La presunta venta de Arcor y el papel de los empresarios locales

Si se confirma la versión, habrá que admitir que la posibilidad de contar con jugadores regionales o mundiales entre nosotros no pasa de ser una posibilidad teórica y un ejercicio académico. Por Miguel Angel Diez *

21 febrero, 2000

La semana pasada hubo una larga –duró al menos seis horas– conmoción entre los periodistas cordobeses. Sin previo anuncio, durante la mañana se enteraron de que habría una conferencia de prensa por la tarde. El tema: una multinacional estaba comprando una gran empresa cordobesa.

La apuesta fue unánime: “es Arcor”, decía la gente de prensa sin la menor duda. Hubo sorpresa: el banco Bisel compró el Banco del Suquía, una entidad que desde su nombre era emblemática de la identidad cordobesa y que se sumaba a la larga lista de empresas locales cuyo poder de conducción perdía la provincia mediterránea.

Si embargo, la predicción acerca de Arcor demostró bien pronto que la prensa local sabía algo que por entonces era puro comentario subterráneo. En la misma edición de Clarín del lunes 21 de febrero en que se leía un anuncio de la Fundación Arcor, convocando a un certamen sobre “Productividad y Competitividad para la inserción de la Argentina en la economía mundial”, el matutino daba cuenta de que está a la venta una porción minoritaria de la empresa (de 10 a 30%, según las versiones). También que hay tres multinacionales de primer orden interesadas en ingresar en el accionariado del principal fabricante de caramelos del mundo.

Si se vende una porción de una empresa como Arcor, es seguro que el comprador irá por el resto. Así ha ocurrido en otros casos menos estratégicos. La cuestión no es menor para el escenario del capitalismo argentino.

Nunca hubo entre nosotros un desarrollo de campeones mundiales, como los chaebol de Corea (enormes conglomerados industriales) capaces de competir globalmente (aunque fuera a costo de enormes subsidios del Estado y de los ciudadanos de Corea).

Después de la transnacionalización de la mayor parte de nuestra industria, quedaron algunos casos paradigmáticos como Techint (el mayor productor de tubos sin costura para oleoductos –por ejemplo- en todo el mundo) o como Arcor, el gigante mundial en la producción de caramelos y uno de los grandes jugadores en el Mercosur.

Si se confirma la iniciación de este proceso de venta accionaria en Arcor, habrá que admitir que la posibilidad de contar con jugadores regionales o mundiales entre nosotros, no pasa de ser una posibilidad teórica y un ejercicio académico.

Más importante aún, habrá que replantearse si es posible –y en ese caso, sobre qué bases– la reconstrucción de un empresariado nacional. La especialización dentro del MERCOSUR puede dar lugar al surgimiento de una nueva generación de empresarios locales con más foco en el mercado regional o global que a las reducidas dimensiones del ámbito local.

* Miguel Angel Diez es director de MERCADO

La semana pasada hubo una larga –duró al menos seis horas– conmoción entre los periodistas cordobeses. Sin previo anuncio, durante la mañana se enteraron de que habría una conferencia de prensa por la tarde. El tema: una multinacional estaba comprando una gran empresa cordobesa.

La apuesta fue unánime: “es Arcor”, decía la gente de prensa sin la menor duda. Hubo sorpresa: el banco Bisel compró el Banco del Suquía, una entidad que desde su nombre era emblemática de la identidad cordobesa y que se sumaba a la larga lista de empresas locales cuyo poder de conducción perdía la provincia mediterránea.

Si embargo, la predicción acerca de Arcor demostró bien pronto que la prensa local sabía algo que por entonces era puro comentario subterráneo. En la misma edición de Clarín del lunes 21 de febrero en que se leía un anuncio de la Fundación Arcor, convocando a un certamen sobre “Productividad y Competitividad para la inserción de la Argentina en la economía mundial”, el matutino daba cuenta de que está a la venta una porción minoritaria de la empresa (de 10 a 30%, según las versiones). También que hay tres multinacionales de primer orden interesadas en ingresar en el accionariado del principal fabricante de caramelos del mundo.

Si se vende una porción de una empresa como Arcor, es seguro que el comprador irá por el resto. Así ha ocurrido en otros casos menos estratégicos. La cuestión no es menor para el escenario del capitalismo argentino.

Nunca hubo entre nosotros un desarrollo de campeones mundiales, como los chaebol de Corea (enormes conglomerados industriales) capaces de competir globalmente (aunque fuera a costo de enormes subsidios del Estado y de los ciudadanos de Corea).

Después de la transnacionalización de la mayor parte de nuestra industria, quedaron algunos casos paradigmáticos como Techint (el mayor productor de tubos sin costura para oleoductos –por ejemplo- en todo el mundo) o como Arcor, el gigante mundial en la producción de caramelos y uno de los grandes jugadores en el Mercosur.

Si se confirma la iniciación de este proceso de venta accionaria en Arcor, habrá que admitir que la posibilidad de contar con jugadores regionales o mundiales entre nosotros, no pasa de ser una posibilidad teórica y un ejercicio académico.

Más importante aún, habrá que replantearse si es posible –y en ese caso, sobre qué bases– la reconstrucción de un empresariado nacional. La especialización dentro del MERCOSUR puede dar lugar al surgimiento de una nueva generación de empresarios locales con más foco en el mercado regional o global que a las reducidas dimensiones del ámbito local.

* Miguel Angel Diez es director de MERCADO

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