Las compañías aéreas caen en picada

Las empresas prescindirán de hasta 200.000 empleados y prevén que las pérdidas lleguen a US$ 15.000 millones en el cuarto trimestre 2001. La recuperación llegaría en dos años, pero pronostican nuevas quiebras.

18 diciembre, 2001

(AFP). – Los atentados mediante aviones suicidas del pasado 11 de septiembre 2001 en Estados Unidos han precipitado al transporte aéreo en la peor crisis de su historia, de la que necesitará como mínimo dos años para recuperarse.

La psicosis de los suicidas aéreos ha provocado una caída radical del tráfico, la reducción de la capacidad y de los destinos, la jubilación anticipada de miles de aparatos viejos, la
supresión de miles de empleos y la quiebra de compañías.

Los grupos estadounidenses son lógicamente los que más han sufrido, pero Asia, Europa y Africa se han visto igualmente arrastrados por el torbellino.

Entre 120.000 y 200.000 empleos serán suprimidos por las compañías de transporte en todo el mundo. Las pérdidas totales para esas compañías en el cuarto trimestre 2001 evolucionarán entre los US$ 12.000 y los 15.000 millones, según varias estimaciones de expertos del sector.

Los atentados del 11 septiembre no pueden explicar por sí solos un desastre de esa amplitud. Antes de los ataques, el sector aéreo ya vacilaba. Las grandes compañías estadounidenses, afectadas por la rápida desaceleración económica, sufrían grandes pérdidas.

En Europa, el mercado sufría un exceso de capacidad (demasiadas plazas en oferta respecto a la demanda) y el tráfico había empezado a reducirse. Algunas compañías, como la suiza Swissair, estaban muy afectadas por la mala gestión.

Los atentados amplificaron, por lo tanto, una crisis en gestación. Las compañías se vieron afectadas en tres frentes. La caída del tráfico empezó reduciendo los ingresos, luego provocó una inflación desbocada del precio de las pólizas de seguros, y por último, el refuerzo de las medidas de seguridad provocó igualmente el encarecimiento de los vuelos.

Solamente en el mes de septiembre, el tráfico de pasajeros cayó 17% respecto a septiembre 2000 en los vuelos regulares en el mundo entero, con una caída de más de 30% en el caso de las compañías estadounidenses, según la Asociación Internacional de Compañías Aéreas (Iata).

Varias compañías han sufrido de forma particularmente cruda ese impacto. Swissair, el orgullo nacional suizo, tuvo que presentar suspensión de pagos, y en Australia fue Ansett quien quebró.

“Habrá probablemente otras quiebras”, advirtió recientemente el presidente de Iata, Pierre Jeanniot. La crisis podría de todas formas favorecer la concentración del sector en Europa, un movimiento deseado por Iata.

Para evitar una cascada de suspensión de pagos, las compañías estadounidenses se han beneficiado de ayudas por un monto total de US$ 18.000 millones. En Europa, el principio de una ayuda ha sido aceptado, pero quedan por definir sus modalidades. En Asia algunos gobiernos también han acudido en ayuda de sus compañías en la medida de sus posibilidades.

Solamente las compañías de bajo coste, que no trabajan en las largas distancias y cuyos costes de explotación son más ligeros, continúan creciendo.

El marasmo ha repercutido en los constructores, que han revisado a la baja sus ventas de aparatos, tanto para 2002 como para 2003. El estadounidense Boeing suprimirá hasta 30.000 Puestos. Airbus recurrirá por su parte al desempleo parcial.

Los dos años que vienen seguirán siendo tensos para todo el sector aéreo y aeronáutico en general. A partir de la experiencia de la guerra del Golfo, a principios de los 90, los expertos apuestan por una recuperación en 2004, y el retorno al fuerte crecimiento anual (5%-6%) del tráfico de pasajeros a partir de 2005.

(AFP). – Los atentados mediante aviones suicidas del pasado 11 de septiembre 2001 en Estados Unidos han precipitado al transporte aéreo en la peor crisis de su historia, de la que necesitará como mínimo dos años para recuperarse.

La psicosis de los suicidas aéreos ha provocado una caída radical del tráfico, la reducción de la capacidad y de los destinos, la jubilación anticipada de miles de aparatos viejos, la
supresión de miles de empleos y la quiebra de compañías.

Los grupos estadounidenses son lógicamente los que más han sufrido, pero Asia, Europa y Africa se han visto igualmente arrastrados por el torbellino.

Entre 120.000 y 200.000 empleos serán suprimidos por las compañías de transporte en todo el mundo. Las pérdidas totales para esas compañías en el cuarto trimestre 2001 evolucionarán entre los US$ 12.000 y los 15.000 millones, según varias estimaciones de expertos del sector.

Los atentados del 11 septiembre no pueden explicar por sí solos un desastre de esa amplitud. Antes de los ataques, el sector aéreo ya vacilaba. Las grandes compañías estadounidenses, afectadas por la rápida desaceleración económica, sufrían grandes pérdidas.

En Europa, el mercado sufría un exceso de capacidad (demasiadas plazas en oferta respecto a la demanda) y el tráfico había empezado a reducirse. Algunas compañías, como la suiza Swissair, estaban muy afectadas por la mala gestión.

Los atentados amplificaron, por lo tanto, una crisis en gestación. Las compañías se vieron afectadas en tres frentes. La caída del tráfico empezó reduciendo los ingresos, luego provocó una inflación desbocada del precio de las pólizas de seguros, y por último, el refuerzo de las medidas de seguridad provocó igualmente el encarecimiento de los vuelos.

Solamente en el mes de septiembre, el tráfico de pasajeros cayó 17% respecto a septiembre 2000 en los vuelos regulares en el mundo entero, con una caída de más de 30% en el caso de las compañías estadounidenses, según la Asociación Internacional de Compañías Aéreas (Iata).

Varias compañías han sufrido de forma particularmente cruda ese impacto. Swissair, el orgullo nacional suizo, tuvo que presentar suspensión de pagos, y en Australia fue Ansett quien quebró.

“Habrá probablemente otras quiebras”, advirtió recientemente el presidente de Iata, Pierre Jeanniot. La crisis podría de todas formas favorecer la concentración del sector en Europa, un movimiento deseado por Iata.

Para evitar una cascada de suspensión de pagos, las compañías estadounidenses se han beneficiado de ayudas por un monto total de US$ 18.000 millones. En Europa, el principio de una ayuda ha sido aceptado, pero quedan por definir sus modalidades. En Asia algunos gobiernos también han acudido en ayuda de sus compañías en la medida de sus posibilidades.

Solamente las compañías de bajo coste, que no trabajan en las largas distancias y cuyos costes de explotación son más ligeros, continúan creciendo.

El marasmo ha repercutido en los constructores, que han revisado a la baja sus ventas de aparatos, tanto para 2002 como para 2003. El estadounidense Boeing suprimirá hasta 30.000 Puestos. Airbus recurrirá por su parte al desempleo parcial.

Los dos años que vienen seguirán siendo tensos para todo el sector aéreo y aeronáutico en general. A partir de la experiencia de la guerra del Golfo, a principios de los 90, los expertos apuestan por una recuperación en 2004, y el retorno al fuerte crecimiento anual (5%-6%) del tráfico de pasajeros a partir de 2005.

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