Porsche quiere evitar que Volskwagen sea copada por no alemanes

Wendelin Wiedeking, presidente ejecutivo de Porsche, busca elevar 4,5 a 20% su parte en el paquete de Volkswagen. Teme –no es el único- que las dificultades de la empresa la expongan a una compra hostil por parte de rivales extranjeros.

26 septiembre, 2005

La oferta representa € 3.000 millones y convertiría a la automotriz de lujo (también opera desde Stuttgart) en la primera accionista individual de la empresa más grande en la Unión Europea. Por supuesto, eso repercutiría en la cúpula de VW, hoy cuestionada desde varios lados.

A juicio de Wiedeking, “esta operación será una respuesta estratégica al riesgo de que VW sea adquirida desde fuera de Alemania”. Nadie abría la boca, pero en Francfort, Londres y París las versiones apuntaban a Toyota, la surcoreana Kia (que acaba de lanzar un modelo de lujo inspirado en el diseño germano) y Peugeot-Citroën. En su caso, también circulaba una especie muy diferente: el exitoso grupo piensa en Renault. Por cierto, el estado francés tiene acciones e influencia en ambos.

La iniciativa de Porsche llega en un momento duro para VW. La firma está agobiada por costos laborales –exagerados por sus directivos-, errores estratégicos –éstos sí, serios- y un euro todavía demasiado caro para exportar. La división norteamericana anunció US$ 1.085 millones en pérdidas para este año y el panorama chino no es promisorio.

En esta primera fase, Porsche depende de una inminente decisión de la Comisión Europea: hacer derogar o suspender una ley germana, que restringe a 20% los derechos de voto (no la propiedad misma de acciones) en VW. Berlín hesitaba, justamente para no franquearle el paso a una compra hostil.

Por otra parte, los nexos entre ambas firmas datan de decenios. Más de 50% de las acciones de la compañía de lujo siguen en poder de descendientes de Ferdinand Porsche –su biznieto Ferdinand Piech está en el directorio-, uno de quienes crearon un ícono de VW, el popular “escarabajo”, que acumula veinte millones de ventas desde el fin de la II guerra (contando la poco feliz versión mejicana, opacada por el Ka de Ford). No se computan ventas en 1935/44 ni se recuerdan los vínculos entre el señor Porsche y el III Reich.

Tocante al paquete actual de VW, ha habido en verdad un avance de inversiones no alemanes. Su parte ha crecido de 34,1% en 2003 a 38,9% a fines de 2004. La mayor participación individual le cabe a un fondo, Brandes Investments Partners, California, con 10,7%. Sólo lo supera el estado de Baja Sajonia.

La oferta representa € 3.000 millones y convertiría a la automotriz de lujo (también opera desde Stuttgart) en la primera accionista individual de la empresa más grande en la Unión Europea. Por supuesto, eso repercutiría en la cúpula de VW, hoy cuestionada desde varios lados.

A juicio de Wiedeking, “esta operación será una respuesta estratégica al riesgo de que VW sea adquirida desde fuera de Alemania”. Nadie abría la boca, pero en Francfort, Londres y París las versiones apuntaban a Toyota, la surcoreana Kia (que acaba de lanzar un modelo de lujo inspirado en el diseño germano) y Peugeot-Citroën. En su caso, también circulaba una especie muy diferente: el exitoso grupo piensa en Renault. Por cierto, el estado francés tiene acciones e influencia en ambos.

La iniciativa de Porsche llega en un momento duro para VW. La firma está agobiada por costos laborales –exagerados por sus directivos-, errores estratégicos –éstos sí, serios- y un euro todavía demasiado caro para exportar. La división norteamericana anunció US$ 1.085 millones en pérdidas para este año y el panorama chino no es promisorio.

En esta primera fase, Porsche depende de una inminente decisión de la Comisión Europea: hacer derogar o suspender una ley germana, que restringe a 20% los derechos de voto (no la propiedad misma de acciones) en VW. Berlín hesitaba, justamente para no franquearle el paso a una compra hostil.

Por otra parte, los nexos entre ambas firmas datan de decenios. Más de 50% de las acciones de la compañía de lujo siguen en poder de descendientes de Ferdinand Porsche –su biznieto Ferdinand Piech está en el directorio-, uno de quienes crearon un ícono de VW, el popular “escarabajo”, que acumula veinte millones de ventas desde el fin de la II guerra (contando la poco feliz versión mejicana, opacada por el Ka de Ford). No se computan ventas en 1935/44 ni se recuerdan los vínculos entre el señor Porsche y el III Reich.

Tocante al paquete actual de VW, ha habido en verdad un avance de inversiones no alemanes. Su parte ha crecido de 34,1% en 2003 a 38,9% a fines de 2004. La mayor participación individual le cabe a un fondo, Brandes Investments Partners, California, con 10,7%. Sólo lo supera el estado de Baja Sajonia.

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