Por fin, una causa civil contra American International Group

Eliot Spitzer, fiscal general del estado neoyorquino, ha iniciado acciones contra dos ex máximos directivos de AIG, la mayor aseguradora mundial.Los acusa de fraude y manipulación de libros para engañar a reguladores y accionistas.

30 mayo, 2005

En la primera causa abierta, originada en “errores contables” admitidos semanasn atrás por el grupo, el superintrende de Seguros neoyorquino, Howard Mills, se une a Spitzer para definir “un patrón claramente fraudulento” en la máxima aseguradora global por capitalización de mercado.

Los acusados directos son Maurice Greenberg (ex presidente y director ejecutivo, un doble título cada vez más desprestigiado) y Howard Smith, ex director financiero de AIG. Fue el primer chivo expiatorio elegido por el autoritario Greenberg cuando las papas empezaron a quemarse.

“La anterior conducción de la empresa recurría rutinaria y persistentemente al engaño y el fraude, en aparentes esfuerzos orientados a mejorear los resultados financieros de la compañía”. Así sostienen Spitzer y Mills en una declaración escrita elevada al tribunal de primera instancia. “Greenberg y Smith –prosigue el texto- tomaron parte en numerosas transacciones cuyo efecto era exagerar la fortaleza de su negocio central, la colocación de pólizas, e inflar la cotización de las acciones”.

Esta maniobras son investigadas por la fiscalía, su equivalente federal, la Securities & Exchange Commission (SEC. comisión federal de valores) y otras instanmcias reguladoras o supervisoras del negocio. Por supuesto, el proceso afectará a Warren Buffett, cuyo holding, Berkshire Hathaway, tuvo nexos indirectos con operaciones de AIG.

En la primera causa abierta, originada en “errores contables” admitidos semanasn atrás por el grupo, el superintrende de Seguros neoyorquino, Howard Mills, se une a Spitzer para definir “un patrón claramente fraudulento” en la máxima aseguradora global por capitalización de mercado.

Los acusados directos son Maurice Greenberg (ex presidente y director ejecutivo, un doble título cada vez más desprestigiado) y Howard Smith, ex director financiero de AIG. Fue el primer chivo expiatorio elegido por el autoritario Greenberg cuando las papas empezaron a quemarse.

“La anterior conducción de la empresa recurría rutinaria y persistentemente al engaño y el fraude, en aparentes esfuerzos orientados a mejorear los resultados financieros de la compañía”. Así sostienen Spitzer y Mills en una declaración escrita elevada al tribunal de primera instancia. “Greenberg y Smith –prosigue el texto- tomaron parte en numerosas transacciones cuyo efecto era exagerar la fortaleza de su negocio central, la colocación de pólizas, e inflar la cotización de las acciones”.

Esta maniobras son investigadas por la fiscalía, su equivalente federal, la Securities & Exchange Commission (SEC. comisión federal de valores) y otras instanmcias reguladoras o supervisoras del negocio. Por supuesto, el proceso afectará a Warren Buffett, cuyo holding, Berkshire Hathaway, tuvo nexos indirectos con operaciones de AIG.

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