace dos meses, en efecto, el directorio estaba a punto de celebrar una reunión especial, sin invitarlo, lo cual ponía en peligro la continuidad del ejecutivo al frente de GM. Ante eso, John Smith (ex CEO de la firma) y otros lo persuadieron para cambiar su estilo de conducción.

Wagoner les hizo caro, pero a costa de crear otro problema: ahora, su imagen es la de un CEO que desarrolla una enconada oposición a intentos en la junta y da pelea a Kirk Kerkorian, su enemigo y el mayor accionista individual (9,9% del paquete). Entretanto, era preciso aventar el fantasma de la convocatoria. Jerome York, hombre de Kerkorian en el directorio, rompió públicamente con Wagoner pocos días atrás. O sea, la batalla prosigue.

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El asediado presidente ejecutivo, Richard Wagoner, sobre cuya suerte circula todo tipo de presunciones, anunció “algunos meses duros”, en un informe a accionistas e inversores. Antes de abrir la asamblea ordinaria anual, el ejecutivo se manifestó en términos pesimistas, al menos para el corto plazo.

Wagoner señaló que, para el management de GM, es prioritario “mejorar la aceptación del rescate anticipado de fondos jubilatorios aportados por la fuerza laboral agrupada en United Auto Workers”. La otra meta clave es cerrar la venta de su división financiera, General Motors Acceptances Corp.

Por otra parte, el CEO indicó que la compañía “continúa activas discusiones con la ex subsidiaria Delphi y los sindicatos”, afectados por la bancarrota de la mayor fabricante de partes automotrices. También se trata de “una proveedora estratégica de GM”.

Cabe recordar que la versión inicial de la restructuración fue planteada ante la anterior asamblea de accionistas, hace justo un año, pero que 2005 concluyó con un déficit nominal sin precedentes: US$ 10.600 millones. Al cabo del tiempo, ahora la empresa debiera eliminar US$ 7.000 millones en costos estructurales, todos originados en la división norteamericana (cuya cúpula acaba de ser cambiada).

Durante la asamblea del martes, trascendió que Wagoner debió apelar a apoyos fuera de la propia empresa para no perder el cargo. Hace dos meses, en efecto, el directorio estaba a punto de celebrar una reunión especial, sin invitarlo, lo cual ponía en peligro la continuidad del ejecutivo al frente de GM. Ante eso, John Smith (ex CEO de la firma) y otros lo persuadieron para cambiar su estilo de conducción.

Wagoner les hizo caro, pero a costa de crear otro problema: ahora, su imagen es la de un CEO que desarrolla una enconada oposición a intentos en la junta y da pelea a Kirk Kerkorian, su enemigo y el mayor accionista individual (9,9% del paquete). Entretanto, era preciso aventar el fantasma de la convocatoria. Jerome York, hombre de Kerkorian en el directorio, rompió públicamente con Wagoner pocos días atrás. O sea, la batalla prosigue.

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